sábado, 15 de diciembre de 2018

100 discos para mis treinta: #99 Jimmy Eat World – Bleed American (2001)



Continuamos con el conteo eterno de discos que considero vitales para mi vida, por lo menos para mis primeros 30 años de vida. Como comenté en el post pasado, no se trata de que exista un orden jerárquico, al menos no en estos puestos, ya en el TOP 20 la cosa cambiará. Pero bueno, si en la anterior entrega revisamos uno de mis discos favoritos y emblemáticos del hip-hop ahora nos vamos a un extremo opuesto, ya que estamos ante algo emotivo, mucho más “blanco” y de sonidos optimistas y enérgicos. Un disco que amo con todo mi corazón, con ustedes los ¡Jaimes se comen el mundo!



Abriendo los fuegos de una nueva era



Cuando hablamos de discos que sientan precedentes para determinados estilos musicales del mainstream, este es uno de los tantos buenos ejemplos que se pueden mencionar. “Bleed American” es un disco que abre el sonido de comienzos del nuevo milenio de manera magistral. Formaba parte de la ola punk/pop comandada por los aún muy infantiles Blink 182 y unos confundidos Green Day que buscaban acertar con un nuevo sonido a su catálogo. Sin embargo, se puede vislumbrar en este disco una bisagra, es el punta pie inicial hacía la transición de un sonido y estética emo pop de muchas bandas que ya no se sentirían tan representados por lo pueril del punk/pop. 

Era 2001, el mundo se sumergía en la locura informática, el rock aun podía respirar con cierta tranquilidad en los charts de música comercial, el atentado a las torres gemelas terminaría movilizando a Estados Unidos de forma traumática y MTV empezaba lentamente a convertirse en un canal especializado en reality shows de adolecentes odiosos. Jimmy Eat World, sin querer queriendo, logró catapultar un sonido que cobraría mayor relevancia en los siguientes años. Sin duda este disco los salvó de un seguro anonimato, básicamente sin el sonido indicado que consiguieron trasmitir en “Bleed American” (que fue envejeciendo mejor a medida que pasaban los años) los de Arizona serían hoy en día otra banda más en el panorama de grupos norteamericanos que atestan el mercado del rock. Aunque es cierto que nunca lograron alcanzar ribetes mundiales.



La infructuosa búsqueda del éxito



Jimmy Eat World comenzó su carrera a mediados de los noventa tomando como referentes algunas bandas de hardcore, pero especialmente siguiendo la estela de  Sunny Day Real Estate, un grupo que a pesar de haber renegado del rotulo, es considerada como uno de los artificies del sonido emo. El grupo conformado por Jim Adkins en guitarras y voz, Zach Lind en baterias, Tom Linton en guitarra y Mitch Porter en el bajo (luego reemplazado por Rick Burch), no tiene mucho de especial ni diferente a tantos grupos gringos que aparecen y desaparecen con mayor o menos fugacidad en el panorama. Una banda algo adolecente, que consiguió cierta notoriedad tocando en su provincia, abriendo shows para bandas un poco más conocidas, lanzaron su primer disco homónimo de manera independiente. En 1996 a punta de mucho trabajo e incansables tocatas lanzaron bajo el alero del sello Capitol Records  su segundo disco “Static Prevails”, el dato importante de resaltar acá es que profesionalizaron su laburo junto al productor Mark Trombino, quien ya les había producido algunos EP´S al comienzo de su carrera. ¿Qué tiene de importante Trombino? Bastante, ya que fue el gran ingeniero para la ajustada producción de Bleed American. Y en gran medida quien aportó la cuota indicada para que el sonido de la banda tuviese ese sabor melancólico, pero al mismo tiempo optimista.

Trombino es un productor que basó gran parte de su carrera en bandas de punk rock, esto debido a que tocó batería en varios grupos de San Diego. Mark fue el que produjo el disco más hardcore de Blink 182 “Dude Ranch” en 1997 y también el excelente “What It Is to Burn” de Finch en 2002. En fin, así como el nu-metal se vio fuertemente influenciado por el trabajo de estudio de Rick Rubin, Mark Trombino hizo lo propio desde el punk rock. Salvando las distancias entre ambas figuras, obvio.

Pero volvamos con Jimmy Eat World. Los pobres aún no la pegaban con algún éxito, aunque eran de esas bandas que consiguen una leal fanaticada local. Siguieron trabajando para el sello Capitol Records y grabaron su tercer disco en 1999, “Clarity” también producido por Trombino. El disco que hoy en día es considerado de culto,  no consiguió en su tiempo despertar una buena reacción en la prensa y termino siendo un fracaso comercial. “Clarity” es el disco más profundo de la banda, se nota el trabajo  por darle un significado más críptico a las canciones, las melodías acompañan perfectamente esa sensación. “Clarity” fue un referente importante para que muchas bandas de la década del dos mil, practicaran el EMO. 

Lamentablemente la banda no había logrado entrar a los charts comerciales y el sello decidió no renovar su contrato. Sin sello, Jimmy Eat World volvió a los caminos de banda independiente y autofinanciándose comenzaron las grabaciones de Bleed American, trabajando codo a codo con Trombino. Finalmente las maquetas de este disco convencieron a los gerentes de  DreamWorks Records y en 2001 dieron el batatazo definitivo con el disco más comercial y efectivo de su carrera hasta el momento.



Melancolía, energía y vulnerabilidad juvenil




Seamos honestos. Para el momento en que se lanzó el disco, el mundo de la música tenía su atención en otras cosas como Britney Spears, N´sync, Eminem, Limp Bizkit y por supuesto los irreverentes Blink 182. Yo bien recuerdo que el video de The Middle (quizás el single más representativo de la banda) lo pasaban en MTV muy de noche. El punk rock de aquella época estaba opacado por un sonido amigable y medio tontorron como el que exponía Sum 41, American Hi-Fi, Mest o New Found Glory (todas bandas que perdieron cualquier atractivo mundial) lo de Jimmy Eat World era distinto. Eran la banda punk-rock más emocional. ¿Se puede ser emocional sin perder el groovy?
El atentado de las torres gemelas obligó por razones de decoro a que la banda cambiase el nombre del disco (al menos en aquellas primeras ediciones) renombrándolo únicamente como Jimmy Eat World, aquello ayudó indirectamente a que el grupo lograse mayor difusión. A través de los años habían ganado una buena reputación entre el público más under, pero a diferencia de lo que suele suceder, el salto a lo mainstream no fue mal recibido por sus seguidores, tal vez porque a pesar de todo el sonido que Jimy Eat World brindaban no era una copia de Blink-182 (de paso decir que ambas bandas son muy amigas), la actitud que tenían no era en absoluto de payasos, al contrario, se puede notar una idea más madura en sus letras, a diferencia de su trabajo anterior son mucho más directas y punzantes, tocan temáticas como el miedo, la asfixia y la ansiedad que produce el trabajo y el futuro. A pesar de ello, el disco mantenía un mensaje esperanzador. Contra todo lo pensado no se habla tanto del amor (ese sentimiento nefasto) sino de la vulnerabilidad, de la soledad, de perder oportunidades, pero ante todo de sentirse fuerte para continuar, a pesar de toda la sangre que se derrame en el camino. 



Bleed american es ante todo un disco energético, optimista en su sonido, inteligente en su mensaje y sobre todo, efectivo en lo comercial. No hay experimentaciones, es un trabajo muy directo en el que se nota la venia orquestal de Trombino por conjugar en los arreglos de producción, las sensibilidades más pop y adherirlas a un trabajo que buscaba al mismo tiempo ser furioso, pero no avasallador. Antes de que el EMO ganase terreno en lo comercial y fuese una marca distintiva, la prensa buscando rotular este trabajo y dejándose guiar por la mezcla de sensaciones que dejaba su escucha, marcó su sonido como rock alternativo o simplemente happy-punk.  

La primera canción “Bleed American” tiene esas guitarras furiosos, distorsionadas que se espera de cualquier rock directo y transpirado, no sólo eso, la batería en 4/4 y un bajo perfectamente alineado, hacen que este y todos los temas gocen de una prolijidad única. “A Praise chorus” tiene un toque mucho más emocional e introspectivo en su letra, pero los riff siguen siendo potentes y ese estribillo en el que el vocalista  canta “Crimson/clover/over and over” queda como anillo al dedo y le da un gran clímax, por cierto, aquello no es otra cosa que una cita directa a "Crimson and Clover" de Tommy James and the Shondells. 



Y así siguen logrando encantar a quien escuche. “The middle” es un tema con una letra encantadora y un pegajoso coro, sin duda su canción más famosa hasta la fecha. Mientras que “Sweetness” tiene esa vibra hardcore que bandas un poco más violentas como Billy Talent o Anti Flag pueden reconocer como influencias para sus trabajos post dos mil. La producción de este tema es uno de mis favoritos, ese estribillo, ese riff, esas voces en over dub, ese doble juego de baterías, lo interesante de este disco que si bien es completamente directo, se puede notar el inmenso trabajo que hay detrás, como dicen por ahí, lo más difícil es hacer que parezca simple. Pero Jimmy Eat World sabe manejar los tiempos y después de cinco buenos temas machacones, pero de gran sensibilidad y producción pop, nos otorgan un tipo de balada que sonoramente fue luego capturada y explotada en su sonido por las películas juveniles de Disney tipo Camp Rock. “Hear you me” es una canción melancólica que habla sobre la muerte de un ser querido, de un amigo: "And if you were with me tonight/ I'd sing to you just one more time/ A song for a heart so big/ God wouldn't let it live”
 
“If you don´t, don´t” es mi canción favorita por lo lisérgica de las guitarras, los efectos de pedales, las voces de fondo, la batería en perfecta ejecución y el bajo escuchándose un tono más adelante, es simplemente una delicia. Nunca me canso de escuchar este tema que tiene una vibra muy optimista en su coro y estribillo, simplemente es fantástico. “Get it faster” sigue encantando con ese juego de guitarras, es el tema más heavy del disco, mucho más espeso que todos los demás, aunque a la larga es la canción que menos trascendió dentro del repertorio. “Cautioners” parece adelantarse cinco años al sonido que probarían Mark Hoppus y Travis Barker cuando intentaron seguir sin Tom Delong y crearon esa magnífica banda llamada +44. “The authority song” es mi canción menos favorita del disco, la que tiene menos inventiva y que en sonido no es más que un eco del punk rock de la época, palidece totalmente ante el resto de los temas. Finalmente “My sundown” cierra con una buena cuota de dramatismo y elegancia, bajo los tiernos arrullos que su vocalista canta en conjunto a la corista y gran colaboradora de bandas indie Rachel Haden (quien también formó parte de los coros en "Hear You Me", "If You Don't, Don't", "Cautioners", "The Authority Song", formando parte importante de aquel sonido)

Sin duda que dentro del camino del punk/rock y emo han de haber miles de intentos y grupos que buscan generar su especie de obra magna. Siento que Jimmy Eat World sin intentar hacer un disco muy memorable, consiguieron junto a Trombino realizar un disco verdaderamente relevante para su estilo. Muy bien producido, con añadidos de voces femeninas sutiles, pero bellas. Cada composición (menos “The authority song”) muestra una faceta de cómo realizar de forma inteligente un buen disco de rock/pop. Sin duda un acierto que no han podido replicar a lo largo de su historia. Este es sin duda un punto de quiebre para el sonido punk/rock. Gracias a este disco (y también a “Clarity”) Jimmy Eat World es hoy en día definitivamente una banda de culto y referencial para el emo (por más de que no les gusten dicha etiqueta) Claro, nunca consiguieron llegar a los niveles mundiales de Green Day o Blink-182, de hecho, el 2017 recién realizaron su primer show en Latinoamérica, y muchos de los discos que siguieron a Bleed american  no consiguieron la misma atención. Pero aún así marcaron un hito importante en el 2001 y que sigue dando de qué hablar.- 





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