miércoles, 15 de diciembre de 2021

100 Discos para mis treinta: #15 Mr. Bungle - California (1999)

Nunca sabré cuáles fueron los ingredientes precisos que Mr. Bungle volcó en un disco tan único como California para que pese a lo caótico y locuaz que pudiese aparentar en su descripción más simple, igualmente consigue mantener una vibra pop para quien lo escuche. Opacados en su año de publicación por el fulgoroso “Californication” de los Red Hot Chili Pepers (hecho que motivó más de alguna cizaña entre Anthony Kiedis y Mike Patton) Los de Eureka firmaron una completa obra maestra contemporánea, de la que aún siento. el mundo de la música no le ha hecho total justicia.

De tormentas eléctricas a brisas veraniegas. Welcome to California


Debe existir una lista sempiterna en relación a músicos y bandas que le dedican discos y canciones al condado favorito de los Estados Unidos, creando un millón de alabanzas e historias al respecto. California parece el lugar ideal para el relajo y la diversión: Hay marihuana legal, deportes extremos, cuna del skate-punk yankee y del rap más groovy, además de una variedad de comidas cosmopolitas que se saben distinguir y acentuar por toda la zona, pero también es un lugar de huracanes, tornados, fuertes tormentas eléctricas, desastres naturales…En fin, una tierra de contrastes y supongo que ese es el único elemento que Patton y compañía tomaron en cuenta para bautizar la que sería su última obra original como Mr.Bungle.
California pese a ser un disco mucho más accesible en cuanto al formato de sus canciones a diferencia de sus otros anteriores trabajos de estudio, es ciertamente un cancionero que no traiciona el factor sorpresa y el eclecticismo con que sus miembros forjaron su mirada musical.

El grupo ya es legendario en si, pero quizás la inconsistencia en su propuesta musical, los constantes cambios camaleónicos que se pegaron a lo largo de sus casi veinte años de segmentada carrera, le otorgaron poca popularidad en el mundo del mainstream, siendo esa clásica banda que parece orbitar en un gueto de freaks melómanos, al punto que ni siquiera consiguieron pegar un one hit wonder en la radio, aunque bueno, mucha falta no les hacía a decir verdad. Más allá de eso, esta placa consigue resaltar con astucia el carácter indómito y atractivo del grupo, esto al condensar de una forma pop todo lo bizarro que el grupo siempre enarboló. En este disco nos encontramos con canciones sobre conspiraciones Masónicas, reflexiones sobre la vejez y el abandono, alusiones a rituales de tribus aborígenes, teorías de físicos sobre que el Big Bang nunca ocurrió, cantos en latín, dramatismo en torno a la posmodernidad, hasta incluso tétricas canciones de amor. Mr. Bungle es una banda que no busca forzar a nadie a escucharlos y explorarlos sólo porque sí, todo lo contrario, se empalman desafiantes frente a la audiencia, convencidos de que su materia artística genera fisuras en el cómodo panorama del rock mainstream. Es por ello que las letras más que complejas, parecen rebuscadas, pero son ideales para melodías a veces tan disonantes y excitantes como la que estos virtuosos músicos supieron llevar adelante.

De sus miembros, en este blog, he hablado bastante y no me gustaría reiterar tanto sus hazañas. Mike Patton, mucho más conocido por ser el vocalista de Faith No More durante los noventas, consiguió hacer coincidir su agenda de ese entonces para llevar adelante la carrera profesional de su banda original, Mr. Bungle, un grupo cínico, burlones como bufones de la corte y extremadamente caóticos y exóticos a la hora de llevar adelante sus melodías, las cuales nunca siguieron un patron de conducta muy natural, se reinventaban a cada rato y a diferencia de Faith No More, no le temían al suicidio comercial. Trey Spruance, guitarrista y en general multi instrumentista, fue dotando a medida que el proyecto crecía de una veta mucho más oscura y noise que la banda supo llevar delante de diversas formas. Trevor Dunn, excelente bajista y futura mano derecha de John Zorn, consiguió darle a Mr.Bungle por su maestral swing de jazz, un aire incluso más docto al conjunto (pese a que parecían siempre caer en un exceso de virtuosismo paródico) y el resto de los chicos, aunque no suelen ser tomados en cuenta como cabecillas de todo esto, igualmente se respeta sus aportes a la hora de la ejecución y acompañamiento musical, siendo Danny Heifetz en las baterías (quien sería apoyado durante la gira en vivo por un interesante sets de percusiones a cargo del ludico William Winat) mientras que Bar McKinnon, quien comenzaría como saxofonista dentro del conjunto, ya para estas alturas estaba encargado de darle vida a los detalles más alucinantes del trabajo, sin duda, se compenetro muy bien con este singular estilo del disco, ya que Bar continuaría muy cerca de esa senda en materia de composición con su futuro proyecto Umlaut, cuyo disco ya reseñé en la siguiente entrada que pudes revisar si quieres. En fin, vamos al grano y desglosemos las virtudes de este maravilloso disco song by song.

De una pacifica tarde veraniega hasta una abrumadora experiencia religiosa



California abre fiel a las apariencias: sonidos de gaviota, relajantes olas de mar y delicadas guitarras a lo Beach Boys (influencia total del álbum) dan la bienvenida a una de los tracks más relajantes de la banda “Sweet Charity” fuera de sus exquisitas percusiones tribales y de ese aire paradisiaco en que rápidamente nos imbuye, el tema lleva adelante ese tipo de letras discordantes que a Patton tanto le gustaba escribir por esos años, la ecuación MÚSICA ALEGRE/LETRA INCOMODA que muchas veces se hizo patente en varios temas de Faith No More acá no pierde la gracia. En este caso el relajante y veraniego sonido se envuelve en una letra triste sobre un anciano abandonando en un asilo, que piensa tomar un veneno para acabar con su soledad. El tema en su estructura podría caber perfectamente en una selección de chill out, para escuchar de fondo mientras tomamos una piña colada en la playa, no obstante, su letra no deja de llamar la atención.

