lunes, 1 de noviembre de 2021

Deseos de cambio dentro de un espíritu Fascista



El escenario electoral en Chile es realmente intenso, luego de muchos años de apatía ciudadana frente a una elección presidencial, 2021 parece ser un quiebre con esa continuidad anímica por parte del electorado a la hora de llevar adelante esta mal llamada “Fiesta de la Democracia”

Chile y el espíritu facho

La actual situación de tensión electoral y de entusiasmo propagandístico, resulta inédita en el contexto de los últimos 30 años, pero no es producto de ningún azar: La revuelta social del 2019, el histórico plebiscito por una nueva constitución y el actual proceso en el que se desenvuelven lxs contituyentes, son indudables factores que han caldeado las expectativas de la elección presidencial de este año a extremos casi radicales por gran parte del pueblo Chileno, pero a esto también hay que sumarle un factor de tendencia mundial, la avanzada republicana de ultra derecha. Desde que Trump asumió el poder de la Casa Blanca y luego Bolsonaro lo hiciese en Brasil, los discursos de ultra derecha parecen ya no tener freno en el marco de la opinión pública. De esta forma, incluso acá en Argentina, un personaje errático como Javier Milei, que hace un par de años calificaría como un meme viviente, está consiguiendo legitimarse dentro de su llamado partido “Libertario”, que no es otra cosa que marcadas ideas neoliberales enfocadas en un conservadurismo medieval.

Bien, pues, como reflejo del Argentino en Chile (y bajo su propio recorrido político) irrumpió primero a modo de burla y ahora como un serio contendiente al Poder por La Moneda, José Antonio Kast, una figura de ultra derecha que ha manifestado sin el menor pudor las ideas más rancias de su sector. Irónicamente, pese a toda la coyuntura de cambio social que el pueblo ha exigido en reiteradas ocasiones, Kast y todo lo que representa su pensamiento, está muy cerca de convertirse en el próximo presidente de Chile.

A mi entender la derecha en Chile está totalmente consolidada en las capas más superficiales del pensamiento popular, el sólo hecho que aún exista gente defendiendo o al menos relativizando el horror de lo que fue una brutal dictadura militar es algo que dice mucho. La tan mentada Transición Democrática con gobiernos de centro-izquierda que nunca fueron capaces de desligarse de las ideas retrogradas de la derecha fascista sino más bien maquillarlas para hacerlas parecer superadas o no tan terribles, es algo que se puede verificar a la hora de notar a tanto político fosilizado emitiendo opiniones de ese estilo a través de la televisión abierta, porque supuestamente su opinión sigue representando a la de una “silenciosa mayoría”. Además, el desprestigio ciudadano hacía la clase política que ha demostrado un obsceno maridaje con el mundo de los negocios, pasa factura, lo evidente está en Sebastián Piñera, un presidente-empresario de “centro-derecha” que actualmente es investigado por sus paraísos fiscales, pero que a lo largo de toda su trayectoria pública se ha visto envuelto en tácticas sucias tanto políticas como empresariales. De algún modo esto repercute en la idea popular de que lxs politicxs se han desvirtuado y necesitan dar muestra de rígidos valores morales por supuesto valores morales que sólo pueden caer en el saco de la derecha más extrema. Pero hay más elementos que dan muestra de que Chile sigue siendo un país muy fascista, por ejemplo, mucha gente, a pesar de todo, aún ampara a una policía totalmente represiva que ha mutilado y torturado a mansalva incluso mucho antes del 18 de Octubre, para qué hablar de la actual militarización de la Araucanía, que es básicamente la bandera verde que ha levantado el gobierno para matar Mapuches involucradxs en un sangriento conflicto que ha terminado arrinconando al Pueblo autóctono en un callejón donde la única salida posible parece ser la legitima defensa por medio de la violencia, algo que igualmente comparten muchxs  chilenxs a la hora de salir a la calle a exigir derechos civiles, pero que para otro sector parece ser sólo muestra de la caótica situación del país por falta de mano dura. Por último, a todo esto, le podemos sumar un sistema neoliberal que se cae a pedazos y ha terminado ahogando la estabilidad mental de mucha gente, pero que aun así es defendido (con algo de resignación) por la mayoría. Frente a todo esto de algún modo se puede entender el por qué exista un espíritu tan conservador en el país y que vea a Kast como la encarnación material de aquello.

El pensamiento fascista totalmente legitimado



El resto de lxs actuales candidatxs presidenciales representan (salvo Eduardo Artes, exponente de una izquierda vetusta y oxidada) más de lo mismo, por mucho que se esfuercen en encajar en la mentalidad tan doble cara del Pueblo Chileno, que por un lado exige cambios en la Constitución heredada de Pinochet, pero tampoco busca hacerse cargo de las problemáticas sociales sin que Papá-Estado medie o de generar verdaderos cambios en el draconiano sistema económico que les rige. No obstante, el problema de que Kast llegue a salir electo como presidente creo que va incluso más allá de la disminución de planes sociales o proyectos con aires más progresistas que mínimamente el país ha intentado impulsar, ciertamente algo de eso igual se daría, en mayor o menor medida, si saliese electo o electa cualquier otrx candidatx, pero lo de Kast va un poco más allá. Su figura despierta inevitablemente pasiones, especialmente - y muy a mi pesar - en la gente joven, la generación Z. Con Kast como eventual presidente, el espíritu más fascista del pueblo Chileno que durante este último tiempo se mantuvo en una especie de recato, ahora se sentiría totalmente legitimado, lo que generaría una verdadera división social. Kast sólo radicaliza los discursos, al igual que Trump o Bolsonaro, basta decir que una de las propuestas serias de su eventual gobierno sería crear una zanja en la frontera del Norte de Chile para “regular” la entrada de inmigrantes.

Cuando problemáticas como la inmigración, la delincuencia, el narcotráfico son respondidas con soluciones poco estructuradas y de verdadero control militar, no se puede ahondar mucho más en debates e ideas. A Kast, al igual que Bolsonaro, lo apoya un sector evangelista muy fundamentalista, por lo que cualquier avance en materia de genero o diversidad será una constante puja. Claro, no es que actualmente las cosas sean más fáciles en dichas materias, sin embargo, con alguien como Kast en el poder, el racismo, las expresiones de odio hacía las disidencias sexuales, el machismo…todo eso será moneda corriente en el día a día bajo el eslogan  “Es mi libertad de pensamiento” y ante ello evidentemente no se puede esperar una respuesta moderada.

Lo que más llama mi atención, repito, es el incombustible apoyo de personas muy jóvenes hacía la figura de este político, quien siguiendo la cuestionable estrategia de empresas del estilo como Cambridge Analytica, ha propagado Fakes News y bots por la red, encontrando la formula de llegar a una generación que históricamente se ha identificado de manera escéptica frente a estos procesos electorales.

No soy quien, para llamar a votar, ni yo mismo siento confianza en estos procesos, pero sí puedo sugerir hacer el ejercicio de imaginar un país gobernado por este individuo que abiertamente no oculta su fascismo y que por primera vez desde la vuelta a la “Democracia” ha manifestado su admiración a la dictadura de Pinochet, algo que ni siquiera históricos dirigentes del partido más conservador de chile (salvo una que otra excepción) se han atrevido a admitir públicamente. Escojamos bien a nuestrxs enemigxs, la estrategia es una parte central de la guerra, la cual no siempre se gana peleando en acción directa, quizás eso fue lo que entendió Kast y le está resultando ventajoso.-


Y pensar que esto ocurrió hace poquito más de 1 año.

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