miércoles, 7 de octubre de 2020

Series para ver, volver a ver y pensárselo mejor antes de ver: The Boys

 


The Boys es una serie divertida que trae al streaming todo lo que nos gusta ver: Violencia sangrienta envuelta en una trama paródica que a ratos se toma en serio y a ratos no. No obstante, aunque para algunxs se trata de la mejor serie sobre Súper héroes realizada hasta el momento (hasta la vista Watchman de HBO) también es cierto que es una serie con bastantes irregularidades en su ritmo narrativo así como algunas inconsistencias de guión que la hacen, para mi gusto, estar lejos de ser una serie totalmente memorable. Aquí trataremos de describir sus altibajos durante la primera y lo que va de su segunda temporada (sin grandes SPOILERS por cierto). 

 Súper héroes demasiado humanos


Cuando pensamos en súper héroes se nos viene de inmediato algo a la cabeza, por supuesto nuestro valiente e incorruptible cuerpo Policial…ja-ja. Bueno The Boys, serie producida por la plataforma Amazon Prime (quienes no escatiman en abusar de publicitar sus series en cualquier rincón de la internet) y llevada adelante por  Eric Kripke (el creador de la ridículamente larga Supernatural) trabajan un poco sobre el concepto de qué pasa cuando le otorgamos demasiadas atribuciones a un cuerpo de seguridad, convirtiendo a sus miembros en jueces, verdugos y en este caso Semi-Dioses, pero vayamos por parte que hay bastante que decir al respecto.


Esta serie está basada en un comics de Garth Ennis, especialista en humor negro y gráfico, cuenta las aventuras de un escuadrón de la CIA (o el FBI?, bah para los efectos es lo mismo)  llamado simplemente The Boys (los pibes para lxs amigxs) que buscan derrocar a una poderosa empresa Estadounidense llamada Vought, un conglomerado que tiene el control de casi todas las cosas gracias a su catálogo de súper héroes, que si bien realizan las acciones propias de cualquier grupo de héroes, es decir evitar crímenes de alto riesgo, también son lisa y llanamente productos que venden y publicitan casi cualquier cosa que Vought produzca. Por supuesto la gente les ama, se sacan fotos con ellos y coleccionan todo lo relacionado a sus figuras, más o menos como pasa en nuestro mundo, un poco. La empresa busca hacerse con el control militar total intentando, bajo un agresivo lobby (y también prácticas bastante poco éticas)  conseguir que el congreso yanke apruebe una ley que le permita a los súper héroes poder actuar como un armamento militar más, lo que termina siendo a todas luces un monopolio exagerado de poder ya que de esta forma los súper héroes no tienen que responder ante nadie por sus acciones bajo la excusa que están “salvando a su país”.

El trabajo de los pibes es por medio de distintas misiones de infiltración, buscar evidencias contundentes que consigan destruir públicamente a Vought y de paso cargarse uno que otro héroe a quienes consideran más una amenaza que otra cosa. Las razones por la que cada integrante de los pibes se ve envuelto en estas misiones suicidas son muy específicas, pero en gran parte tiene que ver con vengarse de la empresa o con alguno de sus súper héroes que por lo demás no tienen ningún reparo en provocar gigantescos daños colaterales durante sus misiones, poco a poco nos vamos dando cuenta que realmente tampoco les importa mucho salvar a la gente de los peligros.

El comics en gran parte se trata de eso y es realmente divertido, con un estilo que me recuerda un poco a la obra noventera Transmetropolitan de  Warren Ellis, pero la adaptación Live Action toma sus propias licencias y hace que esta saga de aventuras desopilantes adquiera un carácter mucho más paródico e incluso crítico al sistema de la industria del espectáculo. Los héroes y heroínas que la serie muestra son evidentemente parodias a los héroes DC, y es interesante notar como Marvel ha quedado fuera (por suerte o no) de esta amarga parodia, tal vez porque finalmente los héroes y heroínas de Marvel siempre en mayor o menor medida han mostrado dimensiones un poco más humanas (especialmente las historias centradas en LOBEZNO) que los casi Dioses del Universo DC en donde Batman es  el único que originalmente puede otorgarnos una tecla de mayor profundidad narrativa frente a un montón de súper héroes que son o los elegidos o los predestinados salvadores del mundo.

La serie no tarda en desmitificar a estos héroes, presentándolos de la forma más realista posible: humanos con mucho poder que no tienen problemas en ver al resto de los mortales como simples cucarachas que les resulta fácil aplastar y por lo mismo se sienten siempre impunes a todo, excepto a las decisiones gerenciales de Vought porque al fin y al cabo todo es un sucio negocio. Y un Súper héroe, por mucho poder que tenga, si no está respaldado por Vought ni el apoyo popular, igualmente es nadie.

