jueves, 11 de noviembre de 2021

100 Discos para mis treinta: #19 The Mars Volta - Frances the Mute (2005)

 
Bien difícil la tenían los muchachos de The Mars Volta para lanzar algo tan llamativo, interesante, psicodélico y potente como lo fue su debut Deloused in the Comatorium del 2003, el cual considero un clásico de la era moderna y que consigue superar en mucho el estilo y marca de la ex banda de la que salieron los principales componentes de este grupo, me refiero a la post-hardcore At the drive in (de quienes también hice una reseña). Frances the Mute es ese tipo de discos que a primera vista parece un pretensioso edificio de egocentrismo e incluso puede tornar algo desesperado por explotar un sonido psicodelico, pero la producción tiene esa extraña particularidad de ser una placa que mejora a cada escucha y los múltiples detalles que arman minuciosamente la estructura de los temas, le dan una atmosfera única, distinguiendolo por sobre la maravillosa trilogía de los primeros trabajos que  la banda de Cedric Bixler Zavala y Omar Rodríguez-López crearon en la primera mitad de la década de los 2000´s.


Un viaje en medio del accidente


 
The Mars Volta es un grupo al que le tengo cariño, los descubrí en el 2008 y empecé con su discografía de atrás para adelante. Obviamente el antecedente de haber escuchado y disfrutado At the drive in me confundió un poco al concoerlos, ya que esperaba ser atropellado por la fuerza más hardcore. De a poco fui descubriendo la historia del grupo: Luego de la separación de At the drive in (justo después de haber firmado su maravillosa Relationship of Comand) Omar Rodríguez algo apabullado por la falta de inventiva del hardcore empezó a buscar con lo que experimentar, lo acompaño en ese viaje el vocalista Cedric quien por esos años (y creo que hasta el día de hoy) era su total partner. Mientras el guitarrista principal de At the drive in junto con su destacado baterista  decidieron seguir explorando los sonidos potentes del post hardcore mediante la banda SPARTA, Omar y Cedric comenzaron sus experimentos primero con la extraña De Facto, una odisea de música dub, pero bastante psicodélica, con aires enrarecidos similares a, por ejemplo, el proyecto de Sean Lennon y Les Claypol. De Facto no duró mucho, pero sirvió para decidir a Rodriguez a aventurarse con un proyecto que abarcara directamente el rock progresivo, recuperando especialmente aquella esencia de los grupos de rock in oposition de los setenta como Magma.
 
 
Tal vez porque nadie realmente se lo esperaba, o tal vez porque el mismo rock progresivo de esos años se había dormido bastante en los laureles del virtuosismo onanista que la irrupción de Deloused in the Comatorium fue todo un golpe de efecto: Progresivos, pero desprolijos. Es decir, The Mars Volta seguía exudando energía punk desastrosa, caótica, pero ahora con un fuerte rasgo psicodélico e incluso demencial, que hacía la total diferencia. Se trataba de un combinado que para aquellxs que sólo se habían quedado con At The Drive In, resultaba hasta chocante, pero muy atractivo, ya que este rock progresivo que proponían no tenía nada que ver con la dimensión prolija de Dream Theater. The Mars Volta se sentían como algo fresco tanto para ese momento e incluso para hoy. No obstante, si bien una banda puede presentar una propuesta rara y pegarla comercialmente, suele ser difícil que para su segundo disco, o mantenga el nivel de creatividad o bien el nivel de interés y frescura sea el mismo. En este caso The Mars Volta lo logró con su segundo disco y de hecho, luego también acertarían otro gran golpe con su siguiente disco del 2006 Amputechture. De esta excelente trilogía inicial, yo me quedo sin dudas con Frances the Mute, al ser un disco que venía a desafiar la lógica del anterior, tanto en la forma en como estaban distribuidas las canciones y se componían, sin ser un disco conceptual sobre un accidente, igualmente suena como un choque fatal.

Esa es la gracia del disco, la guitarra de Omar (quien también se encargo de la producción) consigue ordenar el caos o al menos justificarlo con el sonido de su siempre inquieto instrumento, al más puro estilo de artistas que estuvieron alguna vez a la cabeza de la vanguardia como Frank Zappa, Miles Davis o John Coltrane, y por qué no mencionarlos, también a los mismos King Crimson que ciertos discos de su etapa más madura abundan como influencia para este trabajo. Y hablando del bendito desorden, el disco en su presentación ya se muestra atractivamente caótico, consta de cinco canciones (Inicialmente serían seis, pero la canción Frances The Mute termino siendo lanzada dentro del single The Window debido a restricciones de tiempo) Mientras que la última canción, Cassandra Gemini, ¡de una ridícula duración de 32 minutos! esta dividida en 8 tracks individuales, lo que finalmente da un total de 12 tracks.

Con respecto a la historia de fondo que ilustra las letras de un lucido Cedric (aunque por esos años muy metido en los alucinógenos) parecen de un tono morbido e implacable, propio de una película de Gaspar Noe, sin desenlaces explicables y momentos llenos de sordidez, consiste en relatos basados sobre un supuesto diario de vida de un personaje macabro: Cygnus, quien fue un asesino con un pasado terrible (su madre que nunca conoció fue violada y asesinada) prostituto, drogadicto y enfermo de SIDA que decidió esparcir su enfermedad a un sinfín de víctimas, las cuales va relatando en su testimonial diario. Todo esto de algún modo también funciona como tributo a la figura de Jeremy Ward, el ingeniero y músico muerto por sobredosis de heroína en la gira del Deloused in the Comatorium, quien trabajaba en una empresa como restaurador de autos y supuestamente encontró en la parte trasera de un vehiculo un extraño diario de vida  con estos relatos, ahí es donde entró la adaptación de Cedric.

