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jueves, 17 de febrero de 2022
100 Discos para mis treinta: #00 BONUS TRACK - 10 DISCOS QUE QUEDARON EN EL TINTERO
No hay plazo que no se cumpla y ya por fin luego de tres años hemos llegado
al TOP 10 de esta lista. Debo decir que salvo algunas excepciones no siempre
tuve claro cuáles discos entrarían en todos los lugares. Como pueden sospechar
me encanta escuchar y hablar de música, cada tanto descubro nuevos discos que
me emocionan y digo ¿por qué no meterlos a la lista? Por lo mismo, para evitar
tanta impulsividad, el filtro que uso para que tal disco entre o no, si bien es
muy subjetivo, esta atravesado por elementos no sólo de calidad musical en
cuanto a la obra sino muchas veces por alguna historia personal que me vincule
con el trabajo, entrando en mi propio canon de clásicos que siempre recomendaré.
Si echan un vistazo a esta lista podrán darse cuenta que encontrarán de
todo porque algo que sí me impuse de manera media obsesiva a la hora de armar
esta lista es que entre la mayor cantidad de géneros musicales posibles
algo que tampoco lograré del todo porque hay ciertos géneros que me empujan más
que otros y poner un disco de música clásica – por ejemplo - sólo porque sí,
sería muy falso de mí parte. De todos modos, como soy insaciable y no me basta
con 100 discos, he decidido crear esta entrada especial en donde incluiré así a
la rápida 10 Discos más los cuales muchas
veces considere en meter en el conteo, pero por una u otra razón no quedaron.
Así que estos serían las menciones honrosas o si prefieren los discos que
quedaron desde el lugar 101 al 110. Ya la próxima semana comenzaremos firme con
el descenso hasta el número 1 y terminaremos este proyecto que bien largo se me
hizo, pero que no les miento, he disfrutado un montón de realizar.
10.- Lil Kim – Hardcore (1996)
De la escuela de Biggie, Puff Daddy y el flow de la East Coast de la década
de los noventa, nos llega uno de los discos de rap más desenvueltos en cuanto a
beats y ritmos. Interpretado por una debutante, pero al mismo tiempo ya mega
experimentada del área, Lil Kim, consiguió poner a todxs con las orejas paradas
al dar rienda suelta a un flow que pocas se atrevían a enarbolar a la hora de
las rimas. Para la época fue un duro golpe al machismo reinante dentro de la
Industria discográfica del rap (no del Hip Hop de la calle, esa es otra
historia) pese a que estaba producido y dirigido por muchos de los que
propagaban ese tipo de machismo toxico en el rubro, aun así el empoderamiento
de la Kim a través de lo explícito de sus temáticas sexuales no dejo a nadie
indiferente y fue un punta pie inicial para que otras chicas se atreviesen a
rapear con temáticas como el trabajo sexual, las fantasías eróticas y la jarana
propia de fiestas descontroladas, una total antecesora de las chicas que ahora
promulgan el neo perreo como una filosofía. Si bien Lil Kim parece acoplarse a
un flow perfecto para su personalidad, el disco muchas veces se ve atravesado
por el flow de hombres, aunque ella al final siempre mantiene el trono. Recomiendo
enormemente “Drugs”, “Big Momma Thang”; “No Time” y la
excelente “Not Tonight” uno de los pocos temas que he escuchado donde la
chica directamente le habla a su pareja que no tiene ganas de coger esa noche y
que mejor él se vaya a hacer una paja para desquitarse.
