jueves, 26 de noviembre de 2020

100 discos para mis treinta: #56 David Wise – Donkey Kong Country 2: Diddy’s Kong Quest Soundtrack (1995)

 


Como siempre la nostalgia nos pega bajo y ese soundtrack que escuchamos repetidas ocasiones en nuestra infancia mientras jugábamos nuestro videojuego favorito, es imposible que no construya parte de nuestro universo musical. De una trilogía de juegos excepcionales para la Super Nintendo, llega la que considero una de los mejores soundtrack para videojuegos de consolas de 16 bits. Un soundtrack que funciona tan bien dentro como fuera del juego, aunque indudablemente, su sonido nos remite a las imágenes de esos monos luchando contra cocodrilos y abejas gigantes.

El mejor trabajo del mundo

 

Cuando uno es músico puede que tenga ideas un poco acotadas de cómo explotar tu talento ya que puedes presuponer que el único oficio adecuado es tener una banda y ser la mega estrella o algo así. Cuando David Wise conoció en una tienda de electrónica  a Tim & Chris Stamper, nunca se imaginó el vuelco que ese encuentro tendría para su vida como músico obteniendo algo que considero, si no lo es, al menos esta cerca de ser el mejor trabajo del mundo.

Autodidacta, aprendió a tocar durante su juventud instrumentos como el piano, la trompeta y el bajo para luego estudiar una truncada carrera como compositor. Fanático de The Police, Wise no parecía ser un músico con ganas de romperla con algún grupo o proyecto particular, se puso a trabajar en una tienda de electrodomésticos con el fin de subsistir. Seguramente - al igual que Aphex Twin lo hacía cuando iba a trabajar - para pasar las largas horas de aburrimiento, Wise aprovechaba el tiempo libre dentro de ese trabajo componiendo y programando música en una Yamaha CX5. Un día los cofundadores de una compañía independiente de videojuegos que aún estaba en ciernes, entraron para comprar algo y quedaron maravillados con la genialidad de Wise quien casi involuntariamente les mostró las bondades del Yamha CX5, usando claro, la música que él había compuesto para dar ejemplo de ello. La compañía se llamaba Rare y los cofundadores los ya mencionado Tim y Chris quienes inmediatamente le ofrecieron a Wise trabajo como compositor y editor sonoro para sus videojuegos.

Suerte, azar o consecuencias provechosas, el caso es que desde ese momento Wise sin buscarlo mucho y producto de su mera constancia con las cosas que le gustan, se vio envuelto en la producción de grandes soundtracks de videojuegos como por ejemplo Battletoads, aunque durante los 80’s la producción, al igual que los juegos de Rare, no eran muy interesante y por supuesto el sonido de la música de los juegos estaba muy limitado a las escazas capacidades que la consola otorgaba (en ese momento la nes o los periféricos). Quizás para esos primeros trabajos Wise usó aquella Yamaha CX5 e intentó procesar la música que componía de una manera que esta pudiese acoplarse a las características del sistema de audio, esto lo obligo a realizar mucha prueba y error hasta conseguir un método lo suficientemente efectivo como para que la música tuviese un digno rol de acompañamiento y no fuese sólo un ruido electrónico de fondo. Acompañar las aventuras de quien controla el juego es en gran medida lo que se le pide a la banda sonora de un videojuego, realmente nadie escucha un soundtrack de videojuego porque si. En su misma composición busca transmitir una idea casi emocional que pueda conectar bien con la persona que juega, es por ello su carácter tan complementario por más que existan temazos que no nos podamos sacar de la cabeza como el tema principal de Zelda. Y a la vez, esto también establece la diferencia conceptual con la música pensada para películas, el videojuego tiene un timing y un leitimotiv mucho más preciso.

El momento de brillas, tanto para Wise como la compañía llegó con la aparición de Donkey Kong Country en 1994. En principio un proyecto que Rare venía disputando bastante con la gente de Nintendo por el tema de las licencias de personajes y control creativo del mismo, a diferencia de sus otros juegos. De  Donkey Kong se puede decir mucho: Sus gráficos pre renderizados otorgaron un punto de quiebre para la industria que ya empezaba a experimentar con otro tipo de gráficas lejanas al 2D (y con el que en principio Nintendo se negaba a avanzar). El componente estético empezó a ser revalidado, las mecánicas de jugabilidad curiosamente incorrectas en su física, pero bastante bien ejecutadas, le valieron bastantes loas de aquella joven crítica especializada en videojuegos durante aquella época. Básicamente fue el juego de plataformas que consiguió derrotar la hegemonía casi absurda que tenían Mario dentro de Nintendo.

