El peligroso fandom de Star Wars ha desatado su furia sobre el pobre Rian Johnson. Y es que no es chiste meterse con algo que para cientos es definitivamente una religión. Pero dejando de lado el quisquilloso sentido de calidad que tienen los fans con respecto a las productos de Star Wars, creo que vale la pena hablar en qué falló esta película, que en palabras de Homero Simpson sería "sacrilegiosa”.
Si “The force
awakening” (J. J. Abrams; 2015) era una oda al pasado con
infinitas referencias a la trilogía original de la saga y un guión casi calcado
a lo convencional. “The Last Jedi” (Rian Johnson; 2017) pretendía poner el puño
sobre la mesa y busca cortar con una tradición que va más allá de su creador y
sus actores. Quizás el primer error de Johnson fue aspirar a algo así. Star War
es toda una mitología que se construyó a partir de obras no canónicas y de un
universo expandido tan grande que cuesta abarcarlo plenamente. Por lo mismo
el fandom es demasiado injusto ya que busca emocionarse con cada entrega, pero
al mismo tiempo quiere que le den básicamente más de lo mismo. Aún así creo que
“The last jedi” tenía los elementos necesarios para ser lo que pretendía ser:
El punto de inflexión dentro de la saga. Ese capítulo que propondría un nuevo
comienzo y se despojaría de la atronadora nostalgia que experimentamos en la
anterior película y que amenazaba con ser la sombra que planearía eternamente
sobre el resto de los productos que tuviesen la marca.
“The last Jedi” pudo haber
sido un hito, y quizás para una generación no tan contaminada con la mística de
Star Wars, se trate de un producto con potencial reivindicativo para un futuro próximo,
pero eso no lo sabremos y por el momento sólo podemos juzgar a esta entrega con
un criterio actual, al que para bien o para mal aún le pesa demasiado la
tradición de las películas originales. Pero dejando de lado aquello, creo que
un aspecto que cualquiera puede notar en “The Last Jedi es que el tráiler (el
excelente tráiler) que nos vendió no se
condice en absoluto con el producto que termino presentándose en los cines. “The
Last jedi” se mostraba como la puerta que al abrirse cambiaría las cosas dentro
de aquel lejano universo galáctico, y finalmente no fue para nada así. Si bien en
algunos momentos se nota ese intento por parte del director y su equipo, realmente
se termina notando más el recular que hace Johnson a atreverse a cambiar las
cosas por completo, a arriesgarse a hacerlo.
Creo que para muchos la
película presenta aspectos novedosos e interesantes como el uso de la fuerza en
ciertos personajes de una manera que nunca antes se había visto logrando instantes
de verdadera sorpresa, a otros que son realmente vergonzosos (sólo
diré que ver a cierto personaje flotando por el espacio como superman fue bastante
incómodo) pero también esa manera elaboradamente teatral, mediante un montaje alternado,
de conectar a dos personajes que actoralmente lo dan todo como Kylo Ren (Adam
Driver) y Rey (Daisy Ridle) para llevar a cabo una subtrama pasional fue quizás
lo que más despertó el interés. Lamentablemente toda esa trama de atracciones
prohibidas, de seducciones por el poder, de energías dispersas y de la búsqueda por el cariño por parte de dos seres absortos en una letal
soledad que gira en torno distintas dinámicas (Kylo desde el lado oscuro y Rey desde
la fuerza) termina derrumbándose como si nada para darle paso a la maniqueista
tradición de un bien y un mal, a fin de
cuentas algo muy Disney. Aventurarse dentro de esos tonos grises en los que podíamos
ver a una heroína como Rey sentir cierta debilidad por el lado oscuro quedo
anulado torpemente. Decisión poco afortunada para un momento en que las narrativas
del cine mainstream se están atreviendo a desarticular los arquetipos de
personajes. Justamente para una historia como STAR WARS que se ha basado
constantemente en arquetipos muy marcados eso hubiese sido un gran giro, pero no
se tocó en profundidad, sólo se rozó y luego vemos al director pidiendo
disculpas por la osadía al dejar que las cosas concluyan en un frío estatus quo.
