Mismo año que el puesto anterior y misma búsqueda frenética por un sonido particular. La banda nipona OOIOO (pronúnciela como oh-oh-eye-oh-oh) propone un caleidoscopio de ritmos, melodías y cantos que podemos apreciar con los ojos cerrados.
Una música para el ensueño
Si en el puesto pasado, lo de Scott Walker y Sun O))) parecía la banda sonora para adentrarse a una pesadilla Lyncheana, OOIOO nos deleita con un disco fresco, palpitante y sobre todo de ensueño a una fantasía delirante y colorida, al más puro estilo de las imágenes de la película animada “Paprika” de Satoshi Kon. La carrera de esta banda nipona comenzó en 1995 y hasta el día de hoy no ha parado, de hecho este 2020 han lanzado nuevo disco. Fundada por la percusionista y miembro fundamental de BOREDOMS, la prolífica Yoshimi P-We, personaje presente en muchos proyectos del under indie como Saicobaba o Yoshimi and Yuka además de su participación estelar en el legendario disco de los Flaming Lips “Yoshimi Battles the Pink Robots”
Yoshimi fue reclutando distintos miembros, siempre mujeres, para encarar el proyecto que en una primera instancia fue definido de una manera pobremente binaria “la versión femenina de Boredoms” etiqueta que no le hace mucha justicia a la envergadura de la carrera del grupo que realmente ha llegado a ser algo mucho más consistente y variopinto que la mismísima banda de Osaka, pero sí es cierto que en un principio la música de OOIOO bebía mucho de las técnicas compositivas de Boredoms: transformar la improvisación en un caudal de energía y encausarla en ritmos hipnóticos.
Esta estilo convierte a la banda en una completa rareza a la hora de denominar su música ya que no podemos hablar de pop en el sentido estricto de la palabra, pero tampoco hay un esfuerzo en caer en los lugares más densos del noise. La estructura que ha basado los discos de OOIOO, por lo menos de manera superficial, ha sido siempre una mezcla de percusiones tribales (algo que sí explora Boredoms con mucho ahínco) vocalizaciones sin un patrón especifico, cantos psicodélicos y guitarras ornamentales. Los efectos enérgicos de sus canciones y ese carácter casi de mantra que adoptan las composiciones se ven envueltas siempre en sonoridades bastante luminosas que le dan un toque alegre y jovial a los discos en general.
El disco que a continuación revisaremos es mi preferido del grupo, un lugar que ocupaba “Taiga” del 2006 antes de que apareciese este, y la razón simplemente es que creo que la banda consiguió perfeccionar y otorgar su mensaje de manera más orgánica, hay soltura, hay fluidez y para quienes seguimos la carrera del grupo podemos constatar un gran salto de calidad en este trabajo por sobre otros, en cuanto a “Nijimusi” el trabajo lanzado este año, honestamente no me he dado la tarea de escucharlo con mayor detención, pero superficialmente se puede decir que hay un esfuerzo por cambiar la dirección de su enfoque clásico y proponer ritmos un poco más agresivos, lo que es bastante jugado, por lo que podríamos decir que “Gamel” cierra con broche de oro una época en la larga trayectoria del grupo.
Una mañana psicodélica
“Gamel” como buena hermana menor sigue el ejemplo de “Taiga” en el estilo de varios temas: vocalizaciones aleatorias, percusiones accidentadas y coros jolgoriosos Música perfecta para clavarse una pepa de ácido (qué, aún escuchan The Doors cuando se drogan, pff) pero el cuidado está en la fluidez con que se van desarrollando las canciones, en este sentido el papel de los xilófonos es clave para direccionar los climas sonoros adecuadamente, otorgando desde el primer momento una atmosfera casi naif al disco, media ingenua a ratos, pero que toca de sobremanera nuestros corazones como se siente a penas abre con la fresca y reconfortante Don Ah.