Aunque Vought es una empresa que ostenta una gran cantidad de súper héroes de distintas categorías y con habilidades diversas, los más sobresalientes se encuentran en un pedestal y son llamados el grupo de Los 7, vamos, que son la Liga de la justicia con problemas de megalomanía:


El líder de este grupo es Homelander, una especie de Superman  narciso que no tiene problemas en abandonar un avión lleno de pasajeros a punto de estrellarse (con niñas y bebes incluido) y que constantemente necesita alimentar su ego buscando que la gente lo ame y venere, todo un psicópata. Lejos queda la idea de sacrificio heroico y desinteresado del hombre de acero, Homelander es básicamente el resultado de darle un poder desmedido a alguien con muy poca ética. Este personaje es sin duda quien motoriza la tensión en la serie, consiguiendo ser  tan impredecible e intenso que cada vez que aparece en pantalla sabemos que se vendrá de un modo u otro algo demoledor. Lejos de ser un personaje que ha enloquecido a causa de su bestial poder (como cualquier villano genérico) su construcción narrativa es bastante consistente y nos permite “entender” que la personalidad de este “héroe” está llena de falencias e inseguridades.   Antony Starr consigue interpretar un personaje temible y complejo que se roba casi todos los mejores momentos mediante sus oscuras manipulaciones. Un verdadero antagonista y uno de los mejores puntos que puede exhibir esta serie.

El resto del grupo aunque no tiene el mismo peso protagónico, movilizan las acciones para darle mayor trasfondo a Vought y también proporcionar algo de humor negro, aunque no siempre consiguen direccionarlo de la mejor forma y se nota como poco a poco estos “héroes principales” terminan siendo completamente relegados a un segundo plano. Tenemos a Deep (Chace Crawford) una parodia a Aquaman que ya en el primer capítulo desnuda toda la fachada heroica de la empresa, acosando sexualmente a una chica. Este hecho, luego sería bien ocupado narrativamente para exhibir, entre otras cosas, las prácticas horrendas de encubrimiento que empresas como Vought realizan, pero con el correr de los episodios y especialmente en la segunda temporada Deep tendría su propio arco de “redención”  en donde podríamos entender un poco más las motivaciones de este personaje, aunque siempre en un tono irónico y hasta ridículo, siendo en gran medida un personaje de relleno y su sub trama es bastante torpe, antojadiza y sólo sirve como bakcground para lo que (supongo) será una historia más fuerte en futuras temporadas.

Queen Maeve (Dominique McElligott) parodia a la mujer maravilla y representa a una heroína que si bien tenía buenas intenciones al comienzo de su carrera, sucumbió ante los contratos y exigencias de la empresa y especialmente ante el acoso constante de Homelander quien buscó en ella la imagen pública de una compañera que le ayude a potenciar su propia marca. Realmente no es un personaje muy interesante y su desgano constante frente a su vida la convierte en alguien bastante insoportable cuando aparece en pantalla, por supuesto, luego exploraremos más sobre su vida y las razones que la atan a seguir en Vought y la verdad es que no son muy interesantes. Lo que sí es rescatable de este personaje es cuando se descubre su relación con una chica y la empresa utiliza esto para simplemente hacerse ver inclusiva y poder llegar a un publico LGTBQ+, una satira bastante directa a las llamadas prácticas pinkwashing de empresas que hablan mucho de inclusión en sus comerciales, pero que realmente no hacen nada concreto para promoverlas.

Maeve era la única miembro femenina del grupo hasta que llega Starlight (Erin Moriarty) una chica idealista que ha entrenado durante toda su vida para convertirse en parte de los 7 y una vez adentro se topa con la chocante realidad: más que un grupo de héroes son un conjunto de psicópatas que sólo les interesa la fama y exposición. Starlight realmente quiere realizar un trabajo de súper heroína como siempre lo soñó, pero a medida que la empresa le va imponiendo una agenda que tiene que ver más con relaciones publicas y con potenciar una imagen sexy y atractiva (la única razón por la que la incluyeron en el grupo de los 7) obligándola incluso a usar un traje con el que ella se siente incómoda (en principio) poco a poco Starlight se ve cada vez más hasta el cuello y parece sucumbir al sistema salvaje de Vought, no obstante, este personaje si logra destacar del resto de los héroes porque es la conexión directa con el equipo de Los pibes.

