Corrían los meses de
Mayo y Junio del año 2011 y las calles de Santiago de Chile eran un verdadero
campo de batalla entre estudiantes y carabineros. La consigna era una educación
gratuita y de calidad, eso se pedía al gobierno presidido en ese entonces por
el multimillonario Sebastián Piñera y su sequito de conservadores, fachos,
neoliberales. Ante ellos y su inamovible negativa a sentarse a dialogar, los jóvenes
con pancartas, con expresiones y códigos propios de su idiosincrasia, con su
ingenio y rebeldía, se unían para cubrir las anchas calles de la capital Chilena
al ritmo de canticos revolucionarios eternos y profundos, había rabia y
esperanza, nunca olvidaré a los encapuchados siempre dispuestos a ponerse en
primera fila cuando la protesta ardía y la guerra contra las fuerzas policiales
era inminente, nunca olvidaré la brutalidad policiaca, y nunca olvidaré el
coraje por seguir adelante de una generación que creyó en un cambio. Sí, fue
hermoso y parecía que no estábamos solos, en ese periodo el mundo entero estaba
completamente revolucionándose, en Estados Unidos estaba el Ocuppy Wall Street
y la primavera árabe se desarrollaba en Egipto. Nunca olvidaré esos días, pero
por sobre todo nunca olvidaré al Negro Matapacos.