09.- Alexisonfire – Alexisonfire (2002)
De mi época de fanatismo por el hardcore y sus múltiples variantes, no
puedo dejar de lado a esta banda canadiense que siempre me traspaso un caudal
de energía desbordada. Violentos, abrumadores, pero con una cuota de armonías
que conseguían pegar con la parte más emocional de mi ser, Alexisonfire es una
banda que ha sabido mantener una trayectoria respetable y para la época de este
debut discográfico su sonido explotaba con justa medida las diferentes
influencias que bebían, un sonido inicial que descrito por ellos mismos era como
una pelea a muerte con cuchillos. Desde la icónica portada que sugería un mar
de violencia, el disco ofrece momentos de confusión atmosférica, segmentos de
pura ansiedad y rabia gracias a los implacables gritos guturales de George
Pettit, pero también dan rienda suelta a pasajes calmos que sugieren una
ambigua calma. En definitiva, este disco por sus guitarras salvajes, la batería
intrépida y el vaiven de impulsos por los que te lleva cada canción, elementos adolescentes
que durante esos años de principios de milenio parecían definir muy bien a su
generación. De todos modos, mi apego a este disco es más que nada nostalgia,
recuerdo que “The Kennedy Curse” siempre fue mi canción de Post-Hardcore
predilecta. La banda en todo caso fue mejorando su fórmula y actualmente están
a otro nivel, aunque no pierden ese tenor adolescente con el que irrumpieron en
2002.
08.- System of a Down – Toxicity (2001)
Tenía 11 años y me había fanatizado con MTV y sus propuestas más irreverentes
que comúnmente estaban rodeadas de punk-pop y Nu metal, dentro de esa tropelada
de bandas buscando su minuto de fama a través de las pantallas de la gran M,
System Of a Down fue uno de los grupos que más me hipnotizo durante aquella
época. Su propuesta era consistente, con elementos teatrales en la voz de
Tankian y un discurso de denuncia social en las letras que no era tan común en
las bandas de la época, aunque pareciese lo contrario. Los Armenio-Americanos
tenían la capacidad de llevar adelante un Metal con aires únicos que le hacía
muy bien a la escena de la época, por algo destacaron tanto. Por fuera de la
etiqueta de Nu-Metal, la banda sello el estilo (junto con otros grandes
lanzamientos como el debut de Linkin Park) que la prensa musical tanto había
inflado. “Chop Suy!” era una canción que no dejaba de deslumbrarme y su
onomatopéyica letra era motivo de estudio para mí, nunca una banda a esas
alturas de mi vida (recordemos 11) me había empujado tanto a buscar el
significado de sus letras. Cuando tuve el CD del Toxicity en mis manos, lo
habré escuchado unas cien veces, cada canción era un potencial single, nunca me
aburría y siempre me parecía que todo fluía muy bien en los ambientes que cada
tema proponía. Pero por alguna razón con el pasar de los años System dejo de
generarme tanta adrenalina y fui olvidando groseramente lo mucho que me gustaba
“Toxicity”, incluso a la hora de armar esta lista, con este raspado de
olla definitivamente le tengo que dar su lugar.
07.- La Mano Ajena – Radio Galena (2008)
En algún momento, posiblemente impulsado por el cine de Kusturica el Klezmer
me motivo bastante, era música Balcánica que me sonaba exótica y llamativa. Una
vez agotados los ejemplos clásicos del estilo, descubrí a la banda chilena La
Mano Ajena, que siguiendo la línea de la experimentación sonora en cuanto a
géneros que otros grupos ligados al mundo del teatro independiente chileno estaban
creando (La Patogallina Saunmachine, por ejemplo) me sorprendieron por su
componente de idiosincrasia que le daba un sentido más autóctono a unos ritmos
que estaban bastante alejados de nuestras raíces. Pero no sólo eso, La Mano
Ajena combinaba sabiamente elementos de cumbia, boleros, cueca, música
altiplánica y hasta el infaltable punk. Con este segundo trabajo del colectivo
multicultural comandado por el multi instrumentista Rodrigo Latorre Echeverría,
la vara quedo muy alta con un disco conceptual que seguía la historia de una radio
clandestina que abre con todos los fuegos con la genial “Declaración de
principios”que apela a un cambio drástico y
violento, que llama a piratear, hackear, fotocopiar y, en ciernes, a cambiar
todo. “Radio Galena” es una transmisión que sigue una línea propia, un universo
independiente y como tal, no se rige bajo los estrictos parámetros de un disco;
hay una serie de “momentums” que anteceden, que presentan mejor dicho algunos
programas o, en otros casos, simplemente son cortinas. La mixtura de bronces,
SKA, arreglos en romané y el constante sonido de un Theremin. Elementos que me
atraparon desde el primer momento y que aún sigo venerando como una banda única
dentro del panorama musical Chileno.
