lunes, 24 de julio de 2017

Series para ver, volver a ver y pensárselo mejor antes de ver: Better Call Saul 3 Temporada





Pues si niñxs, Better Call Saul (BCS) se convirtió en la mejor serie del año al concluir su tercera temporada, superando los elementos convencionales de un drama televisivo por medio de una propuesta templada y estéticamente plástica. Tenemos una serie que logra convalidar un argumento entretenido y al mismo tiempo meticuloso, para nada obvio y  cero pretensioso. Vamos a sacarle brillo a este estrella, dicho sea de paso ya es la tercera reseña que le hago a la serie puedes revisar, las otras acá y acá, y cielos que me avergüenzo de ellas, esperemos que esto salga mejor.

Toda una novela rusa

La forma tan minuciosa de narrar las cosas que encierran el universo de BCS dan espacio a que se planteen las situaciones mediante una construcción milimétrica y espaciada de acciones, reacciones e imprevistos, propio del estilo de una extensa novela rusa, si a eso le mezclamos el peso psico-dramático que cargan sus personajes y que no hace más que complejizarse en cada episodio no quepa duda de que si Dostoievski estuviese vivo sería un guionista más del equipo que produce la serie.


 Sabemos que el desenlace de toda esta historia nos llevara irremediablemente a ver a nuestro querido Jimmy convertido en Saul Goodman un inescrupuloso abogado de criminales, pero esa transición no ha sido fortuita ni mucho menos improvisada, Vince Gilligan y Peter Gould han trabajado en un camino lento y sinuoso, en el que podemos apreciar ya a estas alturas que más que una eventual transformación moral, Jimmy siempre fue Saul, pero con muchos matices, habrá que ver de qué manera una personalidad se termina comiendo a la otra, yo ya no hago predicciones, todo lo obvio que pensé que podía pasar no ha ocurrido y si acaso ha ocurrido no pasó en el momento que creí que podría pasar. Esa es la gracia de BCS es una serie que se toma el tiempo necesario para que la sorprensa de una escena simple como la de Jimmy intentando convencer a dos tipos para que acepten rodar su comercial, funcione.

Esta tercera temporada palpitó primordialmente en el conflicto entre los hermanos Mcgill, Chuck busca quitarle la licencia de abogado a Jimmy, pero este conflicto se agudiza más a la hora de ver el trasfondo de cada uno de los protagonistas, no se trata de un hermano malo que quiere joder a otro, Chuck tiene sus razones y bastante lógicas para hacer lo que quiere, tiene sus razones para odiar a su hermano, pero al mismo tiempo Jimmy también juega en un constante limite que lo deja casi siempre entre la espada y la pared para tomar sus determinaciones. Esto hace que constantemente como espectadores le tengamos cariño y revulsión a uno y otro personaje. Nada en BCS es gratuito, todo es la consecuencia de algo y por lo mismo eso le da un realismo dramático muy potente. 


Cada personaje que encierra la historia de Jimmy, desde su hermano luchando contra su incomprensible fobia a la electricidad hasta el exceso de trabajo de Kim, pasando por las preocupaciones de Howard por mantener a flote su bufete de abogados, todos están construidos desde rasgos perfectamente psicológicos y características bien elaboradas que permiten que entendamos que sus acciones no son inconsecuentes ni mucho menos antojadizas por parte de los guionistas, incluso las cosas sorpresivas como el accidente en auto de Kim o el “despido” que Howard le hace a Chuck son totalmente comprensibles y construidas desde el minuto cero en que esta serie dio marcha adelante. En ese sentido cada cosa corresponde a un efecto de bola de nieve, situaciones y acciones que hemos visto desde la primera temporada se magnifican en esta.
 

Armas, juicios y estafas


Con todo esta manera parsimoniosa de proceder en la trama el mensaje parece ser disfrutar el camino más que los eventuales finales, a diferencia de otras series que se basan en la pura expectación y se sostienen semana a semana por los cliffhanger, BCS reniega de aquello, es ante todo un drama sobre personas enfrentadas a sus demonios por lo que cuesta creer que debajo de toda esa amalgama el suspenso tome igualmente dimensiones interesantes. Obviamente estamos hablando de una serie que nació de otra en donde gran parte de la trama giraba en relación al narcotráfico, pues bien BCS bebe de aquellos elementos, esta temporada le dio la bienvenida a Gustav Fring, un personaje interesante por su manera fría y capciosa de proceder, su llegada no fue una sorpresa ni tampoco fue una aparición sorprendente, pero como siempre resulto significativa. El drama que encierra este personaje lo vincula directamente con los Salamancas, sus enemigos en el negocio de la coca, pero no se trata de una enemistad de dos bandos, es más bien una guerra fría en donde un lado está constantemente buscando provocar al otro, pero nada se puede hacer salvo urdir un macabro plan. Es en medio de eso donde termina nuestro Mike, quien esta temporada no tuvo momentos tan audaces como en la segunda, pero como siempre cada minuto de verlo elaborando estrategias y golpes de manera indirecta a sus enemigos lo hacen un favorito de siempre. Misma modus operandi de Jimmy quien tiene la habilidad de manipular las situaciones para ponerlas a su antojo, como buen estafador sabe llegar a sus objetivos de manera indirecta y lograr sus metas de forma casi siempre colateral, su última tetra para lograr que las ancianas de Sandniper firmaran el acuerdo de la demanda y así obtener su parte del dinero (asunto que tampoco estuvo motivado por una fría avaricia sino por un verdadero problema económico surgido por las consecuencias del juicio con Chuck) fue ruin, pero al mismo tiempo genial. 



