sábado, 8 de mayo de 2021

100 discos para mis treinta: #40 Fantomas – Suspended Animation (2005)


El incansable Mike Patton, luego de tocar el éxito “mainstream” con Faith No More, decidió dar rienda suelta a su propia visión sobre una estética musical en el concepto de su primer super grupo FANTOMAS una amalgama de experimentaciones sonoras donde la voz explota en chirridos y cacofonías de un nivel muy extremo mezclado con brutales y afilados riffs que estallan siempre de un modo torpe y genuino, pasando también por cuerdas de un bajo jazzero esquizofrénico y una imponente sección rítmica completamente bestial y técnica. Todos esos elementos crearon una marca registrada, quizás que peca un tanto de pretensiosa, pero que siempre fue tomado como un ejercicio de desplante pura y brillantemente técnico. Este disco es en mi opinión el que mejor expone este particular estilo.

La super banda arremete


Mike Patton es un músico tremendamente magnético, nadie puede dudar que tiene un ángel escénico y un imponente talento. Con FANTOMAS consiguió crear un concepto musical (que tampoco es algo inédito en el mundo, influencia directa es Naked City, por ejemplo) que brilla por su propuesta estética tan soberbia. Se trata de una banda de “rock” (muchas comillas en lo de rock) en la que cada canción dura menos de un minuto y en todas o al menos la gran mayoría la voz es usada como un instrumento más. La propuesta arremetió con frescura en el panorama siempre inquieto del Avantgarde. Esa fue la irrupción del grupo en el año 1999 con su primer disco homónimo (también llamado “Amenaza al mundo”), dejando a bastante gente anonadada al esperar algo más estándar a las estructuras clásicas del rock, especialmente por el tenor de integrantes que el grupo ostentaba: En las baterías Dave Lombardo, para esas alturas ya una leyenda del metal gracias a su imponente trabajo con Slayer “Reign Blood”. En el bajo Trevor Dunn, por esos años no tan conocido como sus compañeros, pero un virtuoso capaz de amoldarse intrépidamente a casi cualquier estilo musical y en las guitarras a Buzz Osbourne, los grandes rulos tras la banda de culto Melvins, básicamente una agrupación que escucharla es una experiencia.

JIJI los vi en vivo una vez (la foto no es mía) 

El segundo trabajo del grupo lanzado en 2001 llamado “The Director´s Cut” repasa antiguas bandas sonoras del mundo del terror cinematográfico y aunque el concepto del grupo se desdibuja un poco, el ejercicio sigue siendo de una estética propia en la que la idea sobre música de películas (desde el conocido tema de El padrino, pasando por el tema principal de Twin Peaks: Fire Walk Whit me e incluso Cape Fear o The Omen) calza perfecto con un estilo que a ratos cabalga entre el experimental más esquizoide mezclado con el metal más brutal. Finalmente el 2004 la banda se atreve con un disco de una sola canción en el  “DELIRIUM CORDIA” cuyo concepto estético estaría relacionado con la cirugía a corazón abierto, es decir, un mal viaje anestésico inducido por esa sensación terrorífica de estar en un quirófano observando la intervención que hacen sobre uno. Aunque es un proyecto bastante interesante, peca bastante de soberbio, siendo el disco de FANTOMAS que desentona con la línea que Patton venía ensayando, aunque ciertamente entrega momentos sonoros intensos y bastante esplendorosos como la sección de tambores tribales de Lombardo o los apoteósicos cantos gregorianos del engominado.



Pero fue en 2005 cuando la banda consiguió llevar adelante uno de los discos más interesantes y excitantes que siento yo explota todo lo mejor que esta propuesta quiso llevar a cabo. Si bien este sería el último disco oficial - con la eterna promesa  de Patton de un quinto disco electrónico - Aún así la banda editó un par de canciones más en singles o compilados y ha seguido presentándose esporádicamente, aunque únicamente interpretando las canciones del disco “The directors cut”. Por tanto podemos decir que este último disco de FANTOMAS fue también su último desplante de originalidad, llevando al límite una técnica musical que pocos grupos en clave rock o metal han conseguido igualar. Este es sin duda aquel engendro más querido por los fans de Patton quien por los años de producción de todo esto, derrochaba inmensa imaginación.