Pero la música también jugó un rol fundamental, si bien se ciñe a ser un acompañamiento intenso, reflejando el carácter estético y emocional de cada dificultad que teníamos que sortear, de algún modo y gracias al gusto de Wise por el new wave y todo lo que tiene que ver con el ambient, el sountrack del juego consiguió ser tan reconocible como el juego en sí. Aunque no del todo disociados, la experiencia del soundtrack era igualmente una delicia. Especialmente gracias a maravillosos temas como el de la "Aquatic ambience" o "Dk island swing", no tienen desperdicio y  hasta podrían entrar en el estilo vapourwave o africa beats respectivamente, lo que le da un plus mucho más sofisticado a la música, fuera de esa idea de música infantil o épica que otros juegos de nintendo tanto abusaban.

La calidad musical de Donkey Kong Country sigue siendo homenajeada hasta hoy por grupos que suelen realizar covers a canciones de videojuegos, pero sin duda, muchxs coinciden en que el punto fuerte del desarrollo musical en videojuegos (hasta ese momento) llego con Donkey Kong country 2, una secuela que supera en todos sus puntos el anterior juego y que consiguió despertar una franquicia que la propia Nintendo no le tenía fe. Para ese momento la compañía Rare estaba creciendo bastante por lo que pudieron conseguir más compositores como Robin Beanland y Eveline Fischer (esta última fue la encargada del soundtrack de Donkey Kong 3, el más atípico de la trilogía) quienes aportaron algunas ideas para el soundtrack de DK1. Por lo que en DK2 queda estampada completamente la visión personal de Wise sobre esta aventura de changos, lejos del minimalismo de la primera entrega, en esta obra Wise lleva el hardware del sonido de la snes al límite.

Una aventura muy superior 

Para muchxs DK2 es el mejor juego de la trilogía para el super nintendo. Personalmente no tuve este juego (tenía el DK1) pero mi papá solía rentarlo en el blockbuster los fines de semana, sí, la vida era muy simple y al mismo tiempo complicada en los noventas. La excusa de la aventura esta vez viene porque K Rool el villano de la primera entrega ha secuestrado a Donkey Kong y es deber de su pequeño amigo Didie Kong y su novia Dixie, el rescatarlo. El cambio de personaje fue un verdadero acierto tomando en cuenta que este duo de changos corría más rápido, eran más livianos y agiles en sus movimientos, además Dixie tenía la facultad de planear con su cola de caballo y se sumaban nuevas combinaciones de movimiento mucho más equilibradas que en el juego anterior. Prácticamente DK2 es todo lo que estuvo bien en la primera parte, pero reforzado y con muchísimo mayor carisma y es por ello que la música en esta entrega no se queda atrás en relación a las novedades y mejoras, pese a usar el mismo sistema de audio que el juego anterior.

Hay reminiscencias a la música del primer juego, pero son referencias casi para localizar un punto de la historia como la festiva “Steel Drum Rhumba” que hace referencia a la melodía principal del primer juego y en este caso es usada para la pantalla de opciones. Ya desde el comienzo con el “Opening” y la oscura “K. Rool returns” la música nos demuestra que esta aventura será dura: una épica tonada que da paso a imágenes casi gloriosas de piratas buscando tesoros, todo en menos de un minuto y con un irresistible sonido electrónico de sintetizador. “Welcome to Crocodile Isle” la canción que suena cada vez que nuestros personajes andan por el mapa, mantiene esa esencia de aventura épica en tiempo límite, mucho más densa que su símil en el juego anterior.

 

“Klomp's Romp” la canción de la primera etapa, comienza con unos sonidos que parecen barcos de madera golpeados por el viento, el sonido se mantiene durante toda la canción y son el verdadero eje del tema, más allá de la melodía alegre que rápidamente aparece. Aquí la inmersión es la clave y Wise consiente de eso, se encargó que la música tuviera su propia ambiencia en relación a la imagen. “Jib Jig” mantiene los ecos de música que entonaría un grupo de piratas en una cantina, con el sutil e inteligente aderezo del sonido del viento y la llovizna que le dan un toque casi localista, este siempre fue uno de mis temas favoritos y generalmente lo tarareo en mi mente cuando voy arriba de la bici. Con esto ya podemos notar algo a la paleta sonora del sountrack, una presencia importante de piezas orquestales. No se suele pensar en Wise como un compositor orquestal, pero su trabajo aquí muestra su innegable talento en esta área como se puede sentir en la intrépida “Lockjaw's Saga” o en la intensa "Krook's March". Multifacético y sofisticado, pese a la fluidez con que los temas se enlazan, no pierden coherencia alguna, incluso si los escuchamos independiente del juego.

