viernes, 28 de mayo de 2021

100 Discos para mis treinta: #37 Iglooghost - Neō Wax Bloom (2017)

El trabajo de muchos productores y productoras en cuanto a genero electrónico ha sido muy prolífico y lejos del cliché que se podría esperar de este estilo de música, hay más producción que ahonda en el carácter experimental que popero del género (cuya etiqueta ya queda muy corta) en este caso quiero rescatar uno de los discos que resume de un modo bastante prolijo y a la vez excitante cierta influencia de grandes como Aphex Twin, el new age, el jazz e incluso resonancias propias de SKRILLEX.

Un juego indescifrable



La persona tras Iglooghost es  Seamus Malliagh, un joven proveniente de Irlanda que empezó su carrera como un beatmaker, forjando bajo su propia práctica una visión musical que le fue llevando a perfeccionarse en los samplers y sonidos, ejecutando una técnica casi de collage sonoro. No es una propuesta muy típica, pero tampoco resulta en algo descabellado, aunque sí tiene una vibra medular que inunda de mucho misticismo a las canciones que Malliagh ha llevado adelante, renegando un poco de simplemente crear pistas para que otrxs músicos se adecuen a ellas.

Para quienes necesiten encasillar los géneros y ritmos, podemos decir que el proyecto de Iglooghost se asemeja un poco a una electrónica Lounge por sus matices profundamente atmosféricos, pero al mismo tiempo, Seamus se encarga de darle una forma algo agresiva que por momentos puede incluso recordarnos los “samplers” de Fantomas (de hecho el disco que comentaremos tiene una curiosa aura tanto en forma y fondo al Suspended Animation), así como al breakcore de Venetian Snares pero sin acercarse a ese nivel de brutalidad.

Lo que prima es la melodía y las atmosferas, incluso recordando un poco al Dubstep, pero si este estuviese cargado no tanto de pesadillas. Quizás esa sea la mejor definición de este disco, pero no podemos negar la gran cantidad de matices y detalles que el trabajo consigue entregar, aún así la indudable sensación de enfrentarnos a sonidos que sólo parecen tener sentido dentro de los sueños, incluso podemos hallar cierta conexión al hyper pop de la lamentablemente fallecida SOPHIE.

Muchas referencias, todo enlazado de una manera casi insospechada, según el propio Malliagh las ideas para estas canciones vinieron en los periodos de clases, esto según una entrevista al sitio Tiumag.com: “Meses antes del lanzamiento [de su primer disco] me apunté a la escuela. En realidad, hice la solicitud el verano anterior porque pensé que mi primer álbum no funcionaría y me cubrí las espaldas. Entonces estuve produciendo los discos mientras hacía clase y todos los días corría de clase a casa con nuevas ideas, desesperado por llegar y plasmarlas. Creo que estar atrapado en esta especie de prisión me hizo darme cuenta de la suerte que tengo de poder hacer este tipo de canciones extrañas”

Igloghost por su parte es más que un alter ego, dentro de la movida electrónica más contemporánea, el proyecto se presenta más como un ente y desde ese sentido la estética tanto en arte como videos musicales te hace entrar a otra dimensión, casi como esos bumpers bizarros que MTV programaba en sus comerciales. Quizás es otra característica prolífica de este artista, su capacidad para no sólo crear canciones insólitas sino que dotarlas de un universo propio en donde parecen desarrollarse. Volviendo con la entrevista Malliagh reconoce que si bien lo primero es la idea musical, le gusta mucho crear un universo en torno a ello, y en gran parte esa locura sonora, ese juego medio indescifrable que propone a quienes escuchamos su obra, resulta de su fascinación por los sonidos de la música new age, siendo quizás otro factor decidor para crear su estilo: “Me encantan las movidas new age de los 80. Temas en las que intentaban sintetizar instrumentos orgánicos utilizando una tecnología de mierda. Me encanta cuando están muy cerca de algo orgánico pero entonces se salen del cliché y accidentalmente crean algo que parece físico pero que ni siquiera existe en la vida real.”

