miércoles, 13 de agosto de 2014

La voz que no fue. I PARTE: El reencuentro



Personalmente no crecí escuchando a Los Prisioneros, no me llamaban la atención cuando chico y sus grandes éxitos pasaban al lado mío sin que tomase en cuenta su mensaje social contemporáneo. A lo mejor era pendejo y me preocupaban otras cosas y me llamaba la atención otra música, ok, pero después cuando estos tres San Miguelinos se juntaron para regresar en gloría y majestad tampoco llamaron mucho mi atención aunque al menos empecé a conocer quiénes fueron y que tanto importaron para la música chilena. 

Desde el 2011 que realmente escucho esta banda, casi al extrema de un fanático, me he visto casi todas sus entrevistas por youtube, escuchado sus botlegs de mala calidad, sus shows en vivo, me leí la autobiografía de su guitarrista Claudio Narea (y me entretuvo)  y los revaloricé a medida que iba aumentando mi melomanía. Y la verdad es que por alguna razón la mejor época de Los prisioneros no llama mi atención, debe ser por la lejanía del concepto, porque estaban en otra, porque el país vivía otras cosas, me parece más interesante la segunda época de la banda, esa que comenzó cuando se reunieron en el estadio nacional el año 2001, esa que los hizo volver a levantar la antorcha. Una época convulsionada, llena de contra tiempos, de conferencias de prensa épicas y de discos que se vieron opacados por toda la cobertura que los problemas personales le acarreaban a sus miembros. Una época digna para una banda de rock que siempre se ha caracterizado por ser irregular en su carrera, por promover sus instintos antes que su conveniencia, por no saber separar bien los negocios del arte, por mezclar peras con manzanas y por ser tan, pero tan contradictorios (producto sin duda de aventurarse tan jóvenes en un mundo cruel, en una sociedad acusadora)   Yo estuve ahí (ósea, estaba vivo y lo veía, se veía más que nunca a Los prisioneros por televisión) y fui testigo sin querer de como la banda se derrumbaba, como nos "sorprendía" con nuevas peleas y como su música iba quedando cada vez más atrás. Creo que no es menor que la televisión del 2000 haya brindado asilo a Los prisioneros como no lo hizo en los 80 (por supuesto que era una relación de amor-odio como siempre la ha tenido Jorge González con los medios chilenos) y que se paseasen por tantos programas de televisión disimiles desde programas juveniles de la época, pasando por programas de música, de farándula,  infantiles y matinales, lo que daba a entender que la banda había alcanzado un nivel transversal que sólo pocas bandas lo logran, lograron salir del nicho. 

Hoy en día rastrear su paso por aquella época es mucho más fácil porque basta con youtube, de hecho esto me nació porque lo que más veo últimamente son videos de Los prisioneros de aquella época, sumado a la información que conozca proporcionada personalmente por CLAUDIO NAREA (leí su libro XD) y múltiples entrevistas que González ha dado en distitnas épocas me puedo hacer un panorama de cómo fue la cosa y tal vez tratar de concluir a modo personal porque la banda no siguió ascendiendo como debió haberlo hecho hasta nuestros días y responder por qué siempre tiene que ser una banda trágica y con final dramático, por qué no le quedo otra que la muerte antes que todo.

I PARTE: EL REENCUENTRO




2001. La banda ya lo ha confirmado, se vuelven a reunir, por supuesto se trata del trío Nara-González-Tapia, nada que ver con la formación que se armó para la gira de Corazones Rojos, eso quedo atrás. Para esta época ya la gente común y corriente que se despertaba cada mañana con El buenos días a todos y se acostaba puntualmente a las nueve de la noche con el noticiero central (el regente de los 90) tenía conocimiento de cosas turbias dentro de la banda hasta cierto punto, sabían extraoficialmente por una biografía no autorizada lanzada por el periodista Freddy Stock que Claudio Narea se había separado de sus amigos por una infidelidad que Jorge González habría consumado con su mujer, el asunto igual era secreto a voces en el mundillo de los artistas de la época y para la mayoría era delicioso saber qué pasaría después, cómo se recompondría todo, porque hay que decirlo Los prisioneros tienen un valor agregado como banda, está bien, no eran buenos músicos, está bien, sus canciones no siempre eran muy inteligentes musicalmente, está bien, a veces se repetían en letra, pero siento que a mucha gente lo que le gustaba de esta banda es que veían en ellos a un grupo de amigos que se cimentaron el camino uno al lado del otro, a la gente le gusta la amistad y le gusta creer que es posible en un mundo frío, no todas las bandas se arman y perduran por amistad, son raras y excepcionales las ocasiones y Los prisioneros era una de esas bandas y a la gente le agrada eso, le agrada que los niños crezcan y se fortalezcan, le agarran cariño al concepto y eso pasó, eso sería la razón por la que González siendo el tremendo compositor que siempre fue, arriesgándose con tremendos discos en la década de los noventa nunca pudo sobresalir en el común del público porque la gente quería verlo tocando con sus amigos, se negaban a la idea de que Jorge era Jorge sin Claudio ni Miguel, hoy en día, año 2014 esto ha cambiado un poco ¿será por un recambio de fans, ya no tan apegados a Los Prisioneros?


