No lo entiendo. Será
porque el fútbol para mí no es ninguna pasión o seré muy poco nacionalista para
compartir la gloria o el fracaso de una selección, pero la verdad es que el
partido del pasado Domingo donde la selección Chilena logró ser bicampeón de América
jugando nuevamente un ajustado cruce de penales contra Argentina no causa gran
relevancia en mi vida. No es una victoria de la que me sienta parte ni un logro
que me de mayor felicidad u optimismo y eso que vengo de una generación que no
conoce de triunfos en lo futbolístico y que recién estos últimos cinco años ha podido pisar el olimpo del balompié.
No es que odie el fútbol, en realidad me gusta ver partidos - no siempre y no
enteros- pero igual me cuesta entender el sentido de superioridad que se alza
por un lado y el menoscabo y humillación que se da por el otro. Aquí un somero
análisis desde la vereda del que no está ni ahí.
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Viñeta original en http://www.eldefinido.cl/humor/Merken/7081/Freddy-Merken-Hay-cosas-mas-importantes/ |
El fútbol es un juego que sólo los adultos se toman tan
en serio, así se puede notar en este video-reacción de un hincha argentino que
sufre viendo el partido, puteando y gritando en el momento culmine de éste
mientras su pequeño hijo sin entender nada disfrutaba tranquilamente de ver un
buen juego mientras dibujaba su propia versión de los hechos. ¿Cuándo es que
alguien se pone tan pelotudo con el tema? Sospecho que es cuando nos
involucramos de bruces con el sistema y es que este tipo de competiciones se
traducen en el público –especialmente en la masa de espectadores- como un
objeto de guerra donde se pone en juego el honor y la gloria. Si uno piensa detenidamente
no tardará en preguntarse de qué honor y qué gloria realmente me están
hablando. Un fallecido periodista chileno decía que todo tiene que ver con el
fútbol, quizás haciéndose eco de las palabras de Sartre quien expresaba que el
fútbol es una metáfora de la vida, pero este futbol institucionalizado en
realidad es producto de los medios y el poder que cuando les conviene lo
terminan extendiendo a todos los aspectos de la vida, pero más que fútbol en realidad
se trata de competición, de exitismo y de derrota, son los costos de vivir en
un sistema patriarcal y capitalista. También me parece una idiotez no celebrar
o no llorar en su momento las hazañas deportivas cuando lo requieran, muchas
veces he saltado contento una victoria de la selección, pero es puramente momentáneo,
algo que se da y luego se pierde, como debe ser esencialmente.
Naturalmente el
problema va más allá de un juego, ese honor y gloria (orquestada en los
comerciales por la música épica más cliché que puede haber) es una sutileza
para no decir directamente subyugación
moral. Cuando un equipo de fútbol le gana otro es simplemente esa
construcción social la que entra en juego dentro de las masas (termino que
puede ser usada de formas muy diversas, pero en este caso me refiero vanamente al
espectador que se pierda en la multitud a la hora de la celebración) la supremacía moral de un pueblo a otro a
partir de una victoria deportiva especialmente futbolística es usada y ampliada
en todo orden de cosas véase como ejemplo la contundente victoria de chile
contra México (7-0) y la larga lista de comentarios en las redes sociales y prensa de
chilenos riéndose del desempeño de los mexicanos y exponiendo sus falencias
como sociedad como si una cosa tuviese que ver con la otra, ahora que chile le
gano a argentina se instaura en el pensamiento de muchos que tal país es mejor
que otro en todo orden de cosas sin la menor relación, no faltará quien en los
colegios llevará al ámbito de la competición de otras áreas esta fantasiosa supremacía
bajo la frase “si le ganamos a argentina
dos veces; ¿cómo no vamos a poder?” Aquella idea de relevancia simbólica
termina envenenando como una peste los habitus
culturales de una sociedad que lentamente sólo puede sentirse valorizada
frente a este tipo de hazañas.

En
fin, como ya lo dije, no lo entiendo y quiero pensar que mi actitud es más una
necesidad de no caer en el juego de manipulación mediática que genera el negocio
tras este deporte, que por lo demás es un negocio de lo menos limpio. Vuelvo a
repetir que no es que deteste el fútbol, no es la gran pasión de mi vida
tampoco, pero me agrada bastante y tengo buenos recuerdos de cuando pequeño lo
jugaba con mis amigos, justamente en un momento donde no importaba realmente
quien ganaba ni quien perdía porque nadie insertaba sub interpretaciones
valorativas al juego, era jugar por jugar, la inocencia y la ingenuidad, lo que
no quiere decir que no existía el berrinche, el jolgorio, la broma y la
tristeza (además de otros males endémicos como la humillación o el no saber
perder, pero de eso quizás hable en otra ocasión) Mi mensaje de amor y paz es
simplemente NO SE TOMEN EN SERIO UN JUEGO, no crean que es algo personal, no se
involucren en esto como si fuese una guerra ideológica, no causa ninguna gracia
a nadie, basta ver las imágenes de los hinchas que asistieron a la Eurocopa y
definir hasta qué punto la pasión se convierte en locura. Por último puedo comprender
– con mucho esfuerzo, pero puedo – el amor de un hincha por su equipo local,
por sus jugadores que después llegan a ser figuras, ese sentirse parte de una historia,
de aportar a un legado, puedo entender eso mucho más que sufrir o “agrandarse”
con los logros o fracasos de una selección que simbólicamente representa a todo
un país. Te creo Islandia, pero ¿Argentina?; ¿Chile?; ¿México? ¿Once tipos y un
plantel definen a un país de millones de habitantes? Pues paren el planeta de
los simios porque me quiero bajar ya. Y citando a Galeano que sabía mucho más
de fútbol de lo que yo sabré en mi vida: “El
juego se ha convertido en espectáculo, con pocos protagonistas y muchos
espectadores, fútbol para mirar, y el espectáculo se ha convertido en uno de
los negocios más lucrativos del mundo, que no se organiza para jugar sino para
impedir que se juegue” más claro echarle agua.-
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