Cuando
pensamos en la Iglesia Católica, actualmente sólo podemos imaginar cosas
horribles como los miles de abusos que curas pedófilos han cometido con total
impunidad a lo largo de los últimos 30 o 40 años. Una religión dogmática cuyo
poder e influencia en el mundo Occidental ha frenado muchos avances sociales y
políticos. La censura y los limites estrechos que la Iglesia tras la religión Católica
ha provocado son innumerables, pero como una especie de daga con dos puntas,
paradójicamente, el arte se ha sabido servir muy bien de las obsesiones más místicas
de esta religión, a diferencia de otras. “Gracias” al catolicismo se han
producido muchas obras pictóricas y arquitectónicas grandilocuentes y en el
terreno musical tampoco se queda tan atrás, quizás uno de los últimos hitos más
grandes al respecto es esta ópera rock devenida en musical que toma la historia
de Jesucristo de una forma muy singular a lo ya hecho hasta ese momento de
forma mainstream. Rompió esquemas, pese a ceñirse bastante a lo que sería la
historia oficial que retratan los evangelios, no obstante, sigue siendo un
verdadero baluarte dentro de la cultura popular y quizás el único intento hasta
ahora de humanizar una historia que a cualquiera formado en una cultura
católica, le han metido hasta por el ombligo de un modo ultra dogmático.
Una
psicología de personajes emblemáticos tras una ópera de rock progresivo
Los setenta es ese pedazo de década en que la música mainstream tomaría rumbos tan osados y apasionantes que hasta el día de hoy seguimos recibiendo aquella influencia de estilos que están ya muertos como lo son la música Disco, por ejemplo. Pero también tenemos el surgimiento del rock progresivo con la aparición de bandas tan conocidas e impactantes hasta hoy como Pink Floyd, Rare Earth o The doors.
A
principios de la década, dos jóvenes ingleses Andrew Lloyd Webber y Tim Rice,
entusiastas de las óperas y musicales de los años 50’ compusieron una basada en
los últimos días de Jesús. Esta sería su segundo trabajo luego del exitoso
álbum conceptual Joseph and the Amazing Technicolor Dreamcoat lanzado en 1968 y
que se basaba en la historia bíblica de José hijo de Jacob.
La
idea descabellada de llevar una interpretación mucho más humana sobre la última
etapa de Cristo musicalizada por rock progresivo que estaba muy en ciernes en
ese momento, no fue muy tomada en cuenta por ninguna productora especializada
por lo que el sueño de un musical pomposo tuvo que limitarse simplemente a ser
un disco conceptual que se grabó muy rápido, con las voces de Ian Gillan (vocalista
de Deep Purple) y Murray Head (cantante de “Say It Ain't So, Joe”) como principales cantantes
así como la participación del bajista Alan Spenner (Kokomo), el baterista Bruce
Rowland (The Grease band) y los guitarristas Neil Hubbard (Kokoma) y Chris
Spedding (The wombles).
Quizás
simplemente porque las letras de Tim Rice son excelentes y nos sumergen en una
psicología de personajes que nos permiten empatizar con esos nombres bíblicos
que durante toda la vida entendimos como sagrados, o porque la música era
exorbitante (pensemos que el rock progresivo aún no explotaba del todo) y el
disco obtuvo una muy buena recepción tanto que pronto se producirían giras,
luego el musical y más tarde una película. Por supuesto, algunos grupos
religiosos no fueron capaces de tolerar esta interpretación de Jesús quien
durante gran parte del musical se le muestra como un hombre de carne y hueso,
en muchos momentos incluso un poco sobre pasado por el alcance al que había
llegado su mensaje y además se hace mucho hincapié en sus momentos de duda
frente a la voluntad de Dios, al mismo tiempo que se explora mucho más las
razones de por qué Judas traiciono a Jesús, no por treinta monedas, si no
porque se sentía frustrado por el camino revolucionario que su líder estaba
tomando, ahora mucho más encerrado en una idea mesiánica. A lo largo de toda la
obra Judas dialoga con Jesús (o intenta hacerlo) respecto a esta pomposidad de
la que él parece renegar sin éxito. Además personajes como Poncio Pilatos,
María Magdalena e incluso Caifas, son explorados a un nivel mucho más intenso y
van más allá de la simple línea de buenos y malos que las interpretaciones
básicas de la biblia han exhibido y promulgado hacía sus seguidores.
Pese
a los movimientos de censura por parte de la iglesia y ciertos seguidores que
vieron este trabajo como una verdadera blasfemia a su fe, de todos modos la
música fue tan buena y la historia tan efervescente que el musical se adaptó en
varios países siendo uno de los mejores logrados y alabado por sus mismos
creadores, la versión Española de 1975 que es la que nos ocupa.