Un mundo de electrónica único



Los buenos resultados que Neō Wax Bloom (NWB) provoco en la escena una vez empezó a ser descubierto por melomanxs y productores, empujaron la carrera de Igloghost a una velocidad que él no se imaginaba, y aún hay mucho despliegue de creatividad en cada siguiente entrega, no obstante, para mí el impacto de este primer disco sin duda funciona como un parte aguas definitivo a una tradición de música electrónica de club que parecía cada vez refinarse mucho mejor, pero no aportar un signo de exclamación distintivo. NWB consiguió llamar la atención de un modo bastante intenso y aunque los sucesivos trabajos han seguido reforzando esa línea musical casi maniática que refleja este trabajo, siento que la fuerza y originalidad del sonido de este primer disco sigue siendo muy fresco y un excelente punto de partida para abrir un poco la cabeza en relación a la música electrónica actual. Por cierto el apoyo que tuvo este disco fue el respaldo por el sello Brainfeeder del inigualable Flying Lotus.

El disco, un poco inspirado en los conceptos caricaturescos de Pendleton Ward y su famosa serie “ADVENTURE TIME” nos trae un ambiente mágico, lleno de criaturas gomosas, donde la historia que se desarrolla tiene que ver con dos ojos que descienden sobre un mundo catastrófico. Cada track sigue la pista de estas pequeñas criaturas. Y le seguimos sumando cierto misticismo a todo esto ya que Iglooghost afirma que este no es un álbum conceptual, porque la historia que cuenta realmente sucedió: lo vio todo en su jardín.



En cuanto al sonido, resulta tan visceral, burbujeante, extraño y colorido que definitivamente es fácil perderse entre tema y tema, no obstante, entre más entregado se dispone uno a este mundo más se consigue disfrutar de un trabajo que visualmente encajaría muy bien en un filme de found footage tipo Baraka. Pero lo más curioso es que este mundo sonoro lleno de vueltas intensas, tiene su primera influencia en el mundo del metal,  razón de que cada canción resulte tan ostentosa como poca ortodoxa, es aquí donde podemos develar la clave de este trabajo: cada canción son movimientos continuos y cambios de ritmo realizados a través de sonidos agresivos, pero siempre manteniendo ese aire onírico-infantil de fondo.

Jams excéntricos, voces que parecen cantar en un idioma no humano, así como voces muy pitcheadas que parecen rapear desde otro universo, galimatías revueltas, risas y otros ruidos humanos que crean la sensación de que estamos escuchando una música casi alienígena. Iglooghost propone una variedad de ruidos intermitentes y cortados que se sienten muy fantásticos debido a lo agudos y nerviosos que son. Para atenuar la vibración, muchos de los sonidos agudos van acompañados en el fondo de una línea de bajo potente y contundente como la que escucharías en una canción de Grime, esto nuevamente acercaría a nuestro excéntrico amigo a una producción más cercana al llamado y muy de moda últimamente HYPER POP. La superposición de sonidos bajos y altos agrega una profundidad deliciosa que sigue dotando al disco de una profundidad en donde se pueden apreciar ruidos mucho más lejanos, incluso.



El concepto del disco no deja de maravillar y la producción esta tan bien pensada que todo se puede (y creo que es la mejor forma) escuchar como un bloque sonoro en donde obviamente destacarán algunos segmentos por sobre otros. En "White Gum", Iglooghost convierte la implacable voz del rapero AJ Tracey en un peculiar ataque se ruidos agudos. El ambiguo rapero underground Mr. Yote también aparece en “Teal Yomi / Olivine”, desafiando la tormenta de ruidos complejos con su propio cambio de tono. Con un enfoque opuesto, el vocalista japonés de dream-pop Cuushe se desliza sobre "Infinite Mint", una suculenta balada llena de destello y luminosidad. Malliagh suaviza su filo para momentos como estos sin sacrificar el efecto envolvente de la producción.


Incluso en su forma más elegante, el álbum se despliega como un ataque sensorial. Esta parece ser la extraña ecuación de Malliagh como Iglooghost: filtrar música electrónica extravagante a través de su construcción de mundos empalagosos hasta provocar un efecto intensamente emocional. En cierto modo el mundo que este disco propone se soporta sobre si mismo y a la vez sólo funciona dentro de sus propias reglas. Es del tipo de música en el que podrías respirar profundamente antes de saltar al vacío. -

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