Continuamos con la
psicodelia galopante, los sonidos espectrales, los chirridos de guitarra y las
constantes alteraciones sonoras. Pegarse un viaje en acido en plena cuarentena
debe tener, por lo menos en algún momento, este disco como banda sonora.
Un
laberinto de experimentación psicodélica
La cultura psicodélica en
Latinoamérica en algún punto consigue cruzarse con la cultura más pre-colombina
por lo que hay un anecdotario histórico que nos liga con los sentidos extra
corporales que algunas sustancias producen sobre nuestros cuerpos. Ya sea por
moda o derecha curiosidad experiencial, los rituales con ayahuasca, hongos y
otros brebajes que se usaban en las ceremonias religiosas de las comunidades
originarias, han sido llevados en el
mundo contemporáneo a experiencias comunitarias de conexión con la naturaleza,
el ser interior y todo eso que a la gente psicoactiva le encanta dejar en claro
por medio de sus redes sociales (lo sabemos, lo sabemos los drogadictos son los que consumen pasta base, ustedes son refinadxs curiosos, grupo de siuticxs)
No es muy conocido a
nivel mundial, pero en Argentina hay una tradición histórica entre el rock y la
psicodelia, tradición de la que figuras como Charly García, Gustavo Cerati o incluso Babasonicos formaron
parte en distintas etapas e influyeron de distinta forma. De esta manera en
2010 una joven banda formada en Buenos Aires arremeten en el panorama del rock psicodélico
con un single llamado “Exceso de Psicodelia” que dejaba en claro las intenciones
musicales del conjunto, donde el sonido espacial y los mantos sonoros lisergicos serían su mejor carta de presentación, vale decir que
la canción corresponde a una intensa improvisación.
La banda siguió
creciendo dentro del pequeño ambiente local, tocando en clubes y bares con una
formación no muy estable, en donde los principales motores eran Miguel Piermarini en la voz y la guitarra
junto a Sebastián Gentile encargándose de
los teclados y sintetizadores. Luego de un destacado EP lanzado en 2012, la
banda por fin consigue grabar un LP en 2016 incorporando de manera fija a
Matías Rivara en la batería y Santiago Rodríguez en el bajo. Como pueden notar
la ruta de vida de este grupo no ha sido muy continuo, lo que demuestra que su
estilo de música corresponde a un nicho bastante cerrado, de esta forma, aunque
han conseguido bastante notoriedad internacional, dentro de Argentina la banda
es muy desconocida.
Para este disco debut,
los porteños consiguen seducir con sonidos que recuerdan los momentos más
explosivos de The Doors, pero también (fuera de la introspección de la música
psicodelica de los 70´) la banda toma elementos del stoner de grupos como
Stoned Jesus ya que arrastran un sonido psicodélico trastornado y algo juguetón,
pero que en todo momento te hace estar seguro de estár en un trance hipnótico.
Buen
Viaje
Se ha hablado desde
hace algunos años de un resurgir de la escena musical psicodélica en Latinoamérica
desde el 2015 a partir del éxito mundial de grupos como Tame Impala o MGMT, con
una experimentación más ligada a la electrónica, pero con la fuerza disonante
del rock como timón. En este caso Los Acidos no buscan potenciar su estilo
mediante armonías pop, su propuesta es concreta: buscan emular sónicamente la
sensación de un viaje astral. La música es directa, sus pasajes no engañan y
transportan una alucinación psicodélica en canciones. Desde ese punto de vista
todo el trabajo esta cohesionado y direccionado para que cada canción se
enfoque en esa idea de manera exponencial a medida que el disco avanza. Todo abre
con la decidora Viajes que tras el zumbido
inicial que nos transporta a una imagen desértica y llena de luz blanca nos va
sometiendo a una atrapante sensación lisérgica en donde las voces apoyan el
pasaje instrumental, mientras que la letra de la canción sólo sirve para
aderezar este comienzo volátil.
Al
otro lado abre con un in crescendo del órgano para dar paso a
un rock que recuerda la locura más espasmódica de Velvet Underground, en este
caso las letras van dibujando metáforas de quien se ve a un espejo
completamente drogado (en serio, háganlo alguna vez, es CU-A-TI-CO) Excentricidad abre parecido a sus
predecesoras, dando paso luego de la intro lisérgica a unos teclados tubulares
y una batería constante, en este caso podemos apreciar cierta influencia de los
Rolling Stone, la guitarra se convierte en una especie de batuta para acelerar
o disminuir la intensidad musical comenzando a generar laberintos sonoros que
van creando una masa de ruido ampliamente estimulante para el viaje, las voces
quedan definitivamente en un segundo plano, tanto desde la decisión de
producción de dejarlas un volumen más bajo que el resto de los instrumentos (lo
que hace que se escuche como un continuo eco) sin duda una de las canciones más
logradas del disco.
Las reminiscencias más
hard rock llegan con Paseo que
retrotrae a Stone Roses, rápida, menos trip que las anteriores, pero con una
vibra psicoactiva presente. Jinete Psicodélico
regresa derechamente a una tradición setentera donde se puede reconocer en los
redobles constantes y en el juego de los teclados la influencia de Iron
Butterfly, uno de esos grupos que se inmortalizo únicamente por un tema musical.
Blusas devuelve el rock and roll más
argento, con guiños a Patricio Rey, un blues que esta pasado por hongos alucinógeno,
también consigue hacerle algo de sombra a los trabajos ochenteros de Nick Cave
antes de que se pusiera tan melodramático.
Perfume
fantasma arranca casi inmediatamente después del corte de Blusas, haciendo una especie de
transición intempestiva, a estas alturas la propuesta del disco es contundente
y te debió haber pegado de forma directa en el chakra de la coronilla, pero
para trascender aún más tenemos la increíble El habla un corte explosivo que nos sacude y demuestra la
influencia más stoner de estos chicos, otro tema realmente bien producido y que
con algo de imaginación nos puede recordar a unos Nirvana con menos heroína y
más LSD en el cuerpo. Espejos
mantiene la energía del estilo stoner mezclándola con una acelerada y rabiosa versión
de la banda 13th Floor Elevator. Se trata de un tema instrumental en donde los
sintetizadores le dan mucho realce. Finalmente Empatía de Cristal concluye como una balada en el que el órgano lleva
el ritmo en todo momento. El tema es el más largo del disco y cierra de forma acertada
un viaje astral en el que tu mente se pudo desplazar por un sinnúmero de
emociones.
Los ácidos consiguen
ser fieles exponentes del rock psicodélico y espacial, su primer disco está
diseñado para ser básicamente la banda sonora de un viaje psicodélico, por
tanto es ese tipo de trabajos donde es difícil aislar una canción como single,
porque el producto final terminar siendo mucho más que la suma de sus partes.
Contundente, activo y sobre todo ruda, una mezcla de sonidos que permiten la
introspección más agitada. Un disco para escuchar encerrado, con las luces
apagadas, no es necesario alterar nada más, este trabajo está compuesto para producir
una sinestesia. Un gran logro de estos chicos que lamentablemente no han vuelto
a publicar nada nuevo, más allá de un par de singles en la misma línea.-
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