viernes, 30 de octubre de 2020

100 discos para mis treinta: #61 Camila Moreno – Mala Madre (2015)


Apropiado me parece resaltar un disco de una artista Chilena en medio de la algarabía que la sociedad de aquel país está viviendo gracias al pasado Plebiscito que se votó el Domingo 25 y donde se eligió cambiar definitivamente la Constitución creada por el dictador Pinochet.

  

Un enternecedor y tétrico viaje

Aunque mucha gente considerara que lo que diré es casi una herejía, siento que Camila Moreno es la mejor encarnación posible de Violeta Parra, si bien la artista oriunda de Santiago comenzó su carrera dentro de un panorama que buscaba renovar el folclore nacional, su raigambre pop/rock se distinguía a lo lejos. Ella ya lo ha mencionado, sus influencias estaban más cerca de la música alternativa de Bjork o Radiohead (influencias que en este disco quedan mucho más explicitas) sin embargo, Camila destaco por sus letras de denuncia y manifestación política, en un momento donde sus mismos pares (Nano Stern, Manuel Garcia) parecían llevar el folclore por una corriente más intimista, esta actitud se potencio mucho más con su presentación en el Festival del Huaso de Olmue en 2010 donde fue pifiada por un sector conservador del público en el momento que ella entono su canción “Millones” una denuncia abierta hacía aquel pequeño porcentaje que gobierna Chile, justamente parte de la concurrencia de aquel festival.

La bravura de la artista la elevó rápidamente como una de las artistas del nuevo pop chileno que con más actitud parecía representar la irreverencia y osadía de la mítica Violeta Parra. Sin embargo, al igual que la cantautora, Camila Moreno también tenía mucho que ofrecer desde su música y sin grandes transiciones para su segundo disco comenzó a experimentar abiertamente con estilos mucho más electrónicos y algo inclasificables, para sorpresa de muchos su disco “Panal” del 2012 tuvo la participación del curioso guitarrista Trey Spruance, uno de mis héroes personales y que es mayormente conocido por ser uno de los fundadores de una banda de culto llamada Mr. Bungle. Debo reconocer que fue esta conexión lo que llamó mi atención para escuchar a Camila Moreno y la verdad es que la recomendación no falló. 


 Con letras un poco más abstractas y personales, aunque manteniendo un discurso confrontativo, pero experimentando con una música que suele ser etiquetada como pop, pero que no tiene nada que ver con el Pop chileno que no ha podido transgredir a Los Prisioneros, Camila con bastante influencia de ritmos exóticos y conceptos mucho más rebuscados, siguió ampliando una carrera densa que la ha puesto en un pedestal como una de las artistas chilenas más intensas e incontenibles de la escena, similar a los Como Asesinar a Felipes, el estilo de Camila no parece tener un patrón muy definido si no más bien se deja llevar por sensaciones y energías, pese a que los acordes y estructuras generales siguen el camino bien trazado del rock Camila es especialistas en construir atmosferas singulares y llevarte de la mano a adherirse en ellas.

Este, su tercer disco, en particular tiene un componente mucho más oscuro, pero no en un sentido terrible, sino más bien, intimo, palpitante, deja entrever las emociones de la interprete ajustándose a ambientes que se amoldan a instantes que pueden llegar a ser tan enternecedores como macabros al mismo tiempo, es un disco muy especial por sus detalles y es recomendable apreciarlo a oscuras y dándole total atención.

Contra los estereotipos


 

“Mala Madre” hace referencia a un concepto fascinante que conecta con la idea de brujería o mejor dicho con el arquetipo de Brujas. En algunas tribus las mujeres que menstruaban eran expulsadas y éstas terminaban juntándose para sobrevivir al exilio, aprendiendo prácticas curativas con plantas u otros elementos naturales, estas eran las llamadas Brujas. Ahora, sabemos que el termino Brujería está históricamente ligado a la ideal del terror, pero si lo pensamos detenidamente, en ese contexto, Brujas eran las mujeres que conseguían cierta independencia del poder masculino que dirigía una tribu  o ciudad. Mujeres con un conocimiento superior, capaces de sobrevivir al mundo sin seguir las normas estrictas establecidas por el patriarcado. Justamente estas mujeres que no se casaban porque estaban estigmatizadas como seres malditos, eran automáticamente vistas como malas madres, Camila, a través de algunas lecturas en clave feminista como “Caliban y la bruja” de Silvia Federici, consigue desarmar a lo largo de 11 temas, ideas y roles de género asignados a las entidades femeninas sólo por su condición. En ese aspecto estamos ante un disco con un perfil bastante feminista tomando en cuenta que la idea de fondo es atacar aquello que se establece como obligaciones de género, todo esto explotando la idea de la Madre, rol preponderante con el que se estigmatiza a las mujeres o personas que se identifican con lo femenino.

