No es que ya no existan
o que no se usen, pero es evidente que un teléfono (sea fijo o celular) ya no
guarda relación con nuestras prácticas cotidianas de comunicación. Parece que
ya nadie llama a un amigx o conocidx de forma directa. Una sensación en donde
se mezcla la desidia y la vergüenza es lo que se produce cuando no queda otro
remedio que llamar para poder hablar con esa persona que necesitamos. Además,
la idea de inmediatez y resguardo (como si exponer nuestra voz fuese un asunto
muy delicado) que proporcionan las redes sociales, han barrido la necesidad del
hábito de hablar por teléfono. Cómo ocurrió esto y que implica para nuestra
sociabilidad, lo veremos en este… ¿ensayo?