El pasado sábado 14 de
octubre murió el autoproclamado Divino Anticristo, una persona que llevaba
muchos años en situación de calle en el barrio Lastarria de Santiago. Ganó
cierta popularidad como personaje típico de la cultura popular chilena por su
forma de hablar enrevesada, sus vestimentas extrañas y sobre todo por sus
delirios mesiánicos (que a diferencia de otros no lo transformó en ningún líder
de ninguna secta). Muchos lo identificaban por la pañoleta sobre su cabeza,
gritando incoherencias a los cinco vientos y empujando su carrito de
supermercado lleno de libros que él mismo había escrito. El divino anticristo
sufría esquizofrenia y hay varias lecturas que se pueden hacer al respecto
sobre cómo la opinión pública perfila –
en este caso particular – la no-vida y no-obra de un vagabundo.