06.- Joy Division – Unknown Pleasures (1979)
Un clásico ineludible para cualquier amante de la música, un estilo que
hizo derivar a un torrente de sonidos del rock y la escena electrónica de Inglaterra
que hasta el día de hoy mantiene total vigencia. El post-punk irrumpió con toda
la oscuridad que Ian Curtis podía cantarle, las atmosferas opresivas, pero
adictivas del bajo de Peter Hook y los arranques rabiosos de guitarra de Brian
Sumner o los secos y fríos golpes de batería de Stepehn Morris, todo ello crea
una sinergia perfecta para llevar adelante este debut de aura decadente y
avasallador. Es un disco que incluso su presencia dice más que su propio
contenido, porque Joy Division de algún modo es un combo que funciona directo a
nuestro cerebro y se mantiene en un ambiente ritualistico y urbano que nos sume
en la movida de inicios de los ochenta. No amaría tanto este disco sino fuese
por la película de Michael Winterbottom “24 hours party” en donde se
narra un poco el nacimiento de esta banda y el suicidio de Ian Curtis, pero
debo decir que canciones como “Disorder”, “She´s lost control” o “SHADOWPLAY”
me han hecho bailar como poseso toda la noche, así como temas más sombríos como
“New Dawn Fades” o la de cortes bien Jim Morrison “I Remember
Nothing” me han hecho alucinar mientras me fumo uno bueno. ¿Un disco que
merecía su lugar entre los 100? Probablemente, pero creo que ya en cualquiera
de las listas más glamorosas que la mía siempre figura el “Unknown Pleasures” en
los primeros puestos, supongo que no pasa nada si en la mía sólo queda como una
mención honrosa, pese a lo enorme que fue, es y será.
05.- Turnstile – Glow On (2021)
Cada tanto aparece una banda que le otorga una frescura inusitada a algún
estilo, si bien Turnstile en apariencia no parece ofrecer nada nuevo al punk de
la vieja escuela, son los detalles lo que le dan un sabor único y su cuarto
disco que viene a coronar una carrera de casi diez años. Lo particular de este
disco es lo hidratante que resulta para un genero que ya parece haber tocado
techo como el hardcore. Con cucharadas de shoegaze o dream pop le dan un tono
mucho más llamativo y hacen que el hardcore explote de manera más interesante.
Un disco que se llevo todas las palmas el año pasado por de algún modo, tal
como hizo At the drive In hace más de 20 años, proponer sonoridades tan frescas
como pegajosas. Las percusiones alocadas de “Blackout” o “Don´t Play”
así como los momentos más primaverales y amistosos que se logran enlazar con el
hardcore clásico como ocurre con la genial “Underwater Boi” o el
arranque certero de “Mysteri” Incluso hay momentos más lúdicos como pasa
en “Humanoid/Shake It Up” que en su minuto y media que corre, deja ver
momentos de pura psicodelia o la muy recomendable “New Heart Design”
donde el ritmo y la atmosfera parece emular a The Cure hasta que se corrompe
con un coro musculoso, el new wave consigue adherirse a la violencia del
Hardcore de una forma simpática y adictiva de escuchar. Turnstile, pese a su
trayectoria, aún sigue siendo una banda muy desconocida que con la producción y
propuesta llamativa de este disco han conseguida mayor relevancia. Cuando cada
año se habla de la banda que salvara el rock buscando grupos que heredan y
conservan el mismo sonido, e ignoran el esfuerzo de grupos como este o
Deaftheaven de realizar algo realmente distinto diferente con el género, llega
a dar una rabia por la ceguera que la prensa musical continúa impartiendo su
influencia.