30 días de ruido



Un poco emulando las ideas más conceptuales de Yoko Ono en cuanto a nuestra relación diaria con el arte y cómo podemos tratar de sentirnos más conectados a ella, Mike Patton consigue entregar un disco que se construye en base a un calendario de 30 días (cuyo diseño fue elaborado por el ilustrador Yoshitomo Nara) Cada jornada está dispuesta una canción de alrededor de un minuto de duración, en ese sentido, este trabajo vuelve un poco al contexto del primer trabajo del grupo en donde las  canciones eran  tituladas como “FRAMES” o “PAGES”. Todos los temas son instrumentales al margen de algunas frenéticas voces psicóticas y cánticos de juegos de niños.

El disco a grandes rasgos sería catalogado como metal alternativo y es realmente una etiqueta nula a la cantidad de sonidos y fragmentos que presenta, tomando sólo elementos mínimos del metal como riff de guitarras o la pedalera infernal de Lombardo, pero realmente FANTOMAS iba mucho más allá de un camino metalero y este disco demuestra que su idea siempre fue más conceptual que directa, pese a lo brutales que pueden llegar a sonar. Este disco contempla desde efectos y música de dibujos animados que recuerdan las correrías de entrañables personajes de Hanna Barbera y los Lonney Tones, tramos de jazz proporcionados por el buen y ágil de Trevor Dunn, sonidos circenses, de juguetes, gargarismos, lloriqueos, risas de niños, samplers random que te hacen entrar en un mundo pesadillezco, todo aderezado a una clave metalera que se siente siempre potente. El enfoque de este disco es la infancia, los juegos de niñxs y desde ese punto de vista, como unos infantes descubriendo una caja de juguetes, Patton y cia se lanzan a la mezcla y experimentación directa de un montón de sonidos y melodías.



El disco desborda imaginación, se construye como un collage en donde hay lugar para momentos sobresalientes, pero en general, se siente más como un todo y se aprecia mejor en su conjunto. Eso no quita que cada canción tenga lo suyo como la 04/10/05 que arranca con la cacofonía de varias grabaciones de juguetes infantiles, aunque con un trasfondo metalero, hasta que llegamos a un cambio de riff muchísimo más propio de los que se escuchan en Melvins y por unos momentos Buzz canta una frase indescifrable, quizás una de las canciones que mejor represente esa creatividad anárquica del grupo. 



04/11/05 descarga esa vibra cercana al mal viaje lisérgico, la 04/13/05 es llevada adelante por una melodía torpe, burlona e innecesariamente molesta para luego dar paso a otro gran riff más cercano al punk, la 04/14/05 parece un desafío a la locura mediante un uso desquiciado de los samplers y ruidos chirriantes, la canción en todo momento se alza como un desafío a los oídos. 04/15/05 tiene rasgos inspirados en las experimentaciones de jazz de Morricone (otro elemento con muchos ecos dentro del disco) 04/16/05 es un trabajo de percusión tribal mezclado con cantos del preescolar. La 04/21/05 remite nuevamente a los sonidos más agresivos del primer disco, aunque con un mayor uso de sonidos random que amplía mucho más el espectro de efectos que Patton consigue con sus propios ruidos. La 04/25/05 envuelve un aura turbia un sonido inquietante hasta su inminente explosión en donde la voz de Patton consigue tal dinamismo de expresiones que llegas a dudar si es un humano como cualquiera. Si bien es cierto el disco no fue tocado demasiadas veces en vivo (a diferencia del Directors´cut) sí se toco y Patton sí era capaz de realizar todas estas locuras, aunque obviamente el disco siempre presenta un sonido más pulido.  04/26/05 te hace sentir parte del comienzo de un viaje alucinógeno que rápidamente se vuelve turbulento. Al contrario 04/27/05 es llevado adelante por un bajo de jazz que le implanta un aura surrealista al tema, propia de encajar en alguna escena de Twin Peaks.  04/29/05 empieza con el cantico de unos niños (“Será melón, será sandía, será la vieja del otro día”) tras el fondo de un escenario oriental para rápidamente convertirse en una masa sonora indomable con toques bastante punks en lo que podríamos llamar la parte del coro. La canción final es la más larga con una duración de tres minutos y también consigue ser el ejercicio que mejor resume la técnica abrumadora del conjunto: momentos explosivos rapidísimos, energía desbordada, pero con el agregado de también otorgar segmentos llenos de confusión lisérgica al más puro estilo de Captian Beefoot o incluso The Residents, un alucinante viaje.



Estos son los momentos para mí más destacados del disco, pero realmente ofrece una infinidad de escuchas, todas las canciones tienen algo que sorprende y sigue sorprendiendo. Realmente recomiendo este disco para llevarse una experiencia musical digna del placer,  disfrutar los orgasmos que a veces alcanzan los sonidos.-

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