La
música ambiental es un pequeño placer dentro de la turbulencia de estilos y
géneros que buscan la excitación constante del oyente. Hiroshi Yoshimura es
considerado uno de los pioneros del género y su redescubrimiento se fue dando
por cosas del algoritmo cuando youtube en 2017 comenzó a recomendar uno de los
discos más bellos, tranquilos y atmosféricos de los que se pueda gozar, hablo
del monumental “Green” una oda a la naturaleza de ensueño.
La música que nadie pidió y todxs necesitaban
Los
experimentos que buscan llevar a cabo sonidos que reflejen los ecos del
ambiente moderno mediante la electrónica, se han dado desde principios de siglo
veinte mediante el pomposo instrumento llamado Intonarumori del pintor y
compositor futurista Italiano Luigi Rusolo. Dicho instrumento se componía de un
diseño tan exuberante como intrigante: Una caja paralelepípeda de madera que
contenía un altavoz de cartón o metal en su lado frontal. Quien ejecutaba este
instrumento debía girar una manivela o presionar un botón eléctrico para
producir el sonido cuya altura era controlada por medio de una palanca en la
parte superior de la caja.
Rusolo
comprometido con el movimiento Futurista que buscaba estetizar la realidad
mediante experiencias que acercasen al ser humano a las maquinas (el nuevo modo
de relacionarse con la realidad), entendía el mundo como un caótico conjunto de
ruidos provenientes de locomotoras, maquinarias pesadas, fábricas y ciudades en
constate expansión, lejos de una idea más romántica que buscaba acercar el alma
humana a la naturaleza primigenia, Rusolo se la jugaba por llevar a cabo una
representación de la música que ya no siguiese las pautas que por siglos eran imitativas
a la naturaleza, estableció y generó una mecánica adaptada al ruido. Muchos
años después compositores y teóricos musicales como John Cage o Piere Schaeffer
dieron rienda suelta a los principios que propuso el Italiano, cada uno a su
estilo y según sus propias miradas teóricas generaron la llamada música
concreta que serviría de base para el futuro de la música electrónica, pero
para todo ello el genial Víctor del canal de youtube Music Radar Clan ya ha
hecho un excelente análisis y recorrido histórico al respecto.
Hiroshi Yoshimura en su estudio |
Siempre
a la vanguardia y buscando un sonido que se conjugara con el ambiente que le
daba cobija, pero que no perturbase la paz de ese mismo lugar, es que Yoshimura
abrazo una de las variantes más fascinantes y poco exploradas de la música
concreta: la música de ambiente.
La
primera vez que escuche algo similar sería de la mano del dúo británico-australiano
Dead Can Dance, quienes en su compleja discografía ostentaban canciones que se
fundían en un paisaje calmo. También puedo mencionar la mismísima banda sonora
de Donkey Kong (de la cual ya hablé) en la que ciertos pasajes respetaban la
esencia de la música ambiental, pese a que giraban más en torno al new age, un
estilo que básicamente bebe de la música ambiental, pero que busca inundarse de
una supuesta aura espiritual. El ambiental, muy solicitado para algunas
bandas sonoras de películas o incluso experimentaciones que algunos músicos de
renombre (como lo hizo Trent Reznor con el disco Gosht o William Basinki en sus
trabajos) es aquella parada dentro de los géneros musicales que te permite
básicamente evadirte de las emociones fuertes y sentirse casi en un estado anestésico,
fundiéndote en aquellos parajes que la música te propone. Claro, no todos los
experimentos consiguen ser tan efectivos como Green, que dejando de lado el
primer obstáculo que te puede parecer una música que simplemente sirve para
hacer dormir gatos, realmente es un momento y un estilo que realmente nadie
pidió, ni los consumos masivos de música, ni nadie, pero vaya que se agradece
su presencia casi incombustible.
Verde
para la felicidad
En
Japón el color verde simboliza el bosque, lo que para la cultura nipona también
evoca bonanza y felicidad de vivir, elementos como la frescura, la juventud e
incluso la inocencia por lo que Yoshimura por medio de teclados, sintetizadores
y filtros va intentando desentrañar melodías que refuercen aquello siempre
enfatizando esa conexión que el color
mantiene con la naturaleza mediante sonidos de cascadas, cantos de pájaros y de
grillos, pisadas de rama, caídas de cascada, poco a poco la idea es la de adentrarnos
en un santuario natural imaginario, aunque vale decir que algunos sonidos de
cantos de ave o de cascadas fueron agregados en una redición posterior al
disco, quizás como gancho necesario para entrarle al mercado anglosajón bajo el
rotulo de new age, música para meditar cuando no necesariamente era esa la
intención que el compositor buscaba plasmar
Green
es el cuarto trabajo discográfico de Yoshimura y prácticamente ya para ese
entonces venía muy confiado en las bondades que su propia técnica por lo que ansioso
de probar nuevas ideas, a diferencia de las sonoridades discretas, meditativas
y suaves de sus trabajos anteriores en Green se atreve con un
minimalista juego de armonías hasta desencadenar en pequeñas sorpresas
musicales . Los ocho temas que componen este disco se sienten como un amplio
manto en el cual poder descansar las agonías que nos trae la misma modernidad que
Rusolo alababa, casi como una mirada contraria, el padre del ambient no
pretende con su electrónica darle realce a la modernidad, sino más bien, crear
en complicidad con un imaginario ideal de naturaleza, un escape a la ciudad y
su progreso.
