Esto no pretende ser
una crítica a la tercera temporada de la serie de David Lynch y Mark Frost (al
pobre siempre lo olvidan cuando se habla de la serie) aunque sí hablaré
bastante de aquello por lo que si hay alguien que no se quiere comer unos pocos
SPOILERS, ya están avisados. Twin Peaks podía ser una serie más de misterios e
intriga, pero incluso desde su noventera emisión había algo, un aura enrarecida
que la hacía destacar sin ser la serie perfecta ni nada por el estilo, esta
tercera temporada ha demostrado ser la apoteosis de aquel intento por
transformar una simple serie televisiva en una verdadera odisea de inquietantes
emociones.