Si nos detenemos un momento a analizarlo, Fringe, Mike y Jimmy son muy parecidos en su manera de armar estrategias para conseguir objetivos, al mismo tiempo los tres conservan (aún) cierta moralidad que no les permite traspasar ciertos límites, ¿veremos cómo Fringe se termina acercando  a Jimmy en una próxima temporada? De momento ya sabemos que Mike está con él, pero a esa ecuación hay que agregarle el protagonismo inusitado de Nacho, uno de los secuaces de Hector Salamanca que si bien había demostrado capacidades meticulosas y frías, las cuales contrastan totalmente con la manera salvaje y errático de actuar de la mayoría de los matones que la serie muestra, en esta temporada conocimos algo más de su historia y fue clave para el desenlace de algo que muchos esperábamos. Cómo se fue construyendo aquel plan de Nacho y la manera en que la tensión colgó de un hilo al momento que el joven narco dio a cabo su plan es para aplaudir esta serie. Tiene armas, tiene drogas, pero lo más intenso de ver es cómo Nacho intenta cambiarle las píldoras del corazón al viejo Salamanca.


Del mismo modo el capítulo 5  quedo registrado definitivamente como uno de esos episodios que marcan a las series. El capítulo desarrolla el juicio de Chuck contra Jimmy y solamente se desenvuelve en el espacio de una corte, pero lejos de resultar repetitivo y eternamente discursivo nos comemos un episodio completamente maravilloso en que se explicitan el argumento principal de la temporada. Como una pelea de boxeo, la emoción del capítulo está en los argumentos que van de un lado a otro, en los trucos bajos que usa Jimmy y en la arremetedora confianza con que Chuck busca acabar con su hermano. Es un capítulo de antología que sirve para todo guionista que quiera construir un buen momento de tensión en una escena, diría yo, a la manera clásica. Sin duda un referente para armar este capítulo  fue la gran película de 1959, “Anatomía de un asesinato” dirigida por Otto Preminger.


En definitiva BCS presenta estafas, presenta armas y narcotráfico, pero parecen sólo el añadido denso a una historia profundamente trágica que como la vida misma resulta ambivalente, a veces gris y a veces rosa. Con esto me refiero a que en BCS hay momentos para el humor que rozan de cierta sutileza en el sentido de que no son situaciones de comedia in-si-tu. Y sí en su primera temporada la serie se permitía sus momentos desopilantes, en esta tercera temporada se ha vuelto encaradamente más seria, aunque no por eso se ponen tontos graves. Hay lugar para los chistes y lo hilarante, de hecho la primera aparición del propio Saul Godman te puede sacar una gran carcajada, pero no son momentos que contaminen el drama o que mucho menos se sientan como algo forzado sino que ayudan a ampliar el horizonte realista de esta serie. Mención aparte merece el trabajo del director de foto  Marshall Adams quien entra a reemplazar a Arthur Albert quien había tomado la posta en las temporadas pasadas, Adams la tenía difícil, pues el trabajo de su colega era fantástico, pero logro llevar la serie a un siguiente nivel estético mezclando plástica y lumínicamente los espacios arquitectónicos en donde se desarrolla la serie, así como ofreciendo una versión de los paisajes y espacios urbanos mucho más cercano a las pinturas de Edward Hopper, sin duda un trabajo que merece su valoración por si sola ya que la serie logra ser completamente preciosa gracias a sus detalles de iluminación y textura. Adams (típico apellido de fotógrafo) plasmó un mundo en donde la extrañeza de lo cotidiano se anuncia y logró separar un paso más el estilo visual de BCS con el que se identificaba su serie madre Breaking Bad.

                                                                 Escena Masterpiece

Pues nada, a esperar un año más porque ya se ha anunciado una cuarta temporada, esperemos que sigan calibrando el argumento de esa manera tan formidable y podamos encantarnos otro año más con las desgracias del abogado malo más bueno del mundo. Ah y por cierto, recuerdo que el año pasado alegue un poco porque el final de temporada parecía más la conclusión de un capítulo cualquiera, totalmente anticlimático, pues los geniales Gilligan y Gould me escucharon (¡por supuesto que leen este blog!) y esta vez nos han dado un  cierre digno de final de temporada en donde queda totalmente patentado que para lo que viene todo cambiará drásticamente.-

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