Adentrándose en lo macabro
 

 
El disco empieza con Cygnus…Vismund Cygnus (13:02), su primera sección Sarcophagi abre de manera turbia, pero al mismo tiempo calmada: guitarras que parecen estar probando cuerdas y voces lejanas como parte de un sueño. Esto se rompe con Umbilical Syllables, una descarga de energia en donde la bateria y la guitarra se disputan el ruido, junto a coros en español (no olvidemos que el origen de Cedric y Omar es Puerto Rico) de pronto pausas inesperadas abundan en esta corta sección llena de estímulos auditivos. Facilis Descenus Averni nos hace descender hacia una exquisita base de groove, a través de un riff rítmicamente cortopunzante, el cual se evoca nuevamente por un segundo después de la sección de groove para ebullir en un calderón de sintetizadores y sonidos aleatorios que se desvanecen frente a un hi-hat constante y un bajo tranquilo, los cuales realizan una base sólida para que un primer solo de guitarra se empiece a manifestar con todas las técnicas y recursos que solo le podría imprimir una persona que lo último que quiere hacer con su instrumento es que suene como una guitarra clásica. La experiencia concluye con  Safo, mucha  energía de golpe que no tarda en desvanecerse, presentando unos sonidos “radiales”, voces en diálogos aleatorios, ambientación urbana, ruidos de transistores y sintetizadores; lentamente se presenta un Synth Bass arpegiando y marcando el nudo que le da orden a esta sección, conectando por medio de ruidos aleatorios con el siguiente track.
 
 
 
The Widow es la sórdida historia de una mujer que quiere "suicidarse" infectándose de Sida por el protagonista de esta historia, esto tras estar sumergida en una depresión debido a la muerte de su pareja. Fue el sencillo elegido para promocionar el disco y despliega melancolía gracias a su coro doloroso y pasional. A lo lejos se escucha una trompeta interpretada por el mismísimo Flea de los Red Hot Chilli Peppers (quien ya había tocado el bajo en el disco anterior) la guitarra torna mucho más introspectiva y el cierre va cediendo nuevamente al ruidismo y la aleatoriedad sonora. 



L´Via L´Viaquez es toda una sorpresa, desde que la escuche la sentí como mi preferida. Parte con una introducción que enlaza con el ruidismo final del tema anterior, para luego arremeter en una explosión de música más cercana a las composiciones del primer disco, hasta llegar al poderoso coro en donde la influencia latina de los integrantes del grupo se deja sentir gracias a una percución salsera, unos teclados de piano que mantienen el ritmo de una guajira. La letra oscila en una especie de spanglish un poco difícil de descodificar, pero melodicamente se acopla bastante bien a los distintos climas. Vale decir que los dos primeros solos de guitarra en este caso corrieron de la mano del talentoso John Frusciante que junto a Omar Rodríguez-Lopéz harían tan buenas migas que a futuro seguirían trabajando juntos en proyectos donde exprimirían la guitarra en largas sesiones de jam. Volviendo a la canción, es un deleite eclectico, a ratos parece pura improvisación que consigue alucinar por sus locuaces pasajes. 

Miranda that ghost just isn’t holy anymore arranca fantasmal, atmosferica, incluso tetrica, narrativamente se cuenta cuando Cygnus conoce a su abuela quien le revela la verdad sobre el brutal asesinato de su madre Miranda. La canción va progresando en acordes, ruidos y sensaciones, recordando mucho a los proyectos heredados del King Crimson post 2000. Una trompeta, cuerdas de violines, un bajo que aflora con total consistencia. El tema se gana el derecho de ser el más barroco del disco y aún así no perderse en el estilo tan particular de la banda. El apoteósico final con Cassandra, canción que se subdivide en 8 secciones, es de lo más surrealista en cuanto a letra. Aquí Cygnus confronta a Cassandra, una supuesta hermana gemela, pero como dijimos, el desenlace es totalmente abierto. En cuanto a lo músical, es realmente complejo, llena de instrumentos de viento como flautas, saxofón, trombón,  guitarras envolventes y completamente desatadas, percusión trepidante y muy técnica. Se trata de una de las composiciones más arriesgadas  y por ende a ratos roza cierta perfección, pero realmente el tema en si es un viaje que merece casi una atención única al resto del disco. 

Frances the Mute es un disco ambiciosos, elevó aún más el nivel de locura que la banda estaba consiguiendo. Hay muchas técnicas compositivas: atonalismo, minimalismo, ritmos de jazz, momentos de música Latina, Rock progresivo cercano a la vieja escuela, percuciones más tribales, otras más técnicas, aportes de grandes figuras del rock...En fin, es un trabajo complejo que puede llegar a marear o incluso intimidar, pero es un nexo para quienes disfrutan por igual del rock progresivo de la estirpe de bandas como Tool a King Crimosn, así como quienes sean curiosxs aficionadxs del ruidismo más vanguardista.-  

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