La primera tormenta llega con la paranoica “None of Them Knew They Were Robot” donde las obsesiones sobre conspiraciones masónicas por parte de Spruance se toman la letra mediante un tema que podría entrar en una banda sonora de una versión turca de James Bond, ya que ese aire de música intrigante con ecos a lo Tom Jones a ratos se ve atropellado por indomables ataques de histeria sonora que se vuelven inclasificables, sin duda, una de las canciones más pomposas y sobrecargadas de la banda, pero nunca desordenada ni extrema en su propuesta, siempre manteniendo la elegancia justa y necesaria, una canción que sería la base en gran medida del espíritu de bandas “hijas” de Mr. Bungle como lo es Dog Fashion Disco. “Retrovertigo” de la mano de Trevor Dunn, funciona como una canción dramática, llena de énfasis en aspectos melancólicos y nostálgicos. La letra habla un poco sobre la virtualidad y soledad, que incluso para esos años ya parecía consumir a mucha gente a un abismo. El tema es precioso en su forma, va creciendo de manera desgarradora y proponiendo un constante sentimiento de intriga, recuerdo cuando descubrí este tema lo mucho que me obsesiono escuchar las tonalidades tan extensas que Patton consiguió con su voz.



“The air-conditioned Nightmare” es otra de mis canciones favoritas de la vida, de la mano compositiva de Patton y con apoyo de Bar, el tema despliega una fuerza casi eléctrica en su constante locura que tributa las armonías de los Beach Boys, pero de un modo casi demencial. La versatilidad vocal de Patton vuelve a emocionar domando melodías de surf rock y swing que parecen querer despegar hasta el espacio. Una escala por melodías orientales es lo que viene luego con la jolgoriosa “ARS MORIENDI” cuya letra toma elementos de los libros medievales de hechicería. Entre música con reminiscencias árabes, gitanas e incluso un poco de polka, el tema propone en gran parte de su estructura cambios de tempo, improvisaciones vocales que nos hacen recordar cánticos de las películas de Emir Kusturika e intervenciones instrumentales de alto rango dinámico, convirtiendo esta pieza en una montaña rusa de intensidades donde la electrónica, el metal y las escalas dóricas conviven con total desmesura, siempre respetando los parámetros cuadrados de un tema pop, es decir, dura lo que dura una canción que se escucha en la radio. Para mí la mejor composición que Patton ha escrito para el conjunto.



“Pink Cigarrette” es otra canción insigne para la fanaticada del grupo, una balada de amor que realmente habla sobre una despedida trágica, un suicidio. El tema se disuelve como un viejo rock and roll aunque con el tono pesadillezco propio de un filme de David Lynch. Según dicen esta fue la canción que Patton más gozó en grabar y producir, los detalles en toda la canción son únicos y dotan de una estampa escalofriante a lo que en apariencia es sólo una canción romántica, el final con el pitido de una maquina de pulsiones que empieza a apagarse, le dota de un toque único. “Golem II: The Bionic Vapour Boy” juega con la electrónica, el Funky y la música infantil, otro tema donde las vocales de Patton consiguen asemejarse más a un instrumento y pese al tono feliz del tema, su letra esconde mensajes mucho más nihilistas de lo que pensamos. Similar ocurre con “The Holy Filament” una composición que Trevor Dunn rescato de una progresión de acordes desechados del disco anterior del grupo, la letra se basa en fragmentos del libro del físico de plasma Eric J. Lerner, "The Big Bang Never Happened" pese a su aire de misticismo, suele ser considerada como la canción más floja del disco, quizás porque es el tema que más repite su estructura base. El swing viene de nuevo de la mano de “Vanity Fair” en donde la banda resucita la técnica del doo woop (quizás muy influenciados por Frank Zappa) para llevar adelante un delicioso y breve tema cuya letra expone los rituales de ciertas religiones ocultistas, Trevor Dunn admite que escribió los acordes de esta canción siguiendo el groovy de una canción de Marvyn Gaye.



El final de antología que nos entrega la brutal “Goodbye Sober Day” de algún modo refleja el ímpetu musical inquieto y siempre desafiante de la banda. Una canción llena de atmosferas, cambios casi atropellados que surfean entre el metal, la electrónica, cantos que parecen mantras, un rock camaleónico que se cubre de múltiples timbres y letras llenas de oscurantismo, una explosión de sonidos que no dejará a nadie indiferente. Esta fue la última incursión en el estudio de los Bungle (hasta el año pasado cuando decidieron regrabar de forma profesional su primer demo de Death/trash metal) y su legado desde ese momento fue creciendo más y más. Los secretos en las técnicas de composición, el complejo mapa que los llevo a coincidir y complementar en sus temas, todo pareció encajar en el álbum perfecto de Mr.Bungle, uno que estaba muy lejos de la propuesta del Californication (sin desmerecer ese gran disco por cierto) y que lamentablemente sufrió cierto bloqueo comercial, pero a las finales no deja de ser un disco insigne en el sonido de esta atípica banda de muchachos que comenzaron en una escuela secundaria realizando covers de Van Halen y Village People.-


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