viernes, 8 de enero de 2016

Series para ver, volver a ver y pensárselo mejor antes de ver: Juana Brava



Hacer hoy una serie que trate sobre política en Chile y que no juegue hacer la versión localista de “House of cards” (necesaria adaptación por cómo están las cosas, en todo caso) era un reto que tal vez Juana Brava (2015) no logró a cabalidad dejando una sensación en el espectador de que la cosa quedo debiendo en su pretendido realismo con que se enfocaba en las promociones.



 



El 2015 fue el año en que se destaparon números fraudes, colusiones, corrupciones, arreglines y cuanta maraña de asquerosidades y vicios están envueltos nuestros fieles representantes de la democracia. Cosas realmente insólitas y repudiables como el caso Caval, caso Penta, Caso Soquimich… Todos los culpables hoy  sufriendo una pena muy menor a su delito y que bajo el tapete publico terminan siendo ignorados o casi olvidados por la prensa en una siempre y conformista respuesta del tipo “Ya aprendí mi lección, olvidemos este mal trago y sigamos adelante con nuestras vida” En fin este 2015 se destapó la olla como nunca y el sistema político quedo muy desprestigiado, bajo ese clima llegó a la televisión Juana Brava una serie que trataba en algún modo de reivindicar el aspecto social y justiciero de la política como instrumento público, es decir en pos y para el desarrollo de la comunidad, no para el beneficio de algunos. La serie se presentaba con un idealismo que muchos dijimos “Que tierna ingenuidad” ya que una historia sobre una heroína que trata de reivindicar los legítimos derechos de un grupo abandonado por el poder  en esencia no es nada nuevo (Si vieron una película tan tonta como Legalmente rubia 2 podrán encontrar un esquema parecido) y más allá de todo suena a algo bastante populista, pero había que darle crédito ya que las series que TVN había estado produciendo (ZAMUDIO; El reemplazante) tenían buena factura, calidad técnica, propuesta estética visual y sonora más allá de un mero acompañamiento y actuaciones muy buenas. Así que me propuse ver Juana Brava sacándome la idea inicial que tenía de ésta y me enfoqué en su historia y personajes que son los que siempre enaltecen o aborrecen un producto ficticio de estas características.
 

La historia se centra en Juana Bravo una chica con un pasado difícil que huye de la ciudad junto a su hijo adolecente luego de robar una joyería. Juana se refugia en el tranquilo y rural pueblo (ficticio) de San Fermín donde el edil del pueblo es su padre Ambrosio, personaje con quien Juana siente una gran antipatía y resentimiento debido a que éste la abandonó a ella y su madre en condiciones bastante pencas, sin embargo, sin nada mejor y con un sicario persiguiéndola a causa del robo no le queda otra que agachar el moño y tener que soportar a su padre y a su pareja Hilda (la directora de la única escuela que el pueblo tiene y que exuda ambición) guareciéndose en San Fermín, a su vez Ambrosio quiere ayudar y recomponer la relación familiar e insta y apoya a Juana a formar parte de su gabinete candidateándola como concejala. Así por el mero pituto y apoyo del hombre fuerte del pueblo Juana, una chica que realmente no tenía preparación política ni conocimiento al respecto y que además arrastraba un pasado delictual termina convertida en concejala del pueblo, hasta ahí la serie nos ha mostrado la realidad política en su máxima expresión: Acuerdos, apernillamientos y cero meritocracia al momento que alguien asume un cargo, pero bueno continuemos. Juana rápidamente se da cuenta que en San Fermín está quedando la cagada a causa de una empresa de desechos llamada Lozano que ha trasladado su industria hacía allá, el pueblo prácticamente se ha convertido en el basural de la capital, además unos pobladores muy humildes se resisten a abandonar sus casas cuyos terrenos son propiedad de Lozano. Esta situación enerva a Juana y comienza a hacer lo posible por ayudar a la gente hasta que descubre que su papá ha estado coludido con la gente de Lozano por años y beneficiado a la empresa a cambio de favores económicos como mejorar la infraestructura del colegio  de su pareja. En fin Juana descubre todo este chanchullo y amenaza con acusar a su Padre y revelar todas estas cosas, pero él decide renunciar a su puesto para evitar el escándalo, como el puesto queda vacío uno de los miembros del concejo municipal debe asumir el cargo y lo hacen por votación entre los cinco miembros, Juana logra hacerse con el sillón municipal debido a que llega a un acuerdo con uno de los miembros del comité prometiéndole un puesto de trabajo a su hijo dentro del municipio. Esperen un momento ¡Está es la heroína que reivindicará la política! Hasta el momento Juana ha llegado al poder por medios totalmente ajenos a lo que podríamos llamar méritos o esfuerzo, pero bueno vamos que sabemos que sus intenciones son buenas ya que es la protagonista y en una escenas atrás había mirada con cara de pena a una niña pobre…y más allá de eso ASÍ FUNCIONA LA POLITICA EN CHILE. Designan ministros que no son elegidos por votación popular y cosas por el estilo, hasta este punto la serie le ha enrostrado al espectador el vil aparataje político de una forma hasta entretenida. 

