El math rock nunca fue
un genero que despertase mucho mi atención, mas allá de un par de bandas
realmente notables, siempre lo considere un estilo cerrado, algo académico si
se quiere, no obstante, cuando conocí el 2007 este trabajo sin saber en ese
entonces en qué etiqueta caía, no deje de maravillarme y hasta el día de hoy
continua siendo un disco al que regreso constantemente.
Cuando descubrí este
disco, lo más cercano que tenía para compararlo era la banda de metal The
dillinger escape plan, básicamente por los cambios bruscos en las melodías, la
progresión constante de acordes y ese sentimiento de pulso agitado que
respiraban sus instrumentos, pero realmente ambas bandas no tenían mucho en
común.
Precedidos por un par
de inclasificables EP´s, la banda integrada por rostros conocidos en la escena
del rock como John Stanier (Helmet, Tomahawk) en las baterías, Ian Williams
(Don Caballero) en las guitarras y Dave Konopka (Lynx) también en las guitarras
y teclados, lanzaron su primer trabajo en Mayo de 2007, completamente abalado
por la crítica y firmando una de las cartas de presentación sonoras más frenéticas
y progresivas que el math rock allá visto hasta entonces. Este disco también
cuenta con la participación en voces y teclados de Tyondai Braxton músico de vanguardia, hijo del
compositor de jazz Anthony Braxton, de esta forma el disco se desenvuelve de
forma rígida, pero natural por un conjunto de estilos que transforman su sonido
en uno bastante cerebral, pero no por ello menos visceral.
El math rock siempre ha
cargado con cierto prejuicio de ser una variante del rock demasiado precisa,
con ritmos medidos y crescendos que se basan en verdaderas formulas, pero en Mirrored
destaca por fuera de toda la geometría de su arquitectura, canciones con las
que podemos explotar en sensaciones. Battles consigue traducir la intelectualidad
del rock progresivo y el pulso ajustado al metrónomo, en verdaderas sensaciones
que van desde la angustia a la ensoñación, de esta manera Battles es
completamente deudor, no tanto por su sonido, sino por lo que intenta traducir
en su música, a grupos como Magma, cuya influencia aparece indirectamente en las
jerigonzas de un tema perfectamente caótico como “Tonto”
“Mirrored” viaja
constantemente entre las antípodas de su propio sonido, cada canción es un
escenario nuevo en donde la estructura lo es todo, no obstante, y a diferencia
de trabajaos posteriores, el sentimiento de la voz de Konopka vuelve las canciones
mucho más certeras, convirtiéndose el trabajo en un súper preludio para un
mundo distopico o postapocalitico donde el frio parece ser la tónico constante.
La
música Kafkiana
Battles son dueños de
un sonido que se basa mucho en el preludio o el prolegómeno para estallar en el
momento inesperado, lo que lo hace al mismo tiempo una banda referencial al
sonido krautrock de Neu! o de la electrónica progresiva de Van Der Graaf
Generator, lo que se puede sentir en temas como “Bad Tails” o en la laureada “Atlas”
el primer single del disco con el que consiguió conquistar a la crítica, cuyas
voces distorsionadas dejan ver la marca constante del disco. El trabajo de las
voces es un elemento destacado y que le da cierta resonancia a un disco encasillado
en un estilo en donde las voces suelen ser mínimas o casi inexistente (además
de ser el único trabajo de la banda en mantener este cupo) Braxton utiliza su
voz como un instrumento más, dotándola de filtros y juegos vocales que buscan
ser más un elemento de acento rítmico que un mensaje lirico en sí, así ocurre
en la estrepitosa “Ddiamondd” o en la golpeada “Leyendecker” en donde la voz se
matiza con un efecto similar al que producía Damo Suzuki en Can.
Los pasajes más áridos
aparecen en “Rainbow” o “Bad Tails” donde se puede notar la precisión en las cuerdas,
quizás los temas más intensamente aritméticos del disco. La fuerza hardcore de
Stainer, que realmente me sorprendió gratamente en este trabajo, otorgando
fuerza, precisión y sobre todo mucho vigor, pulso muy bien aprovechado en
canciones como “Tonto” un verdadero
viaje ártico, o también la frenética “Race: In” en donde la voz y los teclados,
además, otorgan una amalgama de sonidos
alegres, robóticos, virtuosos, juguetones.
El disco, siguiendo sus
propias pautas presenta mayormente canciones que superan los cinco minutos
generalmente, aunque hay tracks más breves como la ya mencionada “Ddiamondd”
(una de las más experimentales e inclasificables) o “Prismism” una especie de
loop entre batería y guitarra, que finalmente muestra el lado sincopado,
poliritmico de la banda, todo en menos de un minuto de duración. “Snare Hangar”
es otro tema corto, más cercano al sonido de bandas como Tortoise, por lo que
vemos un lado más conservador del grupo al remitir su melodía a una formula un
poco más conocida dentro del estilo: un evento musical repetitivo, con un
sonido brutal de parte de voces agitadas, máquinas, pero que en un momento, la
batería hace un arreglo y ordena el tema, con un beat que permite respirar la
progresión de la canción.
El cierre con “Tiji”
busca agradar a los oídos más inquietos y experimentales mientras que “Race: Out”
funciona como epilogo con un enfoque un poco más misterioso en su sonido,
totalmente espectral, pero con una batería firme y que termina dándole cohesión
a un tema que parece más dispuesto para ilustrar una pesadilla.
Para muchxs, la revelación
de este disco en su momento fue algo que no se supo cómo asir, demasiado experimental
para algunxs, demasiado original para otrxs, el disco no paso desapercibido y
fue un punta pie inicial perfecto para comenzar una carrera que hasta el día de
hoy se mantiene bien equilibrada con trabajos diferentes y consistentes. Hasta
ahora uno de los discos más lúdicos y vanguardistas para la colección del math
rock.-
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