04.- Mr. Bungle – Mr. Bungle (1991)
Recuerdo cuando conocí esta simpática banda, tenía 14 años y estaba embalado
con la música metal y hardcore, pero descubrir algo como Mr. Bungle me cambio
bastantes paradigmas en cuanto a géneros y sonidos. Los de California llevaron
adelante un debut provocativo, lleno de momentos insólitos para la música de
esa época, un poco trayendo al servicio del ¿rock, funk? elementos propios de Frank
Zappa, John Zorn (que les produjo el disco) o incluso otros más conceptuales
como collages sonoros, bueno algo que luego ampliarían con su genial “Disco
Volante”. El homónimo de esta banda sin patas ni cabeza siempre fue un
referente para cualquiera que quería explotar el rock de un modo poco
convencional, como los perfectos bufones que retratan en la portada, Mr. Bungle
se atreven con todo, pizcas de jazz, metal, ska, música de videojuegos, audios
de películas de David Lynch, películas porno, letras sobre escatología, sexo
culinario, masturbación, suicidio, historias de gente freak, asesinos de
pequeños puebluchos estadounidenses, Mr. Bungle parece tener todos los
componentes para abrumar y aún así sus canciones mantienen una energía
inusitada, es ironico que un tema como “Squeeze Me Macaroni” podría
sonar perfectamente en el soundtrack de la película La Mascara, pero además de
todo lo curioso también hay gran virtuosismo tanto en las líenas de bajo como
en “Dead Gun” o las guitarras con los quiebres más metaleros en
canciones como “My Ass i son fire” o “Love is a fist”. Una época revoltosa
y llena de locura que coronó a esta banda como una de culto, quizás esos
segmentos finales que acompañaban a cada canción alteraban el ritmo del disco e
iban de momentos interesantes como los diálogos de “Blue velvet” a otros
realmente ridículos como escuchar un hombre cagando por un minuto. Mr. Bungle
era una banda que no temía al absurdo y a la genialidad, si no, no podrían
existir canciones como “Slowly Growing Deaf” o “Stubb a Dub”
03.- Tricot – THE (2013)
El math-rock japones tiene un componente único ya que a diferencia de otros
lados, lxs nipones mantienen una esencia pop que le quita esa carga a veces tan
fría y matemática al estilo, obviamente sin dejar de lado los vicios técnicos que
hacen al estilo tan complejo de dominar. Tricot es una banda japonesa formada
por cuatro chicas que han sostenido una carrera brillante gracias a su
despliegue más emocional. La voz de Ikkyu Nakajima le da al sonido un brillo
casi resiliente, si es que es posible darle a esa palabra una característica para
describir un canto. Así mismo el torbellino instrumental refleja con maestría
los movimientos más imprevisibles como ocurre con “飛べ” o la locura más elaborada de “C&C”
que se mueve entre momentos serenos con tormentas de guitarra y baterías penetrantes.
Si te gusta las bandas más clásicas de J-Rock, es decir, aquellas que saben
llevar adelante un sonido marcado en cuanto a las tonalidades propias del canto
japones, pero con un torrente de energía extra que pese a sus artificios no se
pierde en ideas poco claras, sino es cosa de escuchar canciones tan directas y
espectaculares como “99.974˚C” cuyo coro le da una grandeza única al
sonido. Esta banda y este disco (el cual fue su debut) no te van a decepcionar y
es más será fácil fanatizarse.