El grupo en principio lo completa un singular Batman bautizado como Black Noir quien se mantiene durante las dos temporadas con un perfil bajo, callado y en las escenas que le toca estelarizar termina revelándose más como un simple mercenario. Y también tenemos a A-Train (Jessie T. Usher) una parodia a Flash, totalmente adicto a una droga que lo vigoriza, el compuesto V, que sería un elemento fundamental para el desarrollo de la historia. Es A-Train quien dispara la historia presentándonos a nuestro verdadero protagonista Hughie Campbell (Jack Quaid) un chico normal con una vida ordinaria y que no sobresale en nada, pero que un mal día su novia Robin es arrollada por A-Train a vista del propio Hughie. La manera fría y poco humanitaria con que Vought responde a este hecho, así como la completa indiferencia de A-Train frente a la situación,  ni siquiera ofreciéndole reales disculpas a Hughie, hacen que este no sólo rechace la risible compensación económica de la empresa con la que pretendían dejarlo callado, también se da cuenta de la verdadera naturaleza de aquellos héroes que el mismo veneraba. Esto lo hace conocer a Billy Butcher (Karl Urban) el líder de los pibes y un antiguo agente del SAS, quien odia particularmente a Homelander porque lo cree responsable de la desaparición de su esposa. El resto del equipo de los pibes lo completan personajes bastante disparejos en carácter y motivación, por un lado Frenchy (Tomer Capon) un traficante de armas, que en más de alguna ocasión parece sólo un alivio cómico que otra cosa, pese a que la serie intenta darle con el correr de los capítulos más profundidad a su historia personal, aunque realmente su personalidad errática termina siendo más confusa que otra cosa. Y finalmente tenemos a  T. Milk (Laz Alonso) quizás uno de los personajes más desaprovechados dentro del elenco.

 

El bien y el mal no existe, son sólo interpretaciones


A diferencia del comics en donde el grupo de los pibes no sólo cuenta con súper poderes sino que también con el apoyo total del FBI para cumplir sus misiones, en la serie este grupo está completamente en cero, esto con el objetivo de que podamos sentir mayor empatía con los verdaderos protagonistas de la historia, lo que por un lado realmente funciona porque es interesante ver como teniendo todo en contra igualmente este singular grupo siempre consigue salir a medio morir saltando de las misiones en las que se meten, pero al mismo tiempo, se puede notar tanto en la primera y sobre todo en la segunda temporada, un agotamiento de esta fórmula, revelando claramente las conveniencias del guion. Finalmente el grupo de Los pibes lo completa Kimiko (Karen Fukuhara) una chica oriental ex prisionera y sujeto experimental que sí tiene poderes y además conecta en una historia de lealtad con Frenchi, una subtrama bastante agradable de ver y seguir dentro de la serie, y lo digo en serio es mucho más organica y se siente más original que la historia de amor entre Hughie y Starlight.

Anteriormente comente que Starlight era la conexión con los pibes, esto se debe a que a medida que ella se da cuenta de cómo funciona realmente este sistema de súper heores decide acercarse cada vez más al grupo de los pibes, empezando una relación con Hughie que si bien esta totalmente bien fundamentada y establecida desde el primer minuto, a mí personalmente me parece muy aburrido y es que este Hughie a diferencia de su versión más desenfadada de los comics, aquí termina siendo un personaje que funciona más como brújula moral y es muy cansino.

Como ven The Boys tiene una amplia gama de personajes, pero al mismo tiempo, aunque la mayoría resultan interesantes, las historias y relaciones entre estos no siempre se resuelven de la mejor forma y terminan enredando una trama de acontecimientos que brillan por su poca solidez en cuanto a continuidad, y es que en este universo el tiempo de los acontecimientos transcurre de una forma tan inexplicable como lamentable. Vemos escenas que supuestamente se desarrollan de manera alterna, pero que  dentro de la historia transcurren en días diferentes, no hay una referencia clara al respecto y esto resulta favorable para seguir de largo en algunos agujeros de guion. Así mismo no queda claro cuánto tiempo pasa entre un capitulo y otro ya que en muchas ocasiones pareciera que hubiesen pasado semanas entre una cosa y otra, pero después no es tan así.


 

El nivel de conveniencia argumental va escalonando a niveles obscenos ya en la segunda temporada, donde Butcher logra infiltrarse sin demasiados problemas en un lugar súper secreto y vigilado de Vought, así como Hughie consigue infiltrarse dentro de la empresa con la ayuda de alguien que conoció ese mismo día y a pesar de estar dentro de un torre de alta seguridad, cargar con una herida de máxima gravedad y de ser además uno de los rostros más buscados del país, igualmente sale ileso de todo gracias a nada más ni nada menos que la magia del guion.

