sábado, 28 de noviembre de 2020

100 discos para mis treinta: #55 Mike Patton – Mondo Cane (2010)

 

El camaleónico Mike Patton consiguió cumplir uno de sus proyectos más ambiciosos y personales. Mondo Cane es realmente un trabajo hermoso, pero como era de esperarse, completamente atípico: Un cantante Estadounidense conocido mayormente por su influencia en el mundo del rock noventero y la música experimental, se lanza a re versionar canciones italianas de pop de los años 60´ y 70´ acompañado por una orquesta. Es como esas ideas que lanzas tomando un par de copas, bueno Patton lo hizo y el resultado es grandioso.

Llevar lo cotidiano a lo extraordinario


Mike Patton es uno de mis músicos predilectos y de aquí en más aparecerá con varios proyectos a lo largo de esta lista (aunque ya ha dicho presente brevemente en otros lugares, acompañando a otros músicos) Quizás simplemente es su enorme versatilidad o magnético talento lo que me agrada tanto de su estilo, para quien no sepa este hombre es mayormente conocido como el enérgico vocalista de la banda de rock Faith No More, en realidad eso es sólo una parte de su enorme potencial musical. Patton no teme experimentar en géneros que estén (en principio) fuera de su radar, siempre desde su propia mirada, convirtiéndose un poco en un pastiche viviente que produce cruces intensos entre la música más mainstream con la experimentación alocada.

¿Cómo es que Patton llegó a concebir un proyecto como Mondo Cane? Soy un gran seguidor de su carrera y por lo que el músico ha declarado a través de múltiples entrevistas de diferentes años, en realidad, el proyecto se fue armando lentamente en su cabeza casi a finales de los noventa, época en la que residió en Italia junto a su esposa Titi Zuccatosta, una artista e ilustradora. Para poder aprender mejor el idioma de su mujer, una de las tareas que realizaba Patton era escuchar una emisora radial que sólo transmitía música italiana antigua, de esta forma mientras hacía los quehaceres de la casa como limpiar o cocinar, Patton imitaba la entonación de aquellos cantantes y sin quererlo, disfrutaba muchísimo las canciones.

Si bien Patton siempre fue un entusiasta de la música italiana, principalmente por algunos compositores legendarios de películas como el fallecido Morricone o el expresivo Coriolano Gori (prácticamente aquellos compositores que acompañaron las bandas sonoras de películas Giallo) Este acercamiento a la música más popular del país de la pasta y el vino fue sin duda una especie de revelación y es que Patton al igual que Steven Wilson u otros roqueros medios alternativos, valoran mucho aquel pop que se hizo durante los años 60´ - 70’ y no es de extrañar, más allá de la propia nostalgia que esa música les puede generar, es cierto que el pop de aquellos años no tenía márgenes tan establecidos y se permitía ser mucho menos uniforme de lo que entendemos como música mainstream actual, para decirlo de alguna forma torpe, era música con mucha más magia que marketing.

Existen algunos registros de Patton haciendo alusión en un concierto de Fantomas a  “Il cielo in un stanza” de la eterna cantante Mina, por lo que podemos sospechar que la idea fue haciendo cada vez más sentido en su cabeza. Cuando en 2007 pudo concretar este proyecto a través de una serie de conciertos realizados sólo en Italia, la recepción fue tan buena y enorme que Mondo Cane (llamado así en referencia a un falso documental de viajes) siguió en pie como proyecto misceláneo durante varios años hasta que en 2010, luego de muchos retrasos, apareció el disco.

Para la producción del trabajo, Patton tomó la grabación del estupendo concierto que realizó en 2008 en Ámsterdam junto a la The metropolitan Orchestra y como invitado de lujo al trompetista italiano Roy Paci (con quien, ya saben, Patton copero en una canción de su disco Corleone) Este concierto fue la base para producir el disco, pero no es un registro en vivo, sino, simplemente se tomaron gran parte de las pistas de aquel concierto y se hizo un trabajo sobre ellas, lo que genera dos cosas: Versiones de estudio mucho más planas o compactas en cuanto a su sonido (a diferencia del retumbe que significa la versión en vivo con toda la orquesta presente) pero a la vez, versiones mucho más teatrales en cuanto a voz y otros recursos. Una de cal y una de harina, lo que no impide que el disco sea tremendamente potente y entretenido gracias a la dirección vocal y estilística de Patton que como todo un crooner y anfitrión, sabe llevar a la perfección el tenor de las canciones sin destemplar en ningún momento, sólo por ello ya el disco merece una escucha valiosa.

Bueno vamos entonces a desglosar este trabajo que es por supuesto uno de mis favoritos (tuve la suerte de ver este trabajo en vivo y escuchar incluso a Patton canturrear una versión de “Que he sacado con quererte” de Violeta Parra) pero que de algún modo también considero es de los proyectos más personales que ha afilado el Californiano, el hecho de que la idea haya nacido por escuchar canciones que le ayudaban a mejor su italiano, que todas las canciones tengan letras románticas y sufrientes (vamos, ya sabemos lo intensos que pueden ser en Italia con el romance y la pasión) y que finalmente el disco se lo dedicase a su esposa (o ex esposa, la verdad no sé cómo va ese cuento) creo que da cuenta de que este proyecto era más que sólo hacer música para el hombre de las mil voces, básicamente es un proyecto que nace del corazón y busca transmitir quizás ese mismo sentido original, un disco que acompaña el quehacer cotidiano.

Al rescate del olvido

En Mondo Cane Patton hace un rescate del cancionero popular italiano que muy probablemente pocas oportunidades hubiesen tenido de trascender su patria. Son canciones tan arraigadas al sonido de su país, a esa exuberancia y pomposidad de la cultura tana e incluso tienen un toque tan cinematográfico, que era medio difícil que muchos de estos temas pudiesen tener más resonancia en otros lados. Incluso Patton deja afuera algunos hits mucho más reconocidos como “24.000 a baci” de Adriano Celentano (tema que sí toco muchas veces junto a Mr Bungle) o algún clásico de Matias Bazar o Gianni Bela. No, Patton escarbó un poco, rescato verdaderos clásicos anclados al corazón de una Italia que ya no existe más, claro que hay algún que otro tema que tiene un poco más de popularidad y que puede ser reconocido por lxs melomanxs furiosxs, pero en general es música muy oscura que bajo la mirada del propio Patton “Nadie los conoce” y eso es quizás lo maravilloso. Al ser una música mundialmente no muy conocida, Patton consigue verter su personalidad artística en ellos haciéndola las canciones tan suyas dentro del contexto que en muchos casos las versiones originales se ven muy desplazadas.


 

 El disco abre con “Il cielo in un stanza” escrito por Gino Paoli e interpretado por la profunda voz de la cantante Mina (que aún tiene vigencia en Italia) quizás la canción que más se ciñe a la versión original, Patton entra con mucho respeto y procura una interpretación correcta, pero que por alguna razón nunca la he encontrado tan destacada como las versiones en vivo, quizás esa euforia que sólo se puede escuchar en vivo le agrega todo ese toque gigante que el tema en su versión de estudio no logra, pero sí se siente como el ingreso a un mundo casi mágico y misterioso.

En “Che Notte!” original de Fred Buscaglione, Patton ya se desempaqueta un poco más y tras los sonidos de disparos da pie a una rumba de ambiente nocturno y gangsteril, pero con una alegría y swing muy arriba que en gran parte lo proporciona la intervención lúdica de Roy Paci, además de un interludio propio del engominado, bizarro e intempestivo. “Ore D´amore” es un tema acompañado de una guitarra sangrante y unos coros melódicos tan clásicos como italianos, el eco en la voz de Patton, su tono rasposo, pero vigoroso al momento de las notas altas y toda esa intensidad dramática, hacen que esta sea una de las canciones con mayor sentimiento. Lo único malo es quizás la grabación de la voz de Patton que ha momentos suena tan sintética y fuera del lugar.


 

“Deep Down” es una de las favoritas de la fanaticada, original de maestro Morriconi, Patton se deshace en una voz llena de regocijo llevando adelante un tema alegre y con mucha ye-ye, lo mejor son esos coros de apoyo con los que Patton realiza sus habituales experimentos vocales. “Quello che conta” entra con una fanfarria como si estuviese entrando un torero a la arena (que fea práctica esa) pero luego de esa bella introducción de trompeta de Roy Paci, el tema comienza a deslizarse por dulces violines y una guitarra acústica solemne, es una balada que Patton entona con melancolía. “Urlo negro” es otra sorpresa dentro del contexto del disco, para la fanaticada patoniana significa el momento más Patton del disco. La canción de un rock setentero frenético originalmente escrito por el grupo The Blackmen, se convierte en un festival de gritos alocados, cuerdas marchantes y un simpático coro que mantiene esa esencia de rock ye-ye europeo de aquella epoca, pero a eso se le suma el gusto del Californiano por sobre producir el tema con ruidos extraños e intervenciones electrónicas que sólo lo hacen más desorbitante. Es otro gran momento del disco y que genuinamente saca sonrisas.


 

“Scalinatella” vuelve a la balada con guitarra en mano y un Patton cantando en Napolitano, lo que muestra su verdadero interés en la cultura del país de la Piza.  La grandilocuencia con la orquesta dándolo todo y el Patton animado y enfático vuelven con la magnífica “L`Uomo Che Non Sapeva Amare” en donde la fanfarria explota con elocuencia. La animada “20 Km al giorno” es otro tema más cercano al mambo en donde la mezcla de instrumentos orquestales con aquella improvisada banda de rock (que incluía al gran jazzista Scott Amendola en la batería) consiguen mezclarse de forma coqueta, siendo uno de los temas más “DANDY” que hayamos escuchado en mucho tiempo.


 

El final del disco (se escucha muy rápido) llega con “Ti offro da bere”  nuevamente con Patton arengando una entretenida canción donde la batería lleva bastante la dirección, es una gran canción, bastante compleja por sus quiebres. “Senza fine” cierra de la misma forma que empezó el disco, con una melodía cercana a un vals que va creciendo y transformándose en una canción mucho más gigantesca, llena de fanfarria y emoción. Mondo Cane es un disco insólito y creo sólo gustara aquellos oídos curiosos o aquellos oídos que aman la cultura italiana, aun así se siente como que el trabajo queda corto de animos, especialmente cuando en la versión en vivo interpretan el doble de canciones, supuestamente el resto de los temas se habrían producido para un posible segundo disco, algo que Patton ha prometido por años y no ha llegado, en fin, al menos fue bueno mientras duró.-

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