Para mi esta relación
de pasión entre ambos lado de la fuerza fue lo más atractivo de la película y
lo que siento se debió potenciar como un vuelco argumental para
futuras entregas. Por otro lado el momento climax de esta trama desarrollándose
dentro del salón rojo de Snoke termino siendo tan poco emocionante y
devastadoramente predecible que echa por tierra todo un recorrido
minuciosamente bien elaborado. Dicho sea de paso esperemos que ese final que
tiene Snoke (Andy Serkis) en esta película sea sólo un señuelo de algo más
grande porque es realmente lamentable el cómo se desaprovecha un personaje que
parecía guardar bastantes secretos. Finalmente Snoke sólo termino
siendo una versión exagerada de Palpatine, el malo entre las sombras, yo esperaba
que su historia arrojase más luces sobre aspectos que hasta el momento no han
quedado tan claros en la trama, pero ni modo. Desacertada conclusión la del
personaje.
En otros rincones de la
galaxia los hermanos Skywalker, Luke y Leia (Mark Hamil y Carrie Fischer,
respectivamente) son también desaprovechados, pasan toda la película de manera
plana aunque se le quiera meter a la fuerza ciertas escenas de misticismo. A propósito
las pataletas de Hamil con respecto al tratamiento de su personaje no son gratuitas,
para entender esta versión desolada y pesimista de Luke hacía falta más que un
flashback puntual, la lógica del personaje fue cambiada radicalmente y eso
ameritaba cierto proceso de explicación más escalonados que la película
suprimió a priori.
Queriendo
jubilar a un público
La aparición de algunos referentes clásicos de Star Wars, aunque emotivos y muy bien llevado a cabo (permítanme el spoiler, porque sí, me refiero a la marioneta de Yoda interpretado por el legendario Frank Oz) resultan finalmente muy convenientes y nebulosos para la trama sin que logren aportar algo concreto o realmente necesario. Y es que la idea central que rodea varias escenas de la película es querer dejar atrás el pasado y comenzar de cero, adoptando distintas perspectivas y no logrando unificar nada de manera bien orquestada, es por eso que aquella escena final de un niño mirando las estrellas resulta chocante porque aunque quiere reflejar la idea central del filme de que siempre vendrán nuevas generaciones y que no podemos descansar eternamente en los viejos estandartes, también se puede leer como una descafeinada idea de que esta película y las que vendrán ya no son para el público de siempre.
La aparición de algunos referentes clásicos de Star Wars, aunque emotivos y muy bien llevado a cabo (permítanme el spoiler, porque sí, me refiero a la marioneta de Yoda interpretado por el legendario Frank Oz) resultan finalmente muy convenientes y nebulosos para la trama sin que logren aportar algo concreto o realmente necesario. Y es que la idea central que rodea varias escenas de la película es querer dejar atrás el pasado y comenzar de cero, adoptando distintas perspectivas y no logrando unificar nada de manera bien orquestada, es por eso que aquella escena final de un niño mirando las estrellas resulta chocante porque aunque quiere reflejar la idea central del filme de que siempre vendrán nuevas generaciones y que no podemos descansar eternamente en los viejos estandartes, también se puede leer como una descafeinada idea de que esta película y las que vendrán ya no son para el público de siempre.
Volviendo a la película
en si, una de sus problemas más fuertes es que gran parte de su elenco cae en
un bucle de absoluto relleno, algo que literalmente se hace insoportable con
las escenas concernientes a Fin (Jhon Boyega) y Rose (Kelly Marie Tran) en
medio de una misión innecesaria, narrativamente débil y estúpidamente forzada.
Todas estas inconsistencias
narrativas y aquellas que pesan con mayor rigor en los fans con respecto a
ciertas características de los personajes que fueron obviadas para darle ese
toque de fin de ciclo a la saga (que finalmente no consigue) son motivo
suficiente para entender un poco el descontento y la locura del fandom de pedir
que el film sea descanonizado. Pero siendo justos, en muchos momentos la
película no deja de emocionarnos, todos los eventos grandes ocurren como una
bomba de tiempo y logran su efecto final en el espectador, el de sorprender y
gratificar, logrando ser una película bastante adecuada dentro del panorama
actual.
Por su parte, el arte,
la sonorización, las escenas de batallas espaciales, resultan de una grandeza
bastante potente que supera con creces al resto de sus predecesoras (aunque
quizás no a Rogue One). Esos aspectos técnicos son los más sobresalientes, y si
bien la película tiene problemas de ritmo en muchos momentos creo que
cinematográficamente logra impactar de manera correcta, pero como bien sabemos,
STAR WARS es una saga que cinematográficamente a pesar de pertenecer a un género
pochoclero y mainstream, siempre se le va a exigir un poco más y se le medirá
con otra vara, a esperar dos largos años más para ver cómo terminará esta nueva
trilogía y luego, pues veremos cómo se las arregla Johnson con las futuras trilogías
que espera plasmar en el cine y que básicamente fueron engendradas a partir de “The
Last Jedi”.-
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