La
super banda arremete
JIJI los vi en vivo una vez (la foto no es mía) |
El segundo trabajo del grupo lanzado en 2001 llamado “The Director´s Cut” repasa antiguas bandas sonoras del mundo del terror cinematográfico y aunque el concepto del grupo se desdibuja un poco, el ejercicio sigue siendo de una estética propia en la que la idea sobre música de películas (desde el conocido tema de El padrino, pasando por el tema principal de Twin Peaks: Fire Walk Whit me e incluso Cape Fear o The Omen) calza perfecto con un estilo que a ratos cabalga entre el experimental más esquizoide mezclado con el metal más brutal. Finalmente el 2004 la banda se atreve con un disco de una sola canción en el “DELIRIUM CORDIA” cuyo concepto estético estaría relacionado con la cirugía a corazón abierto, es decir, un mal viaje anestésico inducido por esa sensación terrorífica de estar en un quirófano observando la intervención que hacen sobre uno. Aunque es un proyecto bastante interesante, peca bastante de soberbio, siendo el disco de FANTOMAS que desentona con la línea que Patton venía ensayando, aunque ciertamente entrega momentos sonoros intensos y bastante esplendorosos como la sección de tambores tribales de Lombardo o los apoteósicos cantos gregorianos del engominado.
Pero
fue en 2005 cuando la banda consiguió llevar adelante uno de los discos más
interesantes y excitantes que siento yo explota todo lo mejor que esta
propuesta quiso llevar a cabo. Si bien este sería el último disco oficial - con
la eterna promesa de Patton de un quinto
disco electrónico - Aún así la banda editó un par de canciones más en singles o
compilados y ha seguido presentándose esporádicamente, aunque únicamente
interpretando las canciones del disco “The directors cut”. Por tanto podemos
decir que este último disco de FANTOMAS fue también su último desplante de
originalidad, llevando al límite una técnica musical que pocos grupos en clave
rock o metal han conseguido igualar. Este es sin duda aquel engendro más
querido por los fans de Patton quien por los años de producción de todo esto,
derrochaba inmensa imaginación.
30
días de ruido
Un
poco emulando las ideas más conceptuales de Yoko Ono en cuanto a nuestra
relación diaria con el arte y cómo podemos tratar de sentirnos más conectados a
ella, Mike Patton consigue entregar un disco que se construye en base a un calendario
de 30 días (cuyo diseño fue elaborado por el ilustrador Yoshitomo Nara) Cada jornada
está dispuesta una canción de alrededor de un minuto de duración, en ese
sentido, este trabajo vuelve un poco al contexto del primer trabajo del grupo
en donde las canciones eran tituladas como “FRAMES” o “PAGES”. Todos los
temas son instrumentales al margen de algunas frenéticas voces psicóticas y
cánticos de juegos de niños.
El
disco a grandes rasgos sería catalogado como metal alternativo y es realmente
una etiqueta nula a la cantidad de sonidos y fragmentos que presenta, tomando
sólo elementos mínimos del metal como riff de guitarras o la pedalera infernal
de Lombardo, pero realmente FANTOMAS iba mucho más allá de un camino metalero y
este disco demuestra que su idea siempre fue más conceptual que directa, pese a
lo brutales que pueden llegar a sonar. Este disco contempla desde efectos y
música de dibujos animados que recuerdan las correrías de entrañables
personajes de Hanna Barbera y los Lonney Tones, tramos de jazz proporcionados
por el buen y ágil de Trevor Dunn, sonidos circenses, de juguetes, gargarismos,
lloriqueos, risas de niños, samplers random que te hacen entrar en un mundo pesadillezco,
todo aderezado a una clave metalera que se siente siempre potente. El enfoque
de este disco es la infancia, los juegos de niñxs y desde ese punto de vista,
como unos infantes descubriendo una caja de juguetes, Patton y cia se lanzan a
la mezcla y experimentación directa de un montón de sonidos y melodías.
El
disco desborda imaginación, se construye como un collage en donde hay lugar
para momentos sobresalientes, pero en general, se siente más como un todo y se
aprecia mejor en su conjunto. Eso no quita que cada canción tenga lo suyo como
la 04/10/05 que arranca con la cacofonía de varias grabaciones de
juguetes infantiles, aunque con un trasfondo metalero, hasta que llegamos a un
cambio de riff muchísimo más propio de los que se escuchan en Melvins y por
unos momentos Buzz canta una frase indescifrable, quizás una de las canciones
que mejor represente esa creatividad anárquica del grupo.
04/11/05
descarga esa vibra cercana al mal viaje lisérgico, la 04/13/05 es
llevada adelante por una melodía torpe, burlona e innecesariamente molesta para
luego dar paso a otro gran riff más cercano al punk, la 04/14/05 parece
un desafío a la locura mediante un uso desquiciado de los samplers y ruidos
chirriantes, la canción en todo momento se alza como un desafío a los oídos. 04/15/05
tiene rasgos inspirados en las experimentaciones de jazz de Morricone (otro
elemento con muchos ecos dentro del disco) 04/16/05 es un trabajo de
percusión tribal mezclado con cantos del preescolar. La 04/21/05 remite
nuevamente a los sonidos más agresivos del primer disco, aunque con un mayor
uso de sonidos random que amplía mucho más el espectro de efectos que Patton
consigue con sus propios ruidos. La 04/25/05 envuelve un aura turbia un
sonido inquietante hasta su inminente explosión en donde la voz de Patton
consigue tal dinamismo de expresiones que llegas a dudar si es un humano como
cualquiera. Si bien es cierto el disco no fue tocado demasiadas veces en vivo
(a diferencia del Directors´cut) sí se toco y Patton sí era capaz de realizar
todas estas locuras, aunque obviamente el disco siempre presenta un sonido más
pulido. 04/26/05 te hace sentir
parte del comienzo de un viaje alucinógeno que rápidamente se vuelve
turbulento. Al contrario 04/27/05 es llevado adelante por un bajo de
jazz que le implanta un aura surrealista al tema, propia de encajar en alguna
escena de Twin Peaks. 04/29/05
empieza con el cantico de unos niños (“Será melón, será sandía, será la vieja
del otro día”) tras el fondo de un escenario oriental para rápidamente
convertirse en una masa sonora indomable con toques bastante punks en lo que
podríamos llamar la parte del coro. La canción final es la más larga con una
duración de tres minutos y también consigue ser el ejercicio que mejor resume
la técnica abrumadora del conjunto: momentos explosivos rapidísimos, energía
desbordada, pero con el agregado de también otorgar segmentos llenos de
confusión lisérgica al más puro estilo de Captian Beefoot o incluso The
Residents, un alucinante viaje.
Estos son los momentos para mí más destacados del disco, pero realmente ofrece una infinidad de escuchas, todas las canciones tienen algo que sorprende y sigue sorprendiendo. Realmente recomiendo este disco para llevarse una experiencia musical digna del placer, disfrutar los orgasmos que a veces alcanzan los sonidos.-
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