L.Mother me resulta el mejor personaje dentro del grupo de protagonistas, y es que aunque su motivación principal para unirse a todo este jaleo en principio es bastante dudosa, la profundidad de su carácter se nos va revelando a cuenta gotas y esto hace que poco a poco lo vayamos mirando con otros ojos, manteniendo sus decisiones dentro de una lógica bastante realista incluso en el universo de esta serie. El que no me termina de convencer es Butcher, un típico anti héroe con una expresión eterna en su rostro de hombre cabreado y con una sola cosa en la cabeza, la venganza. A medida que pasan los episodios se va ablandando un poco para comportarse como alguien con ciertos códigos y no tan maquina de guerra, pero lo más insolito es que al menos en esta versión es un simple humano, pero a lo Mcgyver logra escapar de todas las situaciones imposibles en las que se ve metido y siempre con una sangre fría que lo termina convirtiendo más en un estereotipo. Existe un Michael Ehrmantraut en Breaking Bad y sí es muy genial, pero sus acciones siempre se basaban en un plan algo lógico o por lo menos fríamente calculado. Butcher se apega más a la improvisación y la suerte parece siempre estar de su lado, algo que termina siendo agotador y predecible, al mismo tiempo este personaje nos recuerdo de algún modo que en una guerra no existen bandos buenos o malos, los pibes también matan a gente inocente para conseguir sus propósitos y por lo mismo como espectadores sólo podemos poner en una balanza sus acciones frente a las de los súper héroes.

Los medios de comunicación son salvajes


 

Fuera de ciertos personajes, quizás el gran recurso con que esta serie consigue resaltar, porque a nivel artístico no estamos ante una dirección de fotografía interesante a lo Better Call Saul, tampoco frente a la construcción de un paisaje sonoro que transmite más de lo que muestra como en Mr.Robot ni mucho menos frente al armado de una historia consistente y lógica dentro de su mismo universo, como pasaba en las primeras temporadas de Game Of Thrones. No, en The Boys, el gran acierto de Eric Kripke es insertar en todos los episodios fragmentos televisivos en donde estos héroes siempre están presentes. De hecho, el papel de las redes sociales y los medios de comunicación siempre están en un nivel muy importante y casi trasciende a la trama en si misma, parodiando y criticando de forma brutal como estos manipulan la información para transmitir incluso discursos de odio, como ocurre en capitulo 7 de la segunda temporada donde un chico influenciado por los discursos supremacistas de una de las heroínas, termina asesinando a un inmigrante. De esta forma Kripke  consigue con brillantez llevar adelante una buena sátira política sobre cómo los medios más que informar terminan siendo sólo otro eslabón de una cadena funcional que únicamente le sirve a quienes detentan el poder, es decir los héroes, y esto en cierta medida es al mismo tiempo se puede tomar como una meta-referencia en relación a como los medios actúan muchas veces con nuestras celebridades. Estos juegos metarreferenciales Kripke ya los había usado con bastante osadía y genialidad en las temporadas más avanzadas de Supernatural. El constante papel de los medios y cómo atraviesan esta historia a veces de modo trágico, pero  usualmente cómico (en la serie vemos no sólo noticiarios, sino también programas de chismes, películas a lo Micahel Bay, comerciales ridículos, posicionamiento de productos ficticios bastante extraños, memes e incluso parodias pornos) sirve además para resaltar como ese universo ficticio esta completamente atravesado por la presencia de estos héroes, al punto de que hay muy pocas referencias a otros elementos de la cultura popular, básicamente en ese mundo TODO gira en torno a los súper héroes.

En resumen The Boys es una serie que se disfruta mucho debido a sus dosis de violencia gratuita (especialmente en la segunda temporada) pero que muchas veces termina cansando, además sus capítulos duran siempre alrededor de una hora, lo que es una extensión exagerada para contar una historia, y por lo mismo quizás a ratos pierda algo de coherente. Tiene aspectos muy buenos como el personaje de Homelander, pero una buena historia no puede basarse únicamente en eso. En lo personal creo que le falta más cuerpo y unidireccionalidad. Pero si quieres ver una parodia de súper héroes llena de crítica a los medios de comunicación, con elementos de narrativa de espionaje (aunque en este punto tampoco es la mejor) The Boys, sí, es una buena opción para esta cuarentena. Después, no sé. Ah, su banda sonora da mucha caña, muy rockera, pero igual nada del otro mundo, en ese sentido esta mejor la de Umbrella Academy.-

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