Con
una idea sonora similar a la de Brian Eno,
y con un merecido resurgimiento de popularidad gracias a internet y algunos
sellos independientes que en los últimos años estuvieron reditando su música y
la de otros artistas de este estilo (y también en parte por el golpe de efecto
que supuso el vapourwave en su momento, el cual tomaba elementos de la música
de Yoshimura para sus remixes) hoy este disco cuenta con millones de
reproducciones, quizás algo insospechado para el interprete de Yokohama quien
murió en 2003 a causa de un cáncer a la piel, sin gozar de gran reconocimiento
fuera de su país.
Yoshimura
(al igual que Schaffer) entiende el mundo como una masa sonora que sobre
estimula los sentidos y especialmente el oído, único musculo que no se puede
cerrar a diferencia de los ojos o la boca, por lo que ha sufrido de alguna
manera una proliferación de notas y sensaciones que a veces le es difícil
asimilar. Consciente de esto Yoshimura dedico parte de su extensa discografía a
resaltar el valor de los sonidos simples, pero en Green decide ir un paso más allá. El primer corte
del disco CREEK ya nos sumerge
en un escenario idílico construido a base de sonidos (cañas de bambú, bandadas
de pájaros) y sutiles teclas que se deslizan en un RHODE que poco a poco pierde
ese componente casi electrónico para entrar de lleno en ese campo donde los
sonidos comienzan a convertirse en suaves y dulces arrullos.
FEEL
se funde con las cascadas con que el tema anterior se pierde y lentamente
emulando el cantar de unas pájaros entran unos sonidos de sintetizador que
empieza a mantener ese tono relajado, como si estuviésemos sentadxs en el
jardín más hermoso del mundo. SHEEP mantiene esa sensación de movimiento
de los temas anteriores, pero ya se empieza a notar un acercamiento más melódico
y envolvente por parte de los teclados. El tramo concerniente a SLEEP y GREEN
nos somete a un escenario nocturno, apacible, aunque un poco más melancólico
si se quiere. Yoshimura prefiere las escalas pentatónicas por lo que en gran
parte del álbum puede desplegar una emocionalidad calmada, pero consistente.
Pese
a estas reminiscencias, Yoshimura aclaró que Green no hace tanta relación al
color si no a la palabra en si, su fonética y su significación semántica en
conjunto con todos los otros títulos (originalmente presentados en ingles) de
esta forma buscando una suerte de sinestesia permitiéndonos escuchar un color y
evocar imágenes de quietud sobre el: “GREEN no se refiere específicamente a un
color. Me gusta la palabra por su calidad fonética, y los títulos de las
canciones fueron elegidos por sus características lingüísticas similares.
Espero que esta música transmita el cómodo paisaje del ciclo natural conocido
como GREEN”
Mediante secuencias digitales y la magia de un Yamaha DX7 STREET nos sitúa en un paraíso virtual alejado de cualquier problemática y preocupación, la hermosura y fidelidad con que este tema transmite una sensación de desapego es un logro no muchas veces escuchado en ejercicios de este estilo donde se intenta siempre sobreponer la experimentación, es cierto Yoshimura experimentó nuevas fórmulas de composición para llevar a cabo una idea que tenía más que ver con lo fonético, pero simplemente un tema como STREET con esos oleajes, esos zumbidos, es imposible no sentirse llegar a una isla mágica. El cierre con TEVEE evoca un continuo juego de teclas y melodías que se combinan con unas olas que van y vienen perdiéndose en una inmensidad. Sin duda una música que de alguna manera conecta bastante bien con la situación pandémica que nos toco vivir, una música necesaria para cualquier cuarentena que de alguna manera nos recalibra con el mundo sonoro que nos rodea en un contexto donde e detuvo el tráfico compulsivo del sistema, las aves volvieron a entonar más fuerte que nunca su canto y el viento volvió a sentirse más musical.-
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