Sí, los ritmos primitivos y los tonos psicodélicos de tono fluorescente están allí, como todo un clásico no sólo de esta banda sino de la nodriza Boredoms, lo podemos notar en temas como Gamel Udahah (que además recuerda el noise pop de Sonic Youth) o la espectacular joya psicotrópica con la que el álbum cierra Gamel Ulda que para mí suena a despertar en las montañas, drogadx hasta la córnea, pero con una reconfortarle sensación de paz.
En Gamel el cuarteto se atreve a mezclar con osadía reminiscencias que puedan sonar por momentos a la libertad de improvisación de Miles Davis (la delirante sección de trompeta en Gamel Kamasu) la energía del afropop de Konono No. 1 (el enérgico beat de percusión en Akawawa) y por supuesto el rock en oposición de los post-progresivos Gong (esa aura está en todas las canciones) Vale decir que estas reminiscencias no se limitan necesariamente a temas específicos. Claro, hay momentos que nos sonarán más influenciados a algunos de los artistas referidos, pero en general todas las canciones en menos de cinco minutos comprimen esa energía y funcionan como todo un combo, el mejor ejemplo es Shizuku Gunung Agung tema que irrumpe con la energía vocal de bandas como Gong o Magma para luego dar paso a algo mucho más envolvente y estimulante que se adentra más en un estilo mucho más tribal.
Por qué el uso de xilófonos y metalofonos resulta tan importante en este disco. El trabajo se organiza bajo los preceptos del estilo Gamelán, música tradicional de Indonesia, especialmente de la región turística (de ensueño) de Balí y Java. El estilo en su estructura clásica se organiza mediante un tema principal, el cual algunos instrumentos tocan entero, sólo partes, o bien llevando el ritmo: Dentro de esta estructura el metalofono (u otros similares) tocan el tema básico de la canción, mientras otros instrumentos como por ejemplo, la flauta, cítara, o incluso la voz de una cantante solista femenina acompañada de un coro de hombres, realizan la parte de ornamentación mientras el pulso y el ritmo se marca por medio de gongs, campanas como el Kempul o bloques de madera.
Además de las percusiones metálicas y por supuesto los instrumentos más clásicos como la guitarra o sintetizadores, el grupo juega martillando mazos contra varillas de latón afinadas en escalas microtonales (esto se puede apreciar en la parte más exaltada de Gamel Kamasu) este tipo de experimentaciones producen extrañas armonías y matices que imbuyen a la música de un embriagador brillo psicodélico. Como dije en un principio su aura nos recordará las imágenes de Paprika, pero también podemos asimilar este ensamble con la banda sonora de la legendaria película animada “Akira” realizado por el colectivo Geinoh Yamashirogumi en donde las percusiones de espíritu salvaje se combinaban con el uso futurista y explosivo de sintetizadores.
Otra de las características resaltables de este disco en relación a los anteriores del grupo es su identidad espontanea, no es que los discos anteriores se escuchasen acartonados, pero evidentemente Yoshimi se permitía mucho en los momentos de post producción, editando las canciones a niveles magistrales en cuanto a ingeniería sonora, pero envasando demasiado el carácter vivo de su música, en este caso, Gamel fue editado de manera más directa, como si se tratase de una banda interpretando en vivo las canciones, por ende hay menos efectos de eco, reverb y giros bruscos entre tema y tema, esto se puede apreciar con mucho acierto en Esso testa, tema con una raíz bastante punk y que además recuerda los momentos más lúcidos de Boredoms.
Un trabajo lúdico, alejado de cualquier prejuicio y que se atreve a experimentar de manera enérgica, avasalladora y positivamente con sonidos extraños para nuestra cultura occidental, pero divertidos y que funcionan realmente cuando nos decidimos a escuchar el disco de la forma más abierta posible. Escuchen este disco, créanme, le hará bien a vuestra alma.-
Articulo de referencia: https://pitchfork.com/reviews/albums/19541-ooioo-gamel/
No hay comentarios:
Publicar un comentario