El escenario electoral en Chile es realmente intenso, luego de muchos años
de apatía ciudadana frente a una elección presidencial, 2021 parece ser un
quiebre con esa continuidad anímica por parte del electorado a la hora de llevar
adelante esta mal llamada “Fiesta de la Democracia”
Chile y el espíritu facho
La actual situación de tensión electoral y de entusiasmo propagandístico, resulta inédita en el contexto de los últimos 30 años, pero no es producto de ningún azar: La revuelta social del 2019, el histórico plebiscito por una nueva constitución y el actual proceso en el que se desenvuelven lxs contituyentes, son indudables factores que han caldeado las expectativas de la elección presidencial de este año a extremos casi radicales por gran parte del pueblo Chileno, pero a esto también hay que sumarle un factor de tendencia mundial, la avanzada republicana de ultra derecha. Desde que Trump asumió el poder de la Casa Blanca y luego Bolsonaro lo hiciese en Brasil, los discursos de ultra derecha parecen ya no tener freno en el marco de la opinión pública. De esta forma, incluso acá en Argentina, un personaje errático como Javier Milei, que hace un par de años calificaría como un meme viviente, está consiguiendo legitimarse dentro de su llamado partido “Libertario”, que no es otra cosa que marcadas ideas neoliberales enfocadas en un conservadurismo medieval.
Bien, pues, como reflejo del Argentino en Chile (y bajo su propio recorrido
político) irrumpió primero a modo de burla y ahora como un serio contendiente
al Poder por La Moneda, José Antonio Kast, una figura de ultra derecha que ha
manifestado sin el menor pudor las ideas más rancias de su sector. Irónicamente,
pese a toda la coyuntura de cambio social que el pueblo ha exigido en
reiteradas ocasiones, Kast y todo lo que representa su pensamiento, está muy
cerca de convertirse en el próximo presidente de Chile.
A mi entender la derecha en Chile está totalmente consolidada en las capas
más superficiales del pensamiento popular, el sólo hecho que aún exista gente defendiendo
o al menos relativizando el horror de lo que fue una brutal dictadura militar
es algo que dice mucho. La tan mentada Transición Democrática con gobiernos de
centro-izquierda que nunca fueron capaces de desligarse de las ideas
retrogradas de la derecha fascista sino más bien maquillarlas para hacerlas
parecer superadas o no tan terribles, es algo que se puede verificar a la hora
de notar a tanto político fosilizado emitiendo opiniones de ese estilo a través
de la televisión abierta, porque supuestamente su opinión sigue representando a
la de una “silenciosa mayoría”. Además, el desprestigio ciudadano hacía la
clase política que ha demostrado un obsceno maridaje con el mundo de los
negocios, pasa factura, lo evidente está en Sebastián Piñera, un presidente-empresario
de “centro-derecha” que actualmente es investigado por sus paraísos fiscales, pero
que a lo largo de toda su trayectoria pública se ha visto envuelto en tácticas
sucias tanto políticas como empresariales. De algún modo esto repercute en la
idea popular de que lxs politicxs se han desvirtuado y necesitan dar muestra
de rígidos valores morales por supuesto valores morales que sólo pueden
caer en el saco de la derecha más extrema. Pero hay más elementos que dan
muestra de que Chile sigue siendo un país muy fascista, por ejemplo, mucha
gente, a pesar de todo, aún ampara a una policía totalmente represiva que ha
mutilado y torturado a mansalva incluso mucho antes del 18 de Octubre, para qué
hablar de la actual militarización de la Araucanía, que es básicamente la
bandera verde que ha levantado el gobierno para matar Mapuches involucradxs en
un sangriento conflicto que ha terminado arrinconando al Pueblo autóctono en un
callejón donde la única salida posible parece ser la legitima defensa por medio
de la violencia, algo que igualmente comparten muchxs chilenxs a la hora de salir a la calle a
exigir derechos civiles, pero que para otro sector parece ser sólo muestra de
la caótica situación del país por falta de mano dura. Por último, a todo esto,
le podemos sumar un sistema neoliberal que se cae a pedazos y ha terminado
ahogando la estabilidad mental de mucha gente, pero que aun así es defendido
(con algo de resignación) por la mayoría. Frente a todo esto de algún modo se
puede entender el por qué exista un espíritu tan conservador en el país y que
vea a Kast como la encarnación material de aquello.
El pensamiento fascista totalmente legitimado
El resto de lxs actuales candidatxs presidenciales representan (salvo Eduardo
Artes, exponente de una izquierda vetusta y oxidada) más de lo mismo, por mucho
que se esfuercen en encajar en la mentalidad tan doble cara del Pueblo Chileno, que
por un lado exige cambios en la Constitución heredada de Pinochet, pero tampoco
busca hacerse cargo de las problemáticas sociales sin que Papá-Estado medie o
de generar verdaderos cambios en el draconiano sistema económico que les rige.
No obstante, el problema de que Kast llegue a salir electo como presidente creo
que va incluso más allá de la disminución de planes sociales o proyectos con
aires más progresistas que mínimamente el país ha intentado impulsar, ciertamente
algo de eso igual se daría, en mayor o menor medida, si saliese electo o electa
cualquier otrx candidatx, pero lo de Kast va un poco más allá. Su figura
despierta inevitablemente pasiones, especialmente - y muy a mi pesar - en la
gente joven, la generación Z. Con Kast como eventual presidente, el espíritu más
fascista del pueblo Chileno que durante este último tiempo se mantuvo en una
especie de recato, ahora se sentiría totalmente legitimado, lo que generaría una
verdadera división social. Kast sólo radicaliza los discursos, al igual que
Trump o Bolsonaro, basta decir que una de las propuestas serias de su eventual gobierno
sería crear una zanja en la frontera del Norte de Chile para “regular” la
entrada de inmigrantes.
Cuando problemáticas como la inmigración, la delincuencia, el narcotráfico son
respondidas con soluciones poco estructuradas y de verdadero control militar, no se puede ahondar
mucho más en debates e ideas. A Kast, al igual que Bolsonaro, lo apoya un
sector evangelista muy fundamentalista, por lo que cualquier avance en materia
de genero o diversidad será una constante puja. Claro, no es que actualmente las
cosas sean más fáciles en dichas materias, sin embargo, con alguien como Kast en
el poder, el racismo, las expresiones de odio hacía las disidencias sexuales, el
machismo…todo eso será moneda corriente en el día a día bajo el eslogan “Es mi libertad de pensamiento” y ante ello
evidentemente no se puede esperar una respuesta moderada.
Lo que más llama mi atención, repito, es el incombustible apoyo de personas
muy jóvenes hacía la figura de este político, quien siguiendo la cuestionable
estrategia de empresas del estilo como Cambridge Analytica, ha propagado Fakes
News y bots por la red, encontrando la formula de llegar a una generación que históricamente
se ha identificado de manera escéptica frente a estos procesos electorales.
No soy quien, para llamar a votar, ni yo mismo siento confianza en estos procesos, pero sí puedo sugerir hacer el ejercicio de imaginar un país gobernado por este individuo que abiertamente no oculta su fascismo y que por primera vez desde la vuelta a la “Democracia” ha manifestado su admiración a la dictadura de Pinochet, algo que ni siquiera históricos dirigentes del partido más conservador de chile (salvo una que otra excepción) se han atrevido a admitir públicamente. Escojamos bien a nuestrxs enemigxs, la estrategia es una parte central de la guerra, la cual no siempre se gana peleando en acción directa, quizás eso fue lo que entendió Kast y le está resultando ventajoso.-
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