02.- Como Asesinar a Felipes – Colores y Cadáveres
(2010)
El hip-hop y el jazz es una combinación
interesante que la agrupación chilena Como Asesinar a Felipes supo llevar adelante
con éxito, sobresaliendo dentro de la escena por la exquisita mixtura de
elementos de Acid Jazz impuestos por una banda robusta, llena de gags para
siempre progresar los acordes y las escalas doctas del género, haciéndolas más
propicias para las letras algo abstractas de Koala Contreras y los beat filosos
de Dj Spacio. En “Colores y Cadáveres” la banda se atreve a habitar distintas
propuestas que van más allá del ensamble de jazz y rap, de esta manera se
permiten jugar con el punk rock invitando al vocalista de la banda de punk
chilena Los Fiskales Ad-Hock, en la acelerada “Siguela” donde la batería
se atreve a machacar por fuera de los toques de jazz, por otro lado, temas como
“Opción” le dan una dimensión mucho más sublime al rap con el apoyo del
MC Epicentro. “Operación CAF” es otro gran momento del disco que remite
a la identidad melódica del grupo entre esa amalgama de beats, samplers y grabaciones
que crean un vivido collage sonoro, algo similar ocurre con la introducción a “Hora
Punta” que por medio de samplers nos va contextualizando en esos latosos
momentos de estar atrapado en un embotellamiento vehicular. CAF es una banda que
no se detuvo en su crecimiento y si bien de a poco los discos que prosiguieron
fueron desinteresándome, aún siento que es un Hip-Hop complejo de armar y que
cuesta darle certeza a la formula que puede caer en muchos lugares comunes (de
hecho siento que en otros discos la banda sí lo hace, cae en lugares comunes)
pero en “Colores y Cadáveres” parecen más sueltos y proclives a darle un tono
reflexivo, de media tarde a la música que proponen, un disco elemental para
disfrutar cuando empieza a asomarse la noche.
01.- Milk Cult – Burn or Bury (1994)
Finalmente, no quería dejar afuera a una de las joyitas más olvidadas de
los años noventa. Milk Cult fue un grupo de música experimental que llevaba la psicodelia
pop de grupos como Flaming Lips a un nivel más descarriado. Echando mano a la electrónica,
el rock e incluso elementos más del Trip Hop, su celebrado “Burn or Bury” es un
cancionero que deleita y a veces asusta por su alto grado de extrañeza, prácticamente
es un estilo que oscila entre lo más hardcore y alternativo del rock noventero,
no por nada figuras como Mike Patton, Billy Gould (Faith No More), Steve Von
Till (Neurosis) o Blake Schwarzenbach (Jawbreaker)
estan aquí con una participación casi secundaria, pero marcada, sobre todo
Patton donde por primera vez realiza un registro en el cual sólo ocupa
onomatopeyas para “cantar” algo que a futuro sería una técnica mucho más
asumida. Milk Cult es una de esas odiseas que en los noventa no fueron del todo
bien recibidas al sentirse como una propuesta desordenada y más que nada un
ejercicio autocomplaciente entre colegas del rubro, aunque siento yo que la
matriz de toda la musicalidad que el proyecto reboza esta justamente en su desprolijidad
a la hora de acatar un sonido único que los distinga. “Burn or Bury” es quizás
el trabajo más celebrado del conjunto Californiano llevado adelante por Eric
Holland, Dale Flattum y Mike Morasky quienes continuaron luego de este proyecto
(cuyo último disco se lanzó el 2000) por otras sendas como la producción musical
o incluso el diseño de poster o caratulas.
¿Qué pueden encontrar en este disco? Nada muy convencional, desde picotazos
de ese metal industrial que bandas como Nine Inch Nile aún fogueaba, pero con
un toque mucho menos oscuro y más decididamente locuaz. Pistas como “Blue
Godzilla” le dan ese toque más urbano y noventero, con una decadente melodía,
mientras que la descontrolada “Psychoanalytwist” con gritos de Mike
Patton otorga un psicodélico viaje al País de las Maravillas, en “Big King Frog”
pareciera que estamos escuchando la música de un videojuego convulsionado, “Son
of Obituary” uno de los pocos temas donde no intervienen artistas invitados
y se siente como un western pasado en acido. De esta forma con elementos variados, cada
canción tiene su propio carácter y al mismo tiempo el disco se siente como un
loop desopilante y a ratos infernal. Un proyecto que paso medio sin pena ni
gloria por el mundo, pero yo lo banco un montón.-
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