Como sea Juana Bravo ya como alcaldesa se convierte en una defensora del pueblo que cree ciegamente  en ella casi casi de forma instantánea (está bien, en escenas anteriores Juana salvo a una niña pequeña de un incendio y aquel acto hizo que todos la amaran) el problema es que Juana es arrebatada, impulsiva, no sabe jugar bien sus cartas y se mantiene en una línea fija de pensamiento hasta llegar a un punto en que la sobrepasa la soberbia, pero también podríamos decir que es apasionada. Este comportamiento hace que a lo largo de la serie deje la cagada en múltiples momentos debido a que Juana no es esa clase de personas que quedan bien con dios y con el diablo. En ese aspecto la serie plantea el reverso a la clásica idea de que la política es el arte de los acuerdos, no, acá Juana responde más a la idea de un caudillo, férrea y leal a sus convicciones tomando la política como una ideología intrazable. Desde ese punto Juana propone un estilo político que en la realidad dura y plena parece impracticable. La serie también representa en varias escenas la burocracia gubernamental así como el maridaje entre negocios y política muchas veces con un aire de comicidad que a ratos no tiene sentido. Los vicios de la política se exponen de forma bastante torpe, pero se dejan sentir y el espectador puede reconocer los aspectos que enlodan al país en muchas escenas que terminan adquiriendo un trato cotidiano.
 


Pero más allá de una trama política que en si es compleja, enrevesada, pero que se presenta de forma muy natural y simple para no hostigar al espectador también hay cumulo de historias secundarias que giran sobre romances, suicidios, segundas oportunidades, madurar, despertar sexual, maternidad y uff un montón de temas que a veces se desvirtúan del foco principal y no parece tener relación directa o muy consistente con el argumento en general, de esta forma la trama de Diego el hijo adolecente de Juana quien se enamora en el colegio de la negra, una chica rapera contestataria con un pasado muy trastornado, víctima de violación y novia de un malacatoso que vuelve de la cárcel, parece tener una historia aparte dentro del conflicto central que termina siendo  muy liminal y  abre la brecha a otra clase de problemáticas que no guardan mucho peso con la idea original y por lo mismo no se desarrollan de la manera más adecuada, en todo caso yo estoy a favor de que hayan historias que se desarrollen por fuera del conflicto central sólo que en una serie este tipo de experimentaciones siempre se van a ver trastocada por la duración o el peso que finalmente tiene el drama principal siendo algo sin efecto narrativo, así finalmente y de manera muy forzada se trata de encajar a Diego en el climax de la historia consiguiendo una situación poco creíble al final de todo. Otros personajes secundarios como el buenachon de Pepe, mano derecha de Juana y quien la insta a meterse en la política tiene un papel de (justamente) Pepe Grillo sin promover sustancialmente nada muy interesante al argumento, la conclusión de este personaje es tan sorprendente como forzada. También bastante forzado e inentendible es la presencia de Tomás dentro de todo esto, Tomás es amigo de Juana desde su época “oscura” y si bien en el principio se desliza que el tipo está enamorado de ella o al menos con ganas de volver a tener algo con ella no son motivos realmente convincentes para que se mantenga en el puesto de asesor jurídico de Juana, de todos modos Tomás es una de los personajes más queridos por el público porque pone la cuota de humor a la serie, pero no un humor al que estamos acostumbrados dentro de las series chilenas si no que justamente sus comentarios irónicos, a veces obscenos y desubicados calzarían bastante bien en una sitcom gringa, y ese elemento aunque interesante hace que la serie muchas veces desencaje con la pretendida realidad y crudeza que quiere representar, Tomy no es el único, algunas escenas presentaban situaciones hilarantes que descolocaban al espectador tal como lo hacía Bretch en sus obras al recordarles a sus asistentes mediante estupideces o desviaciones que  lo que veían era  ficción de la que era necesario tomar distancia para analizarla. Quizás del mismo modo esos extraños momentos de humor en Juana Brava vienen a cumplir la misma función, sacar de contexto al espectador para que recuerde que a pesar de todo están viendo una ficción ya que justamente la realidad social no es tan simple de arreglar como se muestra y es que proyectos como Punta Choros o Pascua Lamas que sin duda han servido de inspiración para la ficticia Lozano no han sido fáciles de derribar a pesar de la constante lucha comunal que los pueblos afectados han dado. 

La serie es una invitación más que nada a tomarse el poder y manifestarlo popularmente, a crear conciencia y a generar colectividad activa, es una cosa casi de espíritu acrata, aunque al mismo tiempo como satira política queda corta y termina siendo más simplona que otra cosa. Por otro lado los personajes que como ya dije recorrían en su mayoría una complejidad de temas en sus argumentos (y por lo mismo una riqueza difícil de encontrar, a excepción del personaje de Pepe el único bastante simple y sin nada interesante que mostrar. Punto aparte, todos los actores lo hacen bastante bien en sus roles) pero al mismo tiempo se forzaba mucho el cómo se involucraban en la trama y qué mono pintaban resultando a fin de cuentas intrascendentes así como también muchas acciones heavys como asesinatos, por ejemplo terminaban resolviéndose de un  modo bastante ligero. Juana Brava fue una serie irregular, pero que es necesario otorgarle una segunda temporada para ver realmente hasta qué punto puede llevar las cosas y en todo caso en el Chile de hoy es súper necesario que una serie como está de el puntapié inicial para que el espectador se atreva a ver y reflexionar sobre la política y el real significado que esto involucra.- 

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