El
gran golpe de Camilo Sesto
Adquirir
los derechos del musical y costear la producción de su adaptación fue una de
las decisiones más extrañas, pero al mismo tiempo lucidas del artista Español
de baladas Camilo Sesto, conocido por himnos emblemáticos como “Vivir así es
morir de amor” o “Melina”. Este disco le permitió a Camilo Sesto superar la
barrera de su propio éxito y convertirse en una verdadera super estrella de la
música hispana. Justamente esta gran versión del musical fue la que llego a
Chile (en plena dictadura militar) y se conoció ampliamente, siendo la versión
original una mera anécdota, es por ello que me permito rescatar esta versión
como uno de mis discos favoritos ya que prácticamente temas como “Canción de
Judas” o “Getsemani” bajo esta versión son verdaderos clásicos de la
cultura musical latina.
Yo
recuerdo que a mis 10 años tuve la suerte de ver una versión escolar de este
musical. Claro, en ese momento estudiaba en un colegio privado y realmente la
producción me pareció impactante, pero inevitablemente la música y la fuerza
del joven que interpretaba a Judas quedo en mi cabeza por mucho tiempo hasta
que di en mi juventud con este trabajo en un local de discos usados, para esas
alturas ya sabía de que se trataba la obra, pues con una formación en colegios
católicos era imposible que no se echara mano a quizás el único reducto de
frescura que la religión tenía para llegar a la juventud (pese a que se trataba
de un musical con más de dos décadas y que en un principio sectores de la
iglesia se opusieron fieramente) Nunca compré el disco, pero recuerdo esa tarde
en que le pedí al tipo que atendía el local que lo pusiera y nos quedamos
escuchándolo durante esa tarde de lluvia mientras él me explicaba varias cosas
musicales de la obra que a estas alturas de mi vida, pues ya olvide, pero algo
siempre me quedo en la retina y es que esta obra es tan buena justamente porque
no dibuja a Jesús como el hijo de Dios, sino como un hombre que empieza a
perder el norte con respecto a su revolución y a Judas como el verdadero
protagonista de la historia.
La
gran canción de este trabajo es sin duda “Getsemaní (Oración del huerto)”
interpretada íntegramente por Camilo Sesto quien lleva adelante una melodía
vocal tan potente e inolvidable que se convirtió en el punto más alto de su
carrera. La versión de Camilo es sobrecogedora y también desgarradora gracias a
ese falsete tan alto que lanza casi al final, un canto de verdadero hard rock
que le exige mucho a quien se atreva a interpretarla. La musicalización a cargo
del grupo español de rock progresivo Los Canarios, supo amoldar muy bien las
melodías originales que ya son bastante densas, en un compacto de banda que
recuerda en muchos momentos a Genesis, sus mejores momentos, en donde se puede
ver un intento de sobresalir de la versión original es en la intensa “Muerte
de Judas” llena de sonidos explosivos y guitarras complejas que da paso a
secciones acústicas, por cierto el papel de Judas en este caso es interpretado
por Teddy Bautista, vocalista de Los Canarios, quien se lleva en la mayor parte
las secciones más interesantes del musical como la canción recién mencionada o
la estruendosa “Canción de Judas” en donde se puede explicar un poco
mejor las ansias revolucionarias del apóstol que chocan con la mirada pacifista
de Jesús.
El
rock más festivo con guitarras distorsionadas y un bajo potentísimo podemos
encontrarlo en momentos casi funki y con toques de buen gospel como “Superstar”
o “Dinos lo que va a pasar” ahora para momentos más hard rock esta la
estruendosa “El templo” momento de no retorno en la historia del llamado
mesías, quizás una de las canciones más metaleras dentro del disco. Momentos un
poco más hibridos que juegan con el pop podemos encontrar en “Negaciones de Pedro”
(que inevitablemente me recuerda a gran parte del disco Jesús de Chamberry
de la odiada banda española Mago de Oz) La solemnidad trágica suele venir en
temas como “Simon Zelotes”, “Sueño de Pilatos”, “Jesús Morirá”
(en la voz profunda y retumbante de Caifas, cortesía de Carlos Chausson) o la
sorprendente y muy basada en The Who “Palacio de Pilatos”
Otro
de mis temas preferidos es la cabaretera “Canción de Herodes” una
especie de oda al hedonismo que le da un aire muy estiloso a la densidad que se
venía dando para ese momento de la historia. La participación de María
Magdalena - en este caso en la voz de Ángela Carrasco - pese a que se pone en
cierta entrelinea esa relación que algunos evangelios apócrifos han dicho que
tuvo con Jesús, y fue sin duda el punto más polémico en su momento, en lo
personal no siento que se lleve grandes momentos musicales, pero sí ayuda a
darle más dramatismo a la historia.
La
psicodelia alucinante de “La crucifixión” o la apacible “Todo ha sido
un sueño” nos guían por un viaje psicodélico y vistozo que envuelve de un
modo épico, con texturas electrónicas, pero con un rock de primera mano y al mismo haciendo el viaje del disco mucho más interesante. Con un concepto tan claro
y rompe esquemas, y una música tan bien desarrollada y que pese a los años, no
pierde su impacto, este disco es sin duda uno de los mejores trabajos (junto
con la grandilocuente película de 1961 Rey de Reyes) que se pueden asociar a la
religión Católica y Jesús.
PD: Buscando información sobre el disco me tope con este perfecto video del canal Music Radar Clan en donde disecciona mucho más este mensaje más humano que la historia del musical pretende transmitir.
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