Entendamos algo, el metal desde sus inicios - al igual que el
punk - fue la música de los marginados, de los rebeldes sin causa y por sobre
todo de los que buscaban una identidad furiosa con la que expresarse al andar
por la calle. El metal es el hijo más trastornado del rock, el metal es aquel
retazo adolecente que busca explotar fuera de toda norma, su misión desde que
Paul Mccartney compuso “Helter Skelter” ha sido fundar el caos. La orientación
hacía lo diabólico y profano es una
consecuencia más de aquello, desde el inocente “Number of the beast” hasta el
vehemente “Placer to kill” todos los himnos metaleros son canciones que vienen
a posicionar en quien los promulga la acción y la potencia por sobre cualquier
otro discurso.