“Tu mamá te mató” no deja muchas ambigüedades al respecto, una letra un poco criptica que habla en el fondo de liberarse de las normativas sociales, mediante una metáfora un poco escabrosa como lo es quemar a tu hijo, consigue ser la entrada indicada para darle forma y vida a un disco calmo, pero al mismo tiempo profundo, como una laguna movediza, “Mala Madre” nos va sumergiendo de a poco en una idea tan honda como simple. En cuanto a lo musical, “Tu mamá te mato” mantiene algunas características reconocibles dentro de la carrera de Camila, como las reminiscencias a una tonada más propia del folclore, que entra de modo visceral en los oídos de quienes escuchen.

 


“No para de cerrar” tiene el sello indistinguible de la producción del gran Cristian Heyne, uno de los más importantes productores de la escena Chilena desde los noventa y consigue darle a la canción de Camila algo de calor mediante descargas de sintetizadores que propician una carga más abundante al ritmo del tema. La tierna balada “Sin Mi” recuerda ese sabor agridulce de la vieja escuela del rock en cuanto a baladas, aunque a mi gusto mantiene casi la misma estructura que “Te quise” uno de los temas romanticones de Camila, es cierto que “Sin Mi” abrazó mucho más el pop sencillo y liviano, aunque no por ello la letra no torna en elementos casi trágicos. “Libres y estúpidos” recuerda la experimentación más exótico de algunas canciones de su disco anterior “Panal” especialmente por esa mandolina que rasga sus cuerdas y que se entrona como una columna vertebral, sin duda una de las canciones más explícitamente políticas y que mantiene un toque a rock noventero (de nuevo Heyne consigue abundar de filtros y armonías dándole un carácter muy superior al trabajo) si bien se puede reconocer un estilo propia de la cantante, la canción al mismo tiempo tiene mucho de la época “Kid A” de Radiohead y por qué no, un sabor cercano a Secret Chief´s 3 la escurridiza banda de Trey Spruance.


 “Maquina de dios” remite a una idea más propia del folclore, usando las palmas como percusión y las guitarras acústicas como instrumento preponderante, pero rápidamente la influencia de Radiohead se deja sentir dándole al tema una atmosfera compleja y elevada, pese al sentimiento simplista con que abre el tema, y esa es la gracia de Camila (y del equipo que produjo el disco) la capacidad de que cada canción fluya en ambientes tan propios y en este caso íntimos al punto que remiten a una idea de bosque, bruma y liberación, este disco es realmente la encarnación de ese lema feminista moderno “Somos las nietas de las brujas que no pudiste quemar”


“Piedad” se sirve de las siempre deliciosas texturas de un suave trip hop propio del “Dummy” de Portishead (sonido que parece monopolizar todas las referencias al estilo) y que con la suave voz de Camila mantiene un aire de sensualidad peligrosa, aunque la letra mantiene los tonos de emancipación de las otras canciones. “Julia” emerge con cierta vibra pop aunque de la mano de los instrumentos de la Orquesta de Cámara de Valdivia que mediante cuerdas, arpas y armonías de ensueño llevan adelante uno de los mejores temas del disco:  insólita, encantadora y sublime, “Julia” es un tema encantador y profundamente intenso en su interpretación y gracias a ese acompañamiento orquestal consigue una insospechada majestuosidad, pese a sus acordes de pop inicial.


 

Ya nos podemos dar cuenta que en muchas canciones se repite la idea de un giro musical, aquello que parece ser de una forma y termina o toma otra muy distinta, esto sumado a la conexión que cada canción tiene de enlazarse con la otra dan la sensación de un disco totalmente conceptual y no un conjunto de canciones organizadas bajo un mismo paradigma. “Esta noche o nunca” es quizás la canción que más recuerde a la escena pop chilena de bandas como O Marineros o incluso Denver, sobre todo por su sobrecarga de sintetizadores, pero las atmósferas más oscuras y elegantes vuelven con  “Bathory” referencia directa a la condesa de la sangre, es un tema tan psicodélico sin la necesidad de echar manos a elementos propios de aquello, es otro gran punto del disco.

El final del disco en “Bailas con los polos”  se sumerge en un rock alternativo que vuelve a tener como referente a los Radiohead, pero esta vez más de su época del “In Rainbow” y el tema consigue ser casi un grito de guerra (pese a que Camila siempre mantiene su voz bastante templada en todo el disco) “Todo” se construye a base de un potente piano y una letra que imagina un Chile cubierto de nieve hasta desaparecer.


 

Sin duda un disco que musicalmente viaja entre varios estilos siempre llevados por una voz cálida, tierna, en apariencia delicada, pero con un mensaje contundente. Un gran disco para alabar y un gran momento en la carrera de esta artista que no hace más que crecer con su música.-

 

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