viernes, 7 de agosto de 2020

100 discos para mis treinta: #71 John Zorn - The Big Gundown John Zorn play the music of Ennio Morricone (2000, edición 15 Aniversario)


 Hasta ahora debe ser el título más largo en este conteo, pero realmente lo vale ya que es el choque de dos titanes, una reinterpretación musical arriesgada, sensible y completamente estetizada de uno de los compositores más prolíficos en la historia de la música.

De maestro a maestro

Cuando estaba aún rayado con el mundo musical de Mike Patton, solía ir a las pocas tiendas de discos medias underground de mi ciudad, allí sabía que encontraría al menos algún disco del conjunto de artistas de los que Patton se rodeaba. John Zorn era uno de los que siempre figuraba, en parte, porque la discografía del saxofonista y multi instrumentista neoyorquino es bastisima, bajo el alero de su sello TZADIK, el músico ha desplegado una gama de trabajos vistosos y en muchos casos inclasificables. Siempre con el juego de la experimentación sonora, los ruidos extremos, los acordes más melosos y el swing que retrotrae a otras épocas, Zorn es uno de los pocos compositores que ha podido desarrollar una carrera prolífica y renombrada en base a la improvisación y constante mezcla de conceptos dentro de estilos tan elitistas como lo son, por ejemplo,  el jazz de vanguardia.

Ennio Morricone, compositor italiano, recordado por haber orquestado la banda sonora de grandes películas, pero especialmente aquellas ligadas a la época del Spaguetti Western de Sergio Leone siendo “Once Upon a Time in the west” una de las más características del género en el que la atmosfera musical fue una identificación constante al estilo. Oriundo de Roma y bastante temperamental – según quienes trabajaron con él – Morricone siempre cargo (aunque con mucho orgullo) cierto estigma de ser el maestro de las bandas sonoras de la última época dorada de Hollywood, antes de la aparición del blockbuster y las historias condenadas a innumerables secuelas. Morricone fue el índice para reconocer una época del séptimo arte que parecía florecer en temática, producción y estilos. Desde la música inolvidable de “El bueno, el malo y el feo” hasta los enternecedores temas principales de “The mission” o “Cinema Paradiso” e incluso moviéndose en las aguas turbias de un filme de fuerte calibre como lo es “Saló o los 120 días de Sodoma” Morricone siempre dio catedra mediante una infinidad de trabajos compositivos en los que incluso encontramos operas, liturgias y como no, mucho jazz de experimentación.

El respeto de Zorn hacía Morricone es explicito desde que el neoyorquino disparó su carrera, realizando uno que otro cover en su propia clave. No es que estos dos mundos colisionaran por casualidad, Zorn venera a Morricone como el maestro compositivo que es y apenas pudo realizo su disco tributo, reinterpretado bajo sus inquietudes varios temas que el maestro plasmó en películas de los 60´ y 70´. La diferencia con muchos otros trabajos que tributan la obra de Morricone, es que esta cuenta con la completa venía del Italiano: “Este disco tiene ideas frescas, buenas e inteligentes. Es una realización de alto nivel, un trabajo hecho por un maestro con gran fantasía y creatividad. Mis ideas han sido reinterpretadas no de forma pasiva, sino que de una manera activa reinventando lo que yo había hecho con ellas en aquellos filmes. Mucha gente ha hecho versiones de mis piezas, pero nadie ha realizado algo como esto” Palabras elogiosas y no muy usuales por parte de Morricone, que le dan completo sello de garantía a The Big Gundown, nombre que por lo demás, es tomado de una película de 1966 dirigida por Sergio Sollima.

Este trabajo, según Zorn, represento además un punto de inflexión dentro de su carrera. Lanzado en 1986 y luego relanzado en una edición especial por sus 15 años de aniversario (esa es la versión que tengo y me ocuparé de reseñar)  originalmente el disco se planteó como un trabajo experimental propio de los círculos con que Zorn practicaba su música, pero a medida que abarcaba la producción ésta lo llevo a trabajar extensamente con grabaciones multipistas, doblaje y orquestación ornamentada, convirtiéndose en uno de sus primeros trabajos prominentes de su carrera, en el cual decidió encargarse de una estructura en la producción más que en la ejecución. En la mayoría de las canciones interviene sutilmente mediante notas de piano, clavicordio o algún ruido curioso. Quizás fue este ensamble de producción compleja, pero al mismo tiempo bien definida y completamente situada en un imaginario que llamaremos Morriconiano. la razón por la que el maestro elogió completamente esta propuesta sónica.

Las balas desde el lejano Oeste

 

El disco abre con el suspenso de “The Big Gundown” que a través de unos pianos anuncian una catástrofe, la interpretación de Anthony Coleman da paso a un juego atonal lleno de referencias al universo de la misma película, ahí intervienen voces, aullidos y ruidos. Zorn aparece, de pronto, con el uso implacable de su saxofón alto. Todo es un caos hasta que el ruido de un disparo nos lleva a un segmento mucho más tranquilo en el que elementos de percusión van creando una atmósfera incomoda que se ve interrumpida por un dialogo en portugués acompañado de una percusión carioca que dirige el gran Cyro Baptista y finalmente interviene la guitarra doliente de Bill Frisell para culminar en una gran mezcla de batucada, guitarra western y vocalización de Luli Shioi propia del estilo morriconiana. 

La locura estrambótica del primer tema nos lleva luego a la marcha de “Peur sur la ville” un tema en el que la armónica es clave y que, como es clásico a estas alturas en Zorn, intervienen ruidos y sonidos que le otorgan de una dimensión bastante densa. El saxofón alto que se escucha, esta vez, viene de parte de Tim Berne quien realiza una especie de duelo con Zorn quien grita a ratos. Los sonidos de pasos, y las reminiscencias a una cantina western en la que todo el mundo sabe que pronto comenzarán los balazos es lo mejor logrado en el ambiente de una canción que nunca ha conseguido destacar mucho en los sonidos del Maestro.

 

 “Poverty” es un tema tomado de la película “Once upon a time in América” y es conducido por un tétrico acordeón y un silbido, de esta forma se crean imágenes que remiten al filme en cuestión, la utilización del harpa por parte de la artista Carol Emmanuel, respeta el estilo más barroco de Morricone y le otorga una sensibilidad delicada a la canción. “Poverty” es posiblemente uno de los temas dentro del disco que más mantienen la esencia de la canción original, aunque más conmovedora y no tan melodramática.

“Milano Odea” es una de mis favoritas, nuevamente una marcha poderosa aunque esta vez  mucho más estridente gracias a la guitarra eléctrica de Fred Frith quien consigue comandar un tema furioso, pero al mismo tiempo lleno de swing gracias a la interpretación en bajo de Melvin Gibbs. “Erotico” es otro temón en el que Shelley Hirsch se lleva las palmas por su sugestiva vocalización, el tema es todo un  jazz setentero de un filme francés llamado The burglars, una historia sobre atracos, robos y bajo mundo. El tema es deliciosamente erótico con la guitarra preponderante de Bill Frisell y la acertada participación de Laura Biscotto quien susurra palabras en italiano de manera sexy. 

 

 

“Battle of Algiers” continua replicando las marchas de guerra, aunque con la incorporación de sonidos diversos que acrecientan su universo. “Giu La Testa” me parece una canción más rica y misteriosa, seguramente gracias a la incorporación de instrumentos japoneses como el shakuhachi y el tsugaru shamisen. Zorn da muestra de su versatilidad y también de su carácter cosmopolita al darle espacio para que estos instrumentos nos inmiscuyan en la atmosfera sórdida del tema, el cual forma parte de la banda sonora de la película homónima dirigida por Sergio Leone y que también fue rebautizada como “Once upon a time…revolution” ya que está ambientada en la revolución zapatista en México, siendo un verdadero spaguetti western mariachi. Este es uno de los temas en los que más se puede reconocer al Zorn de proyectos como The Dreamers o incluso alguno de sus Filmworks.

 

 “Tre Nel 5000” es el único tema original de Zorn, en el que despliega su forma lúdica de composición así como todo su salvaje vanguardismo en el que se dejan sentir las referencias a otros compositores de culto como Carl Stalling, John Cage o el emblema de la música concreta Pierre Shaeffer, aunque claro, sin perder la temática del universo Morriconiano, quien por lo demás, ya había jugado en esas línea vanguardistas en trabajos un poco oscuros de su discografía como lo son su participación dentro del Gruppo di Improvvisazione di Nuova Consonanza. 

El último tema del disco “Once upon a time in the west” es la canción que más homenajea el universo sonora de esta época. La guitarra eléctrica y la harmónica consiguen inundarnos de un sentimiento de estar parados en un ocaso en medio del lejano Oeste. No obstante, el disco no termina acá, ya que para su reedición Zorn invito a algunxs colegas más jóvenes agregando un par de canciones extras que si bien, musicalmente siguen una línea exquisita, resultan mucho menor en cuanto a fuerza. Ahí encontramos “The Scilian Clan” tema que Zorn ya había reversionado de forma mucho más inteligente con su banda Naked City a principios de los noventa. “The Ballad of Hank McCain”  en la que intervienen Mike Patton con su voz aguardentosa, Jamie Saft en la suavidad de los teclados y un sutil Cyro Baptista en la percusión, este temas además incluye una versión sin la voz de Patton y que funciona como epilogo a este viaje. 

 

“Chi Mai”  sigue muy en la línea a The Dreamers, y quizás por ello no sorprende mucho, además Zorn ya había reinterpretado esta canción en alguna otra ocasión. “Svegliaffi & Uccidi” resulta en un tema mucho más potente, poderoso y que recuerda la intensidad de proyectos más hardcore del neoyorquino como por ejemplo, Moonchild. Pero mi favorita dentro de este grupo de canciones tipo Bonus Track es sin dudas, “Macchie Solari” en la que interviene Miho Hattori (del grupo Cibo Matto) en la voz y gritos, junto con Jamie Saft que se encarga de unos teclados un tanto tétricos que van subiendo y bajando su intensidad de manera sorpresiva. Quizás el tema que más rescata el sentido del disco original y que logra darle un por qué a esta tanda de nuevas canciones que a la larga parecen bastante prescindibles. 

 

“The Big Gundown” es un arriesgado viaje sonoro, lleno de momentos que harán volar nuestra imaginación, sin duda un trabajo que merece una escucha pausada y reflexiva, nada mejor que honrar a Morricone con un disco como este.-

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