Bueno, la cosa y para que se comprenda es que la gente quería que los amigos volviesen, pero los amigos tenían asperezas muy grandes entonces la comedia es un drama tenso, una teleserie que por más que sonrojase a alguien que estuviese dispuesto a admitir que le importaban estos temas (porque a todo el mundo lo único que le interesa de Los prisioneros es su música ¿no?) era inevitable ponerlo dentro del ojo público. Como sea, la expectativa de la gente estaba quizás un poco por sobre lo musical, estaba más por una cosa de conventilleo, como esas reuniones sociales de ex alumnos que se hacen 20 o 30 años después, reuniones que sólo sirven para comparar miserias.  La banda luego de jugar al misterio en salas de ensayo escondidas dentro de la ciudad anunciaron su ansiado concierto en una conferencia de prensa el 9 de Octubre del 2001 en un local de la ya desaparecida feria del disco, luego dieron un pequeño aliciente y se presentaron en uno de los programas de conversación más aburridos de la televisión chilena, "De pe a pa" con Pedro Carcuro, programa que por lo demás Jorgito bien conocía ya que lo invitaron bastante en los noventa, ahí hablaron de manera pauteada de su infancia, de política (conchalevale, los muchachitos seguían con ganas de responderle a los poderes fácticos, pero esta vez no sólo González hablaba) de lo que se venía (presentaron de manera inédita la canción "Concepción" una de las mejores de su disco homónimo) de sus ex profesores, pero cuando llegó la hora de aclarar por qué se separaron, no dieron luces claras, simplemente se sacaron los pillos aunque Narea lanza un comentario irónico "Los tríos ya no calentaban" se entendía el doble sentido por todos lados, y se entendía también que Narea venía con una nueva actitud, que ya no iba a ser el que asentía y callaba, quería resaltar, hablar, opinar, silenciosamente la guerra de egos estaba en marcha.



Luego vino el éxito del estadio nacional, dos noches en que el estadio se lleno como nunca antes frente a una banda chilena, sin necesidad de promociones ni mucha publicidad. La calidad del concierto fue abrumadora, marcando ciertamente un hito en la historia de los megaconciertos en el país. La banda desempolvó un repertorio acertado, que seguramente los fanáticos disfrutaron de manera orgásmica (canciones como "Generación demierda"; "Que no destrocen tu vida"; "Mal de Parkinson"; "Jugar a la guerra" fueron el deleite) pero también hay que aclarar que la banda toco realmente bien, más allá de que casi todas las canciones que ejecutaron del disco "La voz de los 80" estaban con revoluciones bajas, la banda toco a un nivel que yo creo que nadie se esperaba, Narea resaltó como nunca, se había convertido indudablemente en un buen guitarrista, ya no era el niño tímido que tocaba medio escondido y se equivocaba de notas, ahora disfrutaba cuando ejecutaba el instrumento y se daba el lujo de entrarle con arreglos propios a canciones inmortales, era sin duda la sorpresa que dio la nota alta. Por otro lado el uso de sintetizadores, maquinas de sonido llegaban a un climax imponente, para muchos la versión de "Muevan las industrias" es la mejor que Los prisioneros han tocado en toda su carrera. Esas dos noches todo fue gloria para el trío, cualquier rencilla de plata o faldas se podía ir a la mierda, esos problemas no podían opacar la ovación de 140 mil personas, la vida era buena y sonreía en un momento necesario para los tres (al menos para Jorge y Claudio agobiados por deudas en ese tiempo) Lo que iba ser sólo una reunión única e irrepetible se terminó convirtiendo en una gira nacional y hasta internacional. La cosa empezó de a poco, originalmente Los prisioneros querían grabar un disco en vivo y por aquello se construyo el concierto, ahora tenían que editar el disco, buscarse un sello que les diese cuantiosos dividendos, no fue problema. También ofrecieron dos presentaciones improvisadas en lugares pequeños, comunas, habían ganas de tocar fuera como fuera y la gente común no podía no rendirse ante estos San Miguelinos.


Si se hubiesen conformado con esa gloría eterna ahora todos tendríamos un recuerdo inmortal de Los prisioneros, quedarse con la miel en la boca puede ser lo mejor, como esas bandas de rock que mueren de manera heroica, pero el rock en realidad no muere, parece que está destinado a pudrirse, después de todo cuántas bandas de rock en el mundo se separan, después se juntan y ya no son lo que fueron, ni de cerca, ni de lejos, el rock se deteriora, pero sus cicatrices en distintas épocas es lo que lo mantiene vigente en  el corazón de los fanáticos.   




*Aquí termina la primera parte de está pseudo investigación/recorrido por la época del 2000 de Los prisioneros, el siguiente capítulo contemplara su pasó por La Teletón y Viña. Espero no decepcionar ni ponerme muy farandulero, pero como que me cuesta separar el fanatismo de la farandulería...





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