Todo el dramatismo expresado en las composiciones benefician particularmente a las pistas dedicadas a los jefes de nivel. En DK1, estas piezas se trataban de los eslabones más débiles en la banda sonora, repetitivos y torpes. En la banda sonora de DK2, estas pistas mantienen en gran medida el nivel de excelencia de la partitura. "Boss Bossanova" mezcla el tema de K. Rool de "K. Rool Returns” con un ambiente marinero que se siente totalmente apropiado. "Crocodile Cacophony" se basa igualmente en el tema del antagonista, que termina siendo el constructo temático más destacado de la banda sonora. Aquí y en otros lugares de esta partitura, Wise empuja el chip de sonido del SNES tan fuerte como uno podría imaginar. La percusión metálica de "Crocodile Cacophony" no podía sonar más pesada y contundente en esta plataforma.


 

“Mining Melancholy” o la enigmática “Forest interlude” (con sonidos que emulan un bosque perdido) refleja las aficiones de Wise por el ambient y demuestra lo bien que se mueve en ese terreno, haciendo gala de quizás el componente más entrañable de este sountrack: pistas de sonido no tan hipnóticas como en el del primer juego, pero mucho más memorables a la primera escucha, y en ese sentido las percusiones casi industriales de “Mining Melancoly” o los sutiles teclados de “Forest interlude” lo reflejan. Sin embargo, el gran “hit” de este trabajo es sin dudas “Stickerbrush Symphony” una delicada pieza de new age bastante volátil y que recuerda en todo caso a las composiciones de Vangelis. Originalmente escrita para acompañar un nivel submarino, al igual que el memorable “Aquatic ambient” del primer juego, la melodía relajante nos transporta a un paisaje sintético que se transforman suavemente en melodías nostálgicas que se deslizan sobre pulsos electrónicos que menguan y crecen, muy en la onda del músico electrónico Robert Miles con su famosa canción Children.


 

“Flight of the Zinger” recuerda de inmediato a las composiciones del juego de peleas Killer Instinc por su electrónica punzante, una tensión nerviosa que está siempre muy arriba en cuanto energía (rayos, se puede hacer ejercicio perfectamente con esto). Esta composición y en general la mayoría del juego están más fuertemente guiados por progresiones de melodía en lugar de exploraciones silenciosas de estados de ánimo. "In a Snow-Bound Land"  tiene un ligero toque pop que solo hace que el carácter anhelante de su melodía etérea sea más inmediato y conmovedor. La orquestación de agudos de la pista ofrece pocas sorpresas, pero como siempre, Wise da forma a los sonidos del instrumento magníficamente.

DK2 también es considerablemente más colorido en cuanto a experimentación que su predecesor. Por ejemplo "Hot-Head Bop" acerca el contenido melódico de la banda sonora sorprendentemente al rock de los noventa. De hecho, con un toque de balada pop distintivo, la pista no se olvida de subrayar su sofocante ubicación. “Bayou Boogie” se enfoca en traducir  la atmósfera opresiva de su entorno en música. Y cuando Wise emula de manera convincente el sonido de la caja de ritmos Roland CR78 de “In the Air Tonight” de Phil Colins, no es simplemente un ejercicio de pastiche, aumenta el estado de ánimo claustrofóbico y empapado de humedad. La mayor sorpresa aquí es "Disco Train", que lleva a la franquicia Donkey Kong Country a un nuevo territorio. Sin embargo, lejos de ser un baile exuberante, la pista se siente más como una versión espeluznante del techno de mediados de los 90. Un bajo increíblemente bien sintetizado impulsa una pista desconcertantemente parecida a una sirena que uno esperaría encontrar en un juego de carreras futurista de 32 bits del mismo año.


 

Sin dudas es un juego que ha envejecido muy bien, pero su música ha llevado las cosas un poco más allá de lo que se esperaría, fue un enorme trabajo el de Wise y por ello este soundtrack es considerado en toda regla una obra maestra en si. Claro que dentro de sus casi 40 temas, hay bastantes que no son muy destacables para escuchar fuera la experiencia lúdica, pero en general es un “disco” que resulta bastante interesante de escuchar y si en tu infancia jugaste el juego, simplemente será un verdadero placer.-


No